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Zaragoza te habla – Santo Dominguito

11 noviembre, 2021 - Zaragoza te habla
Zaragoza te habla – Santo Dominguito

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CARTEL ZTH - Sto. Dominguito-cuadro

 

 

En el programa de hoy, segundo de esta temporada, y en estas fechas todavía cercanas al día de los muertos, me voy a referir al caso del niño Domingo de Val, más conocido como Santo Dominguito de Val, personaje cuya aberrante leyenda puede hacer sonrojar a quien se acerque al trasfondo de esta oscura e inquietante parte de nuestra historia cuya versión más difundida es bastante más reciente de lo que pueda parecer. Este santo, con tradicional presencia en el nomenclátor callejero, fue mitificado por la religión cristiana más retro, vivió un renacimiento durante el nacionalcatolicismo al comienzo de los años 50 del pasado siglo, y aún hoy tienen seguidores entre los grupos católicos más ultras.
La historia de este personaje está absolutamente corrompida por la leyenda construida alrededor de él, de forma que resulta difícil discernir entre lo real y lo inventado. Lo que sí parece claro es que la leyenda que ha llegado a nuestros días está preñada del feroz antisemitismo que recorrió Europa en las últimas décadas del siglo XIX, y que todavía algunos reproducen si el más mínimo rubor. Este relato, de esta forma, se centra en las desventuras de un niño zaragozano de diez años llamado Dominguito que, siendo infantico de la catedral de la Seo, un aciago día del año de 1250 regresaba a su casa pasando por la calle del Talmud de la judería cuando fue raptado por unos malvados judíos que, encabezados por el rabino Mossé Albayucet, lo apresaron para que renegara de la “verdadera fe”. Ante su firme determinación de no hacerlo, lo clavaron en una pequeña cruz a cuyos pies instalaron una copa para recoger su sangre y beberla luego durante la llamada “Pascua de Sangre”. De esta forma, según una retorcida creencia este habría sido un ejemplo de los secuestros rituales de niños cristianos realizados por judíos para luego asesinarlos y beber su sangre y celebrar de esta enfermiza forma “la liberación del pueblo judío de la esclavitud a la que fue sometido durante su estancia en el antiguo Egipto”.
Finalmente, y tras amputarle la cabeza y miembros, estos malvados judíos lo metieron en un saco y lo echaron al río Huerva con alevosía y nocturnidad un poco antes de su desembocadura en el Ebro, donde al día siguiente una “aureola resplandeciente” llamó la atención de los guardas del cercano puente de Tablas, que recuperaron el cadáver.
Tuvieron que pasar casi cuatrocientos años para que esta atrocidad se convirtiera en la “tradicional devoción” del niño-mártir practicada en todo el mundo católico. Así, en 1671 se edificó una capilla en la Seo donde se depositaron sus huesos, y años antes ya la antigua calle del Talmud donde tuvo lugar su martirio recibió el nombre de Santo Dominguito de Val para recordar de forma perenne esta barbaridad. El 31 de agosto se convirtió en la festividad en que se conmemoraba esta rocambolesca y truculenta historieta que acabamos de reproducir, bien poco amable, que no era sino la zaragozana y decimonónica adaptación de una leyenda inglesa inventada cien años antes y orientada a la incitación fanática al odio racial y religioso de los no cristianos, en este caso, los judíos.
La desaparecida gran casa de los Sora o Salabert, que supuestamente fuera domicilio de Dominguito, contó en su fachada, hasta su derribo en los años 30, con una destacable hornacina que representaba la imagen de este niño-mártir. En1949 el Rosario de Cristal de Zaragoza incorporó un nuevo farol dedicado a Santo Dominguito de Val donde entre otras imágenes se reproduce la escena idealizada del niño crucificado, a cuyos pies aparecen los instrumentos de su martirio (cruz de espinas, clavos, martillo…), tal como dicen que padeciera nuestro señor Jesucristo. Un par de años después y a iniciativa del Ayuntamiento de la época, se erigió un monumento a Santo Dominguito en la glorieta de San Lázaro, donde estuvo hasta que gracias a una remodelación de la zona fue discretamente retirado al lugar donde en esta ciudad se guardan las cosas que ya nadie ha vuelto a ver nunca más. A mediados de los años 60 y en el marco del renovador Concilio Vaticano II, la iglesia católica suprimió el culto oficial a este santo niño-mártir, aunque su rama más ultra mantiene hoy con fervor esta poco edificante devoción.
Terminamos. Espero que la próxima vez que inopinadamente usted pase por la calle de Santo Dominguito de Val le vengan al recuerdo estas líneas, estas palabras, que nos conectan con una tenebrosa parte del pasado de Zaragoza más pesadillesco. Un cordial saludo, y hasta la próxima ocasión.

 

 

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