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Las semillas del corazón – Orígenes de la lírica occidental – ANACREONTE

18 enero, 2019 - Literatura, Poesía
Las semillas del corazón – Orígenes de la lírica occidental – ANACREONTE

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ANACREONTE: DÍAS DE VINO Y ROSAS

 

En la estela de Safo hay que situar a Anacreonte ( 574 y 485 a. C): el año de su nacimiento coincide con el de la muerte de la poeta. De hecho, conocía bien su poesía y a él debemos la noticia de las relaciones de la poeta de Lesbos con las muchachas que acudían a su academia de canto. No obstante, y pese a las innegables similitudes de fondo, el vitalismo de Safo adquiere en nuestro poeta un tono distinto. Lo que en aquella era sencillez en Anacreonte se torna refinado; lo que era en Safo susurrante intimidad se convierte en Anacreonte en desafiante hedonismo; lo que en Safo era delicada sinceridad se trueca en nuestro poeta en sutil histrionismo irónico. Se puede decir que con Anacreonte culmina uno de los grandes descubrimientos griegos: el de la alegría de vivir, el de apurar los placeres de la vida como única posible luz frente a las tinieblas de la muerte. Es decir: el descubrimiento -¡pasmémonos!- de la Belleza.

 

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Voces:

  1. Carlos Sangüesa
  2. Carlos Sangüesa
  3. Manuel Alcaine
  4. Elena Parra
  5. Chus Sanjuán
  6. Carlos Sangüesa
  7. Manuel Alcaine
  8. M José Sampietro
  9. Elena Parra
  10. Lola Orti
  11. Chus Sanjuán

 

Música:

 

 

 

TEXTOS: 

 

1

Amo de nuevo y no amo,
y estoy loco y no lo estoy.

 

2

LA LIRA

 

Quiero ensalzar cantando a los Atridas,
quiero cantar a Cadmo,
mas de mi lira los sonoros nervios
tan sólo amores dicen.

Otra lira pulsar en otro tono
quise, con nuevas cuerdas
y al pretender cantar al fuerte Heracles,
tan sólo amores respondió mi lira.

Héroes, dejad de enardecer mi mente,
porque mi lira, sólo amores canta.

 

3

DE LAS MUJERES

 

Naturaleza, a los feroces toros
dio temible defensa con sus astas,
cascos a los caballos,
rápidos pies a las veloces liebres,
a los leones dientes poderosos,
el volar a las aves,
el nadar a los peces
y a los hombres la fuerza de sus miembros.
¿Tal vez a la mujer dejó olvidada?
¿Cuál arma le ha entregado? La belleza:
el escudo más fuerte;
la espada más aguda;
pues la mujer con ella
domina los aceros y las llamas.

 

4

DE SÍ MISMO

 

Sobre los verdes mirtos recostado
quiero brindar, y sobre tiernos lotos,
y que el Amor, al cuello
con una cinta el palio recogido,
escancie el vino en mi profunda copa.

La breve vida pasa dando vueltas
cual la rueda de un carro,
y cuando se deshagan nuestros huesos
yaceremos en polvo convertidos.

¡Para qué entonces derramar ungüentos
sobre la tierra helada? ¿De qué sirve
libar sobre la tierra que nos cubra?
Mejor úngeme ahora,
coróname de rosas perfumadas
y haz que se acerque la mujer que adoro…

Mientras llega el momento
de acudir a las danzas infernales,
quiero vivir ajeno de cuidados.

 

 

5

LAS ROSAS

 

Derramemos el vino
sobre las frescas rosas,
que es flor de los amores.
Apuremos las copas
ciñendo nuestras sienes
con floridas coronas.

Entre todas las flores
la más bella es la rosa:
ríe la primavera
al romper su corola:
con ella se complacen
los dioses, y ella adorna
del hijo de la diosa Citerea
la cabellera blonda
cuando va con las Gracias
danzando en las praderas olorosas.

Ciñamos nuestras sienes, ¡oh Dionisos!
con floridas coronas,
y yo, cantando al eco de la lira,
danzaré ante las aras con la moza
de más alivio seno, coronado
de guirnaldas de rosas.

 

6

LA PALOMA

 

Amable palomilla,
¡ay!, ¡ay! ¿de dónde vuelas?
¿De dónde por los aires
caminas tan ligera?

¡Qué fragantes aromas
espiras y goteas!
¿Quién eres, dí, quién eres
y qué cuidados llevas?

“Mandóme Anacronte
que a su Batilo fuera,
al muchacho tirano
que a todos hoy sujeta.

Compróme de Dione
por una cantilena;
desde entonces le sirvo
en cosas de gran cuenta.

Ora, cual ves, le llevo
a Batilo estas letras,
y ha dicho que me haría
libre cuando volviera.

Mas quedaré su esclava,
aunque me diere suelta,
que vagar no me place
por montes y por selvas,

ni andar de rama en rama
posándome y, hambrienta,
manteniéndome sólo
de las frutillas secas,

cuando con pan ahora,
que en sus manos me muestra
y yo se lo arrebato,
mi dueño me alimenta,

y del vino que él bebe
me da también que beba,
y ya que estoy beoda
le bailo con mil fiestas,

y le hago sombra luego
con mis alitas tiernas,
y en su lira me pone
para que en ella duerma …

Todo lo sabes, vete
pues más que la corneja
con tu pregunta, amigo
me has hecho ser parlera.”

