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Nada más que libros – Ernesto Sabato – Informe sobre ciegos

8 noviembre, 2019 - Literatura
Nada más que libros – Ernesto Sabato – Informe sobre ciegos

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“¿Cuándo empezó esto que ahora va a terminar con mi asesinato?.Esta feroz lucidez que ahora tengo es como un faro y puedo aprovechar un intensísimo haz hacia vastas regiones de mi memoria: veo caras, ratas en un granero, calles de Buenos Aires o Argel, prostitutas y marineros; muevo el haz y veo cosas más lejanas: una fuente en la estancia, una bochornosa siesta, pájaros y ojos que pincho con un clavo. Tal vez ahí, pero quién sabe: puede ser mucho más atrás, en épocas que ahora no recuerdo, en periodos remotisimos de mi primera infancia. No sé. ¿Qué importa, además?”

Sobre héroes y tumbas: Informe sobre ciegos – Ernesto Sabato

 


 

Ernesto Sabato nació en Rojas en 1.911 y falleció en Santos Lugares, en 2011. Cursó estudios superiores de física en la Universidad de La Plata, en Buenos Aires. Trabajó en el prestigioso Laboratorio Curie, en París, sobre todo sobre radiaciones atómicas. Asimismo toma toma contacto con los surrealistas y existencialistas franceses. De vuelta a la Argentina, imparte clases de física en la Universidad. En 1.948 publica su primera novela, “El túnel” y , trece años después la novela que le dio fama internacional “Sobre héroes y tumbas”, 1.961; quedando consagrado con su última novela “Abaddón el exterminador” de 1.974. Como escritor que ha alentado la defensa de los valores y derechos de la persona, además de su postura contraria a la política dictatorial y autoritaria de algunos políticos argentinos, presidió, en 1.984, la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP), que redactó el “Informe Sabato”, sobre los desaparecidos argentinos entre 1.976 y 1.982. Debido a su ceguera, en los últimos años el autor abandonó casi por completo la lectura y la escritura.

“Informe sobre ciegos” tercera parte de la novela “Sobre héroes y tumbas”, constituye por sí misma una obra independiente. Se trata de un manuscrito que Fernando Vidal, dejó escondido antes de morir, y en él narra sus pesquisas para descubrir la trama del mal extendida por el mundo y organizada en la forma de una secta, de la cual los ciegos no son más que una de las manifestaciones: Un recinto donde se agita una multitud de seres, de los cuales los ciegos comunes son apenas su representación menos impresionante; regiones prohibidas donde se agita la oscuridad metafísica, vislumbrando aquí y allá, al comienzo indistintamente, como fugitivos y equívocos fantasmas, luego con mayor y aterradora precisión, todo un mundo de seres abominables. Aunque Fernando se considera en la actualidad un canalla, el canalla en que ha tenido de convertirse para entrar en contacto con el mal, la historia empezó casualmente mucho antes, un día de 1.947 en que Fernando vio cerca de la Plaza de Mayo a una ciega que parecía observarle. Sintió terror y entonces comenzó su investigación sobre los ciegos, cuyo siguiente episodio fue seguir a un ciego que ejercía de vendedor ambulante, aunque con la mala suerte de ser descubierto por él , hecho que le sumió en el pánico e hizo que interrumpiera sus pesquisas por un tiempo. Un personaje clave en la investigación fue un español llamado Celestino Iglesias, al que Vidal conoció hacia 1.929, cuando militaba en un grupo de anarquistas. Iglesias era un tipo taciturno, enjuto, anarquista utópico y bondadoso, que sin embargo estuvo vinculado a una banda de pistoleros dirigida por un personaje sanguinario llamado Osvaldo Podestá, que acabó siendo ametrallado por sus propios correligionarios cuando intentaba abandonar España con dinero robado, durante la guerra civil, en la que también participó Iglesias. De vuelta a la Argentina tras la guerra, Fernando volvió a entrar en contacto con Iglesias para pedirle que colaborara con él en la falsificación de billetes, actividad en la que era un experto. Pero un día Iglesias sufrió un accidente manipulando los ácidos que usaba para sus trabajos y se quedó ciego, hecho premonitorio que llevó a Vidal a interesarse de nuevo por el asunto, y a vigilar durante un largo periodo de tiempo al ciego para observar su transformación en un ser maligno, con la sospecha de que más pronto o más tarde, la Secta entraría en contacto con él para que se pusiera a su servicio. Para ello visita y acompaña a Iglesias, pide información a la dueña de la pensión donde vive, vigila de cerca su casa, usando de tapadera, para no levantar sospechas, a Norma Gladys Pugliese, una maestra a la que pretende corromper, ya la que acaba abandonando al sospechar que es una espía del enemigo. Finalmente, tras mucho tiempo de espera, un día Vidal vio a un ciego alto y rubio que merodeaba en torno a la pensión de Iglesias, y sospechó que podría ser la avanzadilla de la Secta. En los días que siguieron siguió visitando a Iglesias, halagando a la dueña de la pensión y procurando sacarle información, hasta que finalmente apareció en la casa un empleado de la compañía eléctrica, primero solo y después con un miembro de una sociedad de ayuda a los ciegos, y ambos ofrecieron un trabajo a Iglesias; el contacto con la Secta quedaba así concluido, aunque Iglesias no tuviera ninguna misión concreta en ella. Tras vigilar durante unos días, Vidal vio salir a Iglesias con el hombre de la sociedad de ayuda y decidió seguirlos, hasta que, después de dar algunas vueltas para despistar, llegaron a una plaza y entraron en una casa. Fernando fue detrás, subió unas escaleras y se encontró ante una puerta con candado tras la cual no parecía vivir nadie, por lo que supuso que el departamento era más bien la entrada hacia otro lugar. Entonces fue a buscar a un antiguo compañero que le ayudó a abrir el candado.

