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Zaragoza te habla – Cubrir el Huerva: Antecedentes

8 febrero, 2019 - Zaragoza te habla
Zaragoza te habla – Cubrir el Huerva: Antecedentes

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En el programa de hoy os propongo acercarnos a las abruptas márgenes del Huerva, uno de los ríos más importantes de la historia de la ciudad, para iniciar un relato sobre el interesante proceso que supuso cubrir una buena parte de su trazado urbano. De esta forma, en este episodio narraremos lo sucedido hasta que en 1922 comenzó la obra de soterramiento.
Desde antiguo, el aporte de agua por el río Huerva ha sido fundamental en la historia de Zaragoza. A pesar de su carácter marcadamente mediterráneo, y que en comparación con el caudaloso Ebro y aun el Gállego, hubo épocas en que su denominación fue de “arroyo”, este río era el fundamental aporte que nutría los riegos del sureste, sobre todo mediante las acequias de la Romareda y de las Adulas, muy reforzadas en su caudal cuando a finales del siglo XVIII fue construido el Canal Imperial de Aragón. Así fue hasta que a mediados del siglo XIX una serie de modernos proyectos se toparon con el río como obstáculo infranqueable.
Sorprendentemente, el primer proyecto tuvo que ver con el ramo de la Guerra. España estaba sumida desde 1833 en una serie de guerras civiles que bajo la denominación de Guerras Carlistas, llevaron a declarar a Zaragoza como plaza de guerra de primer orden, lo que conllevó la redacción de un proyecto de fortificación que en 1859 tomó forma mediante la propuesta de reforzar la medieval muralla de la ciudad mediante una nueva línea de fuertes que se habrían de construir desde la Puerta de Sancho y hasta las Tenerías, a la distancia aproximadamente del monte de Torrero. En 1862 se propuso convertir esta línea de fuertes en una muralla compacta y continua, con su correspondiente foso, en principio seco. El Ayuntamiento propuso entonces desviar el curso del río Huerva para rellenar de agua ese foso y, de paso, poder así aprovechar el antigua cauce para dar paso al crecimiento y ensanche de la ciudad. Aunque este proyecto bien sabemos que no llegó a buen puerto, entre otras razones por el colosal presupuesto que precisaba, resulta interesante pararse a pensar siquiera un minuto sobre lo que ello hubiera supuesto para la configuración de la ciudad.
En paralelo a este descomunal proyecto, y al comienzo de la década de 1860, la idea de desviar el tramo del río comprendido entre el puente de Santa Engracia y el de San José se asoció a la posibilidad de incorporar el antiguo cauce a la nueva zona edificable del ensanche sur. En 1880 esta propuesta ya cobró forma como cubrimiento del Huerva para poder urbanizar y ensanchar la ciudad hacia el mediodía. Era sintomático que el cubrimiento propuesto comenzara en el puente de Santa Engracia, pues entonces no se preveía que la ciudad fuera a crecer mucho más hacia el sur, y además el nuevo ensanche estaba aún vertebrado por el camino de Torrero, donde se estaban diseñando algunas de las más importantes viviendas unifamiliares proyectadas a ambos lados de este burgués ensanche.

