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Juan Ramón Jiménez – Animal de fondo.

7 junio, 2019 - Literatura, Poesía
Juan Ramón Jiménez – Animal de fondo.

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Histérico, monomaníaco, ciclotímico, paranoico, crítico, agudísimo, insoportable, obsesivo, caprichoso, vanidoso, soberbio, humilde, popular, exquisito, cursilón, sentimental, exacto, aristocrático, republicano, liberal, intelectual, divino, solitario, hipersensible, espiritual, carnal, inteligente, memorable, único, JRJ (1881-1958) vivió sólo para la poesía. De hecho, su vida fue su aventura poética. La aventura poética más radical en cualquier lengua: la de la búsqueda interior y la conquista de la inmortalidad. Sólo fue poeta y nada más. El poeta más grande de todo el siglo XX.

 

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ – Animal de fondo

 

 

 

CRÉDITOS (poema/voz/música):

Presentación/Fernando Alcaine/ Georges Delerue
1. Soledad/Chus Sanjuán/Georges Delerue
2. Cielo/Jose Sampietro/Georges Delerue
3. La negra y la rosa/Lola Orti/Georges Delerue
4. Yo no soy yo…/Elena Parra/Georges Delerue
5. Cenit/Pepi Vargas/Georges Delerue
6. Huir Azul/Manuel Alcaine/Georges Delerue
7. Redondez/Chus Sanjuán/Georges Delerue
8. El día bello/Jose Sampietro/Georges Delerue
9. Su sitio fiel/Elena Parra/Georges Delerue

 

 

 

 

Selección poemas:

1

Soledad

En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late y no lo siente…
¡Qué plenitud de soledad, mar sólo!

2

Cielo

Te tenía olvidado,
cielo, y no eras
más que un vago existir de luz,
visto ─sin nombre─
por mis cansados ojos indolentes.
Y aparecías entre las palabras
perezosas y desesperanzadas del viajero,
como en breves lagunas repetidas
de un paisaje de agua visto en sueños…
Hoy te he mirado lentamente,
y te has ido elevando hasta tu nombre.

3
La negra y la rosa

La negra va dormida, con una rosa blanca en la mano.
—La rosa y el sueño apartan, en una superposición mágica, todo el triste atavío de la muchacha: las medias rosas caladas, la blusa verde y transparente, el sombrero de paja de oro con amapolas moradas. Indefensa con el sueño, se sonríe, la rosa blanca en la mano negra.
¡Cómo la lleva! Parece que va soñando con llevarla bien. Inconsciente, la cuida —con la seguridad de una sonámbula— y es su delicadeza como si esta mañana la hubiera dado ella a luz, como si ella se sintiera, en sueños, madre del alma de una rosa blanca. A veces, se le rinde sobre el pecho, o sobre un hombro, la pobre cabeza de humo rizado, que irisa el sol cual si fuese de oro, pero la mano en que tiene la rosa mantiene su honor, abanderada de la primavera—.
Una realidad invisible anda por todo el subterráneo, cuyo estrepitoso negror rechinante, sucio y cálido, apenas se siente. Todos han dejado sus periódicos, sus gomas y sus gritos; están absortos, como en una pesadilla de cansancio y de tristeza, en esta rosa blanca que la negra exalta y que es como la conciencia del subterráneo. Y la rosa emana, en el silencio atento, una delicada esencia y eleva como una bella presencia inmaterial que se va adueñando de todo, hasta que el hierro, el carbón, los periódicos, todo, huele un punto a rosa blanca, a primavera mejor, a eternidad…

4

Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

5

CÉNIT

Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú te unas con mi vida
y me completes así todo;
hasta que mi mitad de luz se cierre
con mi mitad de sombra
—y sea yo equilibrio eterno
en la mente del mundo:
unas veces, mi medio yo, radiante;
otras, mi otro medio yo, en olvido—.

Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú, en tu turno, vistas
de huesos pálidos mi alma.

6

Huir Azul

El cielo corre entre lo verde.
¡Huir azul, el agua azul!
¡Hunde tu vida en este cielo
alto y terrestre, plenitud!

Cielo en la tierra, esto era todo.
¡Ser en su gloria, sin subir!
¡Aquí lo azul, y entre lo verde!
¡No faltar, no salir de aquí!

Alma y cuerpo entre cielo y agua.
¡Todo vivo de entera luz!
¡Este es el fin y fue el principio!
¡El agua azul, huir azul!

7

Redondez

Acariciar el hombro,
acariciar la ola,
acariciar la nube,
acariciar la roca.

La mano con la luz
sobre el alma con forma.
Melodía del tacto,
eternidad redonda.

8
El día bello

Y en todo desnuda tú.
He visto la aurora rosa
y la mañana celeste,
he visto la tarde verde
y he visto la noche azul.
Y en todo desnuda tú.
Desnuda en la noche azul,
desnuda en la tarde verde
y en la mañana celeste,
desnuda en la aurora rosa.
Y en todo desnuda tú.

9
Su sitio fiel

Las nubes y los árboles se funden
y el sol les trasparenta su honda paz.
Tan grande es la armonía del abrazo,
que la quiere gozar también el mar,
el mar que está tan lejos, que se acerca,
que ya se oye latir, que huele ya.
El cerco universal se va apretando,
y ya en toda la hora azul no hay más
que la nube, que el árbol, que la ola,
síntesis de la gloria cenital.
El fin está en el centro. Y se ha sentado
aquí, su sitio fiel, la eternidad.
Para eso hemos venido. (Cae todo
lo otro, que era luz provisional.)
Y todos los destinos aquí salen,
aquí entran, aquí suben, aquí están.
Tiene el alma un descanso de caminos
que han llegado a su único final.

 

 

 

 

Un pensamiento sobre “Juan Ramón Jiménez – Animal de fondo.

FERNANDO

Estupendo, Trafulla: voces divinas de JRJ.

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