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Nada más que música – Miguel Ríos

15 noviembre, 2019 - Música
Nada más que música – Miguel Ríos

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Bueno, ya sabéis que de vez en cuando, repasamos la vida y milagros de grandes artistas de forma monográfica, viendo su trayectoria personal y artística, pero hasta ahora todos han sido extranjeros. Bien, pues hoy vamos a conocer un poco más de cerca a una estrella nacional e internacional: Miguel Ríos, un señor que lleva ya más de 50 años de carrera, que ha sido la punta de lanza del panorama musical en muchos aspectos, que ha sabido adaptarse a cada tiempo y a cada circunstancia con inteligencia y sin perder nunca la curiosidad, la inquietud y las ganas de aprender, siendo él a su vez maestro para muchos… A mi modesto entender, el más absoluto representante del rock español. Pues vamos a conocerlo.

 


 

 

Si Señor!!! Bienvenidos los hijos del rock’n’roll!!!

Miguel Ríos Campaña, nacido el 7 de junio de 1944, es, como todo el mundo sabe, natural de Granada, y se crió en el seno de una familia humilde en el barrio de La Cartuja. Merece la pena incidir en esto de su origen familiar porque aquí los inicios del rock fueron, casi siempre, cosa de gente con posibles; aquellos que, en una época de economía no muy boyante y en plena dictadura, podían pagarse los instrumentos necesarios y, a su vez, acceder a la música que llegaba del extranjero a pesar de los controles de la censura. Miguel consiguió saltar esta barrera gracias a que pasó una temporada trabajando en la sección de discos de unos grandes almacenes. Fue allí donde empezó a escuchar a aquellos artistas que le crearían afición, destacando especialmente Elvis Presley. Empezó a cantar en su tiempo libre y ganó un concurso de la radio local que le abrió las puertas a su carrera como artista musical y en seguida puso rumbo a Madrid.

Durante esta primera época pasó por numerosas vicisitudes, y desde luego no todas buenas, hasta que con la ayuda de su amigo Fernando Arbex, ya sabéis, el batería y cerebro de Los Brincos, Miguel Ríos empieza a trabajar en nuevas canciones y las presenta a Hispavox, el gran sello nacional de aquellos años. Les encanta y deciden ficharle, iniciando así sus espléndidos trabajos junto al glorioso tándem de la compañía, el productor Rafael Trabuchelli y el arreglista argentino Waldo de los Ríos. El primero de estos trabajos, “Mira Hacia Ti” (Hispavox, 1969), contiene ya algunos de los temas más significativos de su carrera, como “El río” …

… o el no menos famoso “Vuelvo a Granada”.

 

 

Muchas de estas canciones fueron editadas en sencillos y situaron a Miguel Ríos en un lugar preferente dentro del panorama musical nacional, alcanzando incluso el nº 1 en las listas. Pero ese mismo año, y de nuevo con arreglos de Waldo de los Ríos, llega uno de los momentos cumbre de su carrera, el archiconocido “Himno a la alegría”. Arrollador éxito internacional en su versión en inglés, “Song of joy”, el sencillo vendió más de siete millones de copias (vamos a pensar cuantos artistas españoles han alcanzado esta cifra), se situó en las listas de éxitos de medio mundo, incluyendo Estados Unidos, país donde fue disco de oro y llegó al nº 2; para darnos idea del nivel de éxito que obtuvo, esta canción permaneció en el top ten alemán de julio de 1970 a marzo de 1971. Una barbaridad tan grande, que muchos ya tuvieron suficiente Miguel Ríos para toda la vida.

Miguel siguió con su trabajo y tras unos álbumes en estudio llega “Conciertos de Rock y Amor” (Hispavox, 1972), disco que recoge la grabación de la primera gira programada (es decir, una gira tal como la entendemos hoy día) que daba un artista español y que contenía un importante aspecto visual (proyecciones de diapositivas, luces), algo tremendamente innovador. Es, a su vez, uno de los primeros discos en directo que se editaron aquí. Los conciertos de rock y amor, que promocionaban la imagen hippie y pacifista del artista en el ocaso de la dictadura de Franco, sirvieron, además de para extender su popularidad a cada pequeño rincón del país, y también para ponerle en el centro de mira de aquellos que pensaban que ya era hora de dar un escarmiento a tanto jovenzuelo “drogadicto”. En fin, bueno, al final consiguieron pillarle algo de María y le mandaron una temporada a Carabanchel. Vamos a escuchar, de este disco y en honor a su temporada de vacaciones “todo incluido”, el Rock de la cárcel.
Miguel Rios

En 1974, y dando un giro en su carrera, edita “Memorias de un ser Humano”, un álbum de contenido más social que le introduce en terrenos progresivos y que no agrada a la compañía de discos, que estaba loca por tener un nuevo “Himno a la alegría”. La compañía, tras un tira y afloja, le otorga la carta de libertad para marcharse. De este disco es la canción, casi desconocida, “El juglar”.