 

 

7

A UNA DONCELLA

 

En un tiempo, de Frigia en la ribera,
en roca fue Niove transformada
y la hija de Pandión, como una alada
golondrina, cruzó la azul esfera.

¡Ay si en tu espejo yo me convirtiera
para poder gozar de tu mirada!
¡Si trocándome, en túnica, abrazada
a ti toda la vida me estuviera!

Onda quisiera ser para bañarte,
ungüento y perfumar tu piel de nieve,
banda y el alto seno sujetarte,
perla y fulgir en tu garganta hermosa,
¡o ser quisiera tu sandalia breve,
que, como tú la huellas, es dichosa!

 

8

DEL AMOR Y LA ABEJA

 

No vio Cupido una abeja
que, escondida entre unas rosas,
para labrar su colmena
ingeniosamente roba.

Madrugó para hurtar
lo que mañana borda,
haciendo sus materiales
de los llantos de la Aurora.

Fue a cortar un ramo dellas,
y ella, que ve que la cortan
jardín, sustento y riqueza,
al diós picó, venenosa.

Dio el niño licencia al llanto,
soltó medroso las hojas,
y en sus lágrimas y en ellas
dio al prado nácar y aljófar.

-Muerto soy, madre- la dice-;
mi vida será muy poca,
porque una pequeña sierpe
y con alas, a quien nombran

los jornaleros abeja,
me ha picado. Mas la diosa
respondió: -Si una serpiente
de cuerpo y fuerza tan poca

puede dar dolor tan grande,
desarmada, humilde y sola,
¿cuánto mayor le darás
tú con las flechas que arrojas?

Bien es que sepas lo que es
dolor, y que le conozcas,
para que te compadezcas,
de muchos que por ti lloran.

 

9

EN UN FESTÍN

 

Alegres y gozosos,
dulce vino bebamos,
y en festivos cantares
celebremos a Baco,
al inventor del baile,
al amante del canto,
del niño Amor amigo
y de Venus amado.

De beodez amable
al padre soberano
de la risa y placeres,
que disipa cuidados,
que el dolor adormece;
y cuando el dulce vaso
los jóvenes ofrecen
de su licor mezclado,
cual viento impetuosos
van en tropel volando
los tristes pensamientos;
bebamos, pues, bebamos,
y en espumosas copas
embriaguemos cuidados.

¿Qué utilidad te viene
de los lamentos vanos?
Lo por venir, ¿quién sabe?
Pues al mortal no es dado
el saber de su vida
el destinado a plazo.

Por eso, yo, por eso,
bebiendo dulces vasos,
quiero danzas festivas
y de esencias bañado,
con hermosas doncellas
trabas lascivos lazos.

Tome pesar quien quiera,
aflíjanle cuidados,
y nosotros, contentos,
dulce vino bebamos,
y en festivos cantares
celebremos a Baco.

 

10

LA CIGARRA

 

Dichosa te llamamos,
cigarra que, en las ramas,
bebiendo del rocío,
como los reyes cantas.

Tuyo es el campo todo,
cuanto la selva abraza;
del labrador amiga,
a los mortales cara,

anuncias el Estío,
las Piérides te aman,
te otorga el mismo Febo
la voz sonora y grata.

¡Oh hija de la Tierra!
No la vejez te acaba,
impasible, sin sangre,
cantora dulce y sabia,
semejante a los dioses,
no del dolor esclava.

 

11

DE LA ROSA

 

Con la estación alegre
de flores coronada,
cantemos, dulce amiga,
las rosas delicadas.

La rosa de los labios
divinos es el ámbar;
la rosa es regocijo
de las humanas almas.

La rosa es el adorno
de las risueñas Gracias,
que en la estación de amores
con ella se engalanan.

De Cipris es recreo,
asunto de mil fábulas,
y del castillo coro
la predilecta planta.

¡Qué gusto arriesgarse
por cogerla entre zarsas!
¡Qué gusto entre las manos
saborear su fragancia!

En mesas y orgías
la rosa es necesaria
cual la luz; que no hay gusto
donde las rosas faltan.

Los brazos de las ninfas
y los dedos del Alba
son de rosa, y a Venus
rósea los vates llaman.

La rosa cura enfermos,
sepulcros embalsama,
vence al tiempo, que siempre
su olor juvenil guarda.

Digamos ya su origen:
Cuando la mar salada,
de su bullente espuma,
parió a la hermosa Pafia;

cuando de su cerebro,
de punta en blanco armada,
Jove parió a Minerva,
que al vasto Olimpo espanta,

brotó el rosal primero,
Cibeles emulada,
cuajando de pimpollos
las ramas delicadas.

Los inmortales dioses
aplauden y lo bañan
con el bermejo néctar
porque las rosas nazcan.

Y entonces entre espinas
se desplegó gallarda
del adorable Baco
la flor más apreciada.

 

Un pensamiento sobre “Las semillas del corazón – Orígenes de la lírica occidental – ANACREONTE

Fernando Alcaine

Hermoso canto a la alegría de vivir.

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