Fue la construcción de la monumental Facultad de Medicina y Ciencias, inaugurada en 1893, la que abrió la puerta a la posibilidad de cubrir el Huerva más allá de la Puerta de Santa Engracia. Fue entonces cuando el Huerva se convirtió en un río “inoportuno”, que fluía por donde no debía, que taponaba el desarrollo y modernización de Zaragoza, en una lógica que tantas veces se ha escuchado luego en esta ciudad cuando algo antiguo, aunque fuera natural, no se adaptaba a los intereses particulares de algún promotor o propietario. Porque en este caso de eso se trataba, de los intereses de negocio de los grandes propietarios de los terrenos situados a ambas márgenes del río, que calculaban con precisión los astronómicos beneficios de la operación. A esta presión se sumaron los habituales y populistas discursos que buscaban el respaldo popular a sus intereses mediante la apelación a las enormes mejoras que esta obra supondría para la moderna imagen de la ciudad, y para la higiene urbana, pues la mala calidad de sus aguas parece ser que amenazaban con contaminar a toda la urbe.
Ante tal suma de voluntades y presiones políticas, en 1898 se anunció como ya hecho el acuerdo para cubrir el tramo del río junto a la Facultad de Medicina, de forma que el Gobierno se encargaría de las obras de encauzamiento y abovedamiento, mientras que el Ayuntamiento debería acometer la urbanización del espacio resultante. Sin embargo, este proyecto no pasó de las musas al teatro por el cambio de actitud del Gobierno en cuanto a asumir en solitario el costo del cubrimiento. Desde entonces, se sucedieron numerosos llamados retóricos a la necesidad del cubrimiento, sin que en todo ese tiempo se detectara miasma o efluvio maligno alguno que desde el río amenazara a la salud pública.
En la década de los años diez del nuevo siglo XX se llevó a cabo la obra del realineamiento del paseo de Sagasta en su entronque con la glorieta formada por la confluencia del paseo de Pamplona y la plaza de Aragón. Ello supuso ensanchar el antiguo puente de Santa Engracia y realizar el primer y pequeño cubrimiento del río Huerva para conformar el despejado espacio triangular que poco después fue denominado plaza de basilio Paraíso.
Ya al principio de la década de los años veinte, un par de modificaciones legislativas a nivel estatal permitieron al Ayuntamiento acometer proyectos de saneamiento, de forma que el arquitecto municipal Miguel Ángel Navarro pudo presentar, entre otros, el proyecto de “cubrimiento del río Huerva para saneamiento y preparación de las obras de ensanche y parque de la ciudad”, en coherencia con el proyecto de ensanche hacia el sur por Miralbueno.
En febrero de 1922 el Ayuntamiento aprobó un presupuesto de casi cinco millones de pesetas para acometer el cubrimiento, cuyo desarrollo veremos en un programa posterior.

 

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1918-Huerva al aire 1918

Huerva al aire 1918 – AHPZ-MF-COYNE. 1918. El río Huerva había sido la gran trinchera sureña durante el bienio bélico 1808-1809. La fuerte orografía de su cauce lo hacían natural foso, infranqueable. Por eso la lucha por los puentes, como el de San José, fue más que encarnizada, homérica. Durante la segunda mitad del XIX la ciudad empezó a salir de su medieval corsé urbano, y se topó con el río. Hubo un proyecto de desviar su curso, pero el presupuesto superaba lo imaginable, y se descartó por delirante. Los dueños de los terrenos sureños, además, congelaron cualquier intento de establecer una cabeza de puente hacia el sur, para dar tiempo a que el valor de sus propiedades se multiplicara. Sólo hubo un controlado escape al bloqueo: el Paseo de Sagasta. Mientras, en las orillas del río, especialmente a lo largo del Camino del Sábado, se ubicaron toda suerte de fábricas e instalaciones textiles, de curtidos, zapatos, tintes.. que desaguaban residuos y vertidos directamente. A pesar de eso, el río también era un hábitat natural para la expansión y recreo, incluyendo el baño en localizadas “pozas”, y la pesca (barbos y cangrejos). La imagen captura el cauce nevado del Huerva antes de su cubrimiento en el arranque de la “Gran Vía” (1925-1932). La he volteado horizontalmente porque en su estado original (Archivo Coyne), la Antigua Facultad de Medicina y Ciencias de la Universidad de Zaragoza quedaba en la orilla derecha, y el paisaje ha cambiado mucho desde entonces, pero no hasta ese extremo. Hace unos pocos años (2009), con motivo de la renovación de infraestructuras durante la recuperación del tranvía, el cauce del Huerva volvió a ver la luz natural, 84 años después de ser cubierto, y provocó una conmoción ciudadana. Ya pasó. Proyecto GAZA (“Gran Archivo Zaragoza Antigua”), es un compendio de imágenes de la antigua Zaragoza (España), acompañadas de textos creados por José María Ballestín Miguel y la colaboración de Antonio Tausiet.