 

Entró en el piso, descendió por una trampilla y unas escaleras a un piso inferior, encontró a una mujer ciega que lo observaba, tras lo que perdió el conocimiento y sufrió una serie de alucinaciones: el viaje hacia un mundo misterioso de tinieblas. Al recobrarse, la ciega continuaba frente a él, en actitud impasible, y Fernando intentó disculparse alegando que entró a robar, aunque lo que verdaderamente temió es que lo enterraran vivo entre aquellas paredes, como les ocurrió a una pareja de criados en la casa de un tal Echagüe en 1.937: estos, por una supuesta distracción quedaron encerrados en el ascensor de la casa, que se quedó sin corriente eléctrica al marcharse todos de veraneo, y allí fueron encontrados muertos al cabo de tres meses. A continuación viene una larga reflexión y una narración retrospectiva de Vidal, que recuerda la historia de María Iribarne, su marido ciego, Allende y el pintor Castel, que mata a María por celos y es encerrado en un manicomio (personajes de “El túnel”, primera novela de Sabato). A raíz de estos hechos, y de haber sido descubierto por el ciego a que seguía, Fernando Vidal huyó de Argentina con pasaporte falso, llegó a Montevideo, y de allí a París, donde se instaló. En París entró en contacto con un pintor llamado Domínguez, que ejecutaba un retrato de una modelo ciega llamada Louise, que al parecer martirizaba a su marido, ciego y paralítico, manteniendo en su presencia encuentros sexuales con otros hombres, Domínguez entre ellos. Fernando también tiene relaciones con la ciega para seguir con sus investigaciones, pero acabó huyendo despavorido cuando descubre que la parálisis del marido es falsa, y que todo es una trampa de la Secta para sorprenderle. De París, Fernando se traslada a Roma, a El Cairo, a Bombay, Shangay, San Francisco, y de nuevo a la Argentina, cuando cree estar seguro de que no ocurre nada sospechoso. Fue entonces cuando Vidal entró en contacto otra vez con Iglesias, con lo que la narración vuelve a enlazar con el presente: la estancia en la casa misteriosa, la ciega que lo observa, y a la que aparta bruscamente de un empujón para trasladarse a otra habitación, y a través de un laberinto de pasadizos, túneles y cloacas, iniciar un alucinante viaje a los infiernos, hasta el mundo del mal y del horror situado en las profundidades subterráneas: habitáculo de “la gran Deidad, terrible y nocturna, con poder sobre la vida y la muerte”. Finalmente Fernando Vidal pierde el conocimiento, y amanece en su cuarto. Ha sido un viaje hacia el mundo del horror y, también, hacia el propio mundo interior.

 

“Sí: poco a poco yo había ido adquiriendo muchos de los defectos de la raza maldita. Y como casi siempre sucede, la exploración de su universo, había sido también la exploración de mi propio y tenebroso mundo”.

 

 

 

 

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