Miguel continúa con su etapa más experimental con álbumes conceptuales como “La Huerta Atómica”, editada ya por Polydor, en 1976 y “Al-Andalus”, en la misma compañía en 1977, y eso si, en ambos casos, con escasas ventas. El primero es una suerte de reivindicación anti-nuclear y ecologista. Pero un aclaración, esto era en 1976, época en la que era un “poquito” más difícil cualquier reivindicación, del tipo que fuera. Y el segundo se mete hasta las cachas en el mestizaje del rock con el flamenco y con sonidos de ascendencia árabe; en ese sentido merece la pena mencionar la gira que al año siguiente y bajo el nombre de La Noche Roja, producto del patrocinio de una marca de ropa vaquera, organizó junto a Triana, principal exponente del género. También participaron, entre otros, Guadalquivir, un grupo formado por músicos que ya habían tocado con él en “Al-Andalus” o Iceberg, un grupo catalán entre los que se encontraban gente como Max Sunyer (guitarra), Josep Mas, Kitflus, (piano eléctrico y sintetizadores), Ángel Riba (voz, saxo y guitarra). Buena gente.
Esto es Al-Andalus.

 

La etapa más significativa del artista se inicia con “Los Viejos Rockeros Nunca Mueren” (Polydor, 1979). En esta etapa se decanta por un rock claro y sencillo, que por momentos reivindica sus inicios pero también le pone de actualidad con grandes éxitos de masas. Los mayores de ellos, sin duda, “Santa Lucía”, que aparecía en el álbum “Rocanrol Bumerang” (Polydor, 1980) y “Bienvenidos”, tema dedicado “a los hijos de rock ‘n’’roll” y que abre el doble directo “Rock & Ríos” (Polydor, 1982), uno de los grandes eventos de la historia del rock en España e inicio en el rock con mayúsculas para casi toda una generación. Ya hemos escuchado Bienvenidos, repasaremos ahora la canción que da título al disco: Rocanrol Bumerang.

Superándose en cada una de sus giras, llega “El Rock de una Noche de Verano” (Polydor, 1983), con Luz Casal y Leño nada menos que de teloneros; una gira de macroconciertos que llenó varios estadios de fútbol y en el que el artista hacía gala de su militancia política y antinuclear. El gran colega, le llamaron. No corrió la misma suerte la gira “Rock en el Ruedo” de 1985, de la que finalmente se editaría sin embargo un disco recopilatorio sin demasiada repercusión.
A pesar de esto, Miguel Ríos está en el cénit de su popularidad musical en España y se embarca en proyectos televisivos, como ¡Qué Noche la de Aquel Año!, programa ideado y presentado por él y con guión de Diego Manrique, en el que repasa la historia del rock español desde 1962 hasta ese mismo año a lo largo de veintisiete programas repletos de invitados, actuaciones y colaboraciones que se vieron publicados en dos dobles álbumes. Tanto el programa como los discos tuvieron un notable éxito y por ello fue galardonado Miguel con un Premio Ondas. Ese año de 1987 debió de ser intenso para Miguel Ríos, pues junto al programa y a los discos entra en contacto con la música rock de Latinoamérica y empieza a gestar otro de sus significativos giros. También celebra un multitudinario concierto en la plaza de toros de Ciudad de México, siendo el primer artista que logra el lleno absoluto en dicho recinto. Y finalmente, su querida Granada le otorga la Medalla de Oro de la ciudad.
De su disco “El rock de una noche de verano”, entresacamos este precioso tema: “No estás sola

 

 

A esto le sigue una etapa relativamente discreta del artista y empiezan a aparecer antologías de su extensa carrera y los reconocimientos en forma de premios (Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, entre otros), homenajes, etc. Pero Miguel Ríos no se duerme en los laureles; la música es su pasión y continúa con una nueva etapa en la que se inclina por el rock latino y más adelante por el swing y el blues. Más que discos sobrios, como se les suele calificar, los trabajos son elegantes, con dos temas de interés, como este: “Directo al corazón” del álbum del mismo título de 1991, último con Polydor y al que siguió un largo período sin publicar nada.

O este otro, “No voy en tren”, del disco “Como si Fuera la Primera Vez”, editado por Virgin en 1996, por cierto, el único que editó con esta compañía.

Bueno, pues a los que nos ha pillado el tren ha sido a nosotros, como siempre en guerra con el reloj.
Dejamos aquí a nuestro amigo Miguel, volveremos con él en una segunda entrega, y os emplazo para la próxima semana para otro recorrido por el proceloso mundo de la música.
Ya sabéis, habrá más historias, más músicos y más música. Hasta entonces… Buenas vibraciones.

 

 

 

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