 

1925-Cubrimiento Huerva

Cubrimiento Huerva 1925 – Imagen del cubrimiento del río Huerva en su urbano tramo entre la curva de “La Veneciana”, cuyas instalaciones destacan al fondo, y el puente de Santa Engracia, desde donde se ha realizado esta captura. A la izquierda, el circuito del antiguo velódromo, y el arranque del camino del Sábado. A la derecha, el Hospital Clínico y la Facultad de Medicina y Ciencias. Al fondo, la fábrica de sombreros de Gregorio Hernández, junto a la zanja del ferrocarril de la línea MZA. Destaca la notable diferencia de cota entre una y otra orilla del río, que el cubrimiento nivelará adecuadamente. Fuente visual: Ángel Aísa y Hermanos. Proyecto GAZA (“Gran Archivo Zaragoza Antigua”), es un compendio de imágenes de la antigua Zaragoza (España), acompañadas de textos creados por José María Ballestín Miguel y la colaboración de Antonio Tausiet.

 

Cubrimiento Huerva 1925 – Obras de cubrimiento del río Huerva en la Gran Vía, entre la calle Goya y la plaza Paraíso. 1925. Obras de rectificación del cauce en la curva de “La Veneciana”, demoliendo los antiguos muros para construir los nuevos. Fuente: AHPZ-Archivo Coyne, (SF), Estudio Coyne. Proyecto GAZA (“Gran Archivo Zaragoza Antigua”), es un compendio de imágenes de la antigua Zaragoza (España), acompañadas de textos creados por José María Ballestín Miguel y la colaboración de Antonio Tausiet.

 

Gran Vía 1925 – Imagen de las obras de cubrimiento del río Huerva en su tramo urbano, en la denominada “Primera zona”, desde la “curva de la Veneciana”, escenario de la captura fotográfica (esa fábrica quedaba a la derecha), hasta el puente de Santa Engracia. Al fondo, parcial vista de la fábrica de sombreros que en 1931 sufriría un fatal incendio. Fuente visual: Carlos Blázquez, en “El Huerva, un río con mucha historia”. Proyecto GAZA (“Gran Archivo Zaragoza Antigua”), es un compendio de imágenes de la antigua Zaragoza (España), acompañadas de textos creados por José María Ballestín Miguel y la colaboración de Antonio Tausiet.

 

Cubrimiento Huerva 1926 – Imagen capturada a nivel del río Huerva durante las obras de la primera fase de su cubrimiento en el tramo urbano desde la plaza de Paraíso hasta la curva de la Veneciana (unos 450 metros de largo). Era una de las actuaciones para el desarrollo del acceso al ensanche de Miralbueno y el Parque de Zaragoza o de Buenavista. El cauce fluvial ya ha sido modificado para recibir el cubrimiento mediante la construcción de dos muros de contención de hormigón en masa de unos ocho metros de altura en los que se han insertado unas ménsulas donde apoyar las vigas de hormigón armado de catorce metros de luz. Al fondo se siluetea el antiguo puente de Santa Engracia bajo la plaza del Paraíso. En superficie, el nuevo vial resultante será denominado en un primer momento Gran Vía. Consecuencia inmediata de ello fue la conversión de la plaza de Paraíso en el punto de encuentro de hasta cinco grandes vías de tránsito (los paseos de Independencia, Pamplona y Sagasta, y los dos nuevos viales resultado del cubrimiento), lo que a corto plazo derivó en su conversión en una mera rotonda de tráfico rodado con graves problemas de movilidad que perduran en el tiempo. Cierta lectura más profunda de la génesis y desarrollo del cubrimiento del Huerva vincularía el proyecto a los ritmos de los intereses especulativos del sector propietario e inmobiliario que buscaban aumentar las expectativas urbanísticas de los terrenos comprendidos entre la plaza de Paraíso y el parque de Buenavista, hasta entonces convenientemente mantenidos en situación de barbecho. Fuente visual: Ángel Aísa y Hermano. Proyecto GAZA (“Gran Archivo Zaragoza Antigua”), es un compendio de imágenes de la antigua Zaragoza (España), acompañadas de textos creados por José María Ballestín Miguel y la colaboración de Antonio Tausiet.

 

Cubrimiento del Huerva 1927 – El río Huerva está siendo cubierto en el tramo desde la plaza de Paraíso y en paralelo al paseo de la Mina. A la izquierda, el colegio de