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Caminar, mirar, contar – Los puerros de Borrastre

8 febrero, 2024 - Radio reportajes
Caminar, mirar, contar – Los puerros de Borrastre

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Los puerros de Borrastre

-Elena Parra-

 

CARTEL CMC-puerros Borrastre-cuadro

 

Hablo por teléfono con mi hijo, que me atiende a ratos pero otros creo que ni me escucha. Me cuenta sobre su trabajo y yo le recuerdo que me iré el fin de semana a Fiscal, y cuando se nos va terminando la conversación se me ocurre decirle que estoy leyendo un libro sobre la realidad que me está poniendo más que confusa con la realidad. “Ya te pasaré algún link”, le digo, y colgamos. A los dos minutos me envía un mensaje con una palabra: fanerón. No sé qué es eso, pero la verdad es que estimula mi curiosidad. Resulta que un fanerón, que en griego significa visible o mostrable, es la totalidad de lo que hay en la mente o en la conciencia con independencia de que corresponda o no a algo real.
Pierce, que está considerado el padre de la teoría de los signos, fue el que inventó este término. Y Dijo “Mi opinión es que hay tres modos de ser, y podemos observarlos en todo lo que está presente en nuestra mente en todo momento. Son el ser de la posibilidad, el ser del hecho actual y el ser del que gobernará los hechos en el futuro”

Todo, según Pierce, se relaciona o se vincula. Porque, según él: “Todo lo que hallé en mi mente está presente permanentemente en todas las mentes”.

Nada menos, y nada más.

Primera hora de la mañana en Borrastre, pedanía de Fiscal. La niebla está encajada en Jánovas, al final del valle, y lo cierra como si fuera un tapón. El sol está a punto de aparecer en esa línea de monte que se dibuja nítida y todavía oscura. El día empieza limpio, con mugidos de vaca y ladridos de muchos perros. La condensación sobre el cauce del Ara durará todavía un rato, mientras vaya subiendo la temperatura.

Salimos de ruta con la intención de hacer una circular que nos lleve desde Puyuelo a las gargantas de Nabaín -con b- o Santa Marina, la montaña mítica de la Solana a la que la Ronda de Boltaña ha cantado en tantas ocasiones. Después, los más valientes, intentarán llegar a la cima. Los debiluchos, según la disparatada concepción de mi hermano que hace ultracarreras de hasta 160 km, nos podemos quedar por el camino, por las gargantas o por el bosque buscando setas y tomando el sol, tirados por ahí.

Según los pronósticos hoy llegaremos a 18 grados, pero ahora todo está cubierto de una rosada leve. Otro día de primavera en el ciclo del invierno. Acabo de leer que Plutón está en Acuario desde el 21 de enero. Es el planeta de la trasformación y arrasa sin miramientos con todo lo que ya no sirve. Pienso en las complejas alianzas de los astros mientras vamos en coche hasta el inicio de la ruta. Conozco lo que hay detrás de cada curva, pero me sigue sorprendiendo que todo siga ahí.
“El Nabaín se encuentra en el gran anticlinal de Boltaña, pliegue de gran importancia geológica con vistas al río Ara en el congosto de Jánovas y con increíbles panorámicas de la Solana, del macizo de Monte Perdido y buena parte de la zona central de la comarca de Sobrarbe” (Disfrutando del camino.es).
Aparcamos cerca de Jánovas y empezamos el camino por un campo reseco y plano. Un letrerito nos avisa de que estamos en medio de una ruta ciclista llamada la Caparra, garrapata, en aragonés, que hace un giro estilo tour de Francia de montaña por varios despoblados de la Solana. Poco a poco, conforme ascendemos, van apareciendo las primeras hojas de los bojes secos. Después, nos adentramos en el bosque. Robellón, casi ciego y bastante sordo, repta más que camina a una distancia muy corta del suelo, parece que levita.

Puyuelo, primera parada y rango establecido para los débiles, se asoma por arriba, y enseguida dejamos atrás los desvíos a Campol y San Martín. Hace tiempo que quiero conocer el hotel de San Martín de la Solana, pero hoy no es el día. Tras poco más de una hora y media, un poco más arriba de Puyuelo, me tropiezo y me hago daño, y tengo que abandonar la subida. ¡Os espero en Puyuelo!, les digo, obligándoles a cambiar el recorrido y a volver a pasar por donde ya hemos pasado. Pero la caída me sale bien. Además de disfrutar de mis obligados estiramientos al sol, en manga corta y mirando el horizonte, me llego de vuelta hasta Puyuelo, porque al pasar hemos visto señales de vida. Acabo tomando un café con dos alemanes y un belga que llevan varios años en España y uno escaso por aquí. Están rehabilitando varias viviendas, que me enseñan. En una de ellas, Moritz, que es de Múnich, ha conservado, limpiado y rehabilitado un suelo precioso. Intercambiamos correos porque me dice que tiene muchas fotos del pavimento, ya que ahora, con tantas cosas por en medio resulta muy difícil ver bien el dibujo completo hecho con piedras tubulares, de cantera cercana, y alguna losa.

Espero al resto de la camada tomando el sol en una antigua era. Robellón se ha quedado conmigo y no parece que tenga demasiada prisa en hacer el camino de bajada. La rodilla está algo extraña, pero quiero pensar que el próximo domingo llegaré hasta la cima del Nabaín.

Pasaremos la tarde en el Asador de Fiscal. Leo Susana, músico de origen dominicano afincado en Fiscal, empieza con su temporada de conciertos, y aunque estamos aún en enero y vamos con abrigo y bufanda, es un gusto escucharle, el mismo que a 30 grados y con pantalón corto.

Cuando empieza con Sabina todos nos hemos hecho a amigos. Cuca, la camarera, es una mujer hiperactiva y simpatiquísima que se vino a vivir aquí cuando empezó a correr de forma casi profesional. Ahora es una de las veteranas más prometedoras de Aragón. Trabaja y corre, corre y trabaja. Siempre sonríe, y hoy está guapísima.
Este lugar es especial. Brasa, terraza y discoteca. Su inmensa pradera, con recovecos y alturas, se desliza suavemente en pendiente hacia el río Ara. En primavera y en verano, el escenario protagoniza largos tardeos con Leo Susana incitándote a bailar. Me encanta estar aquí.

Volvemos a Borrastre y damos un paseo hasta el huerto, donde cogemos muchos puerros porque solo hay puerros. Todo lo de hoy se me viene a la cabeza de golpe, el sol en el camino al Nabaín, Puyuelo y sus moradores alemanes, las pequeñas piedras tubulares, tan bonitas, Leo Susana y Sabina, y la sopa de puerros que vamos a hacer ahora. Las realidades del pasado, del presente y del futuro inundan también el valle y conducen unas hacia otras mientras el día se cierra con calma por el oeste.
A veces, cuando estoy aquí, sé que no estoy mirando al río, sino que yo soy el río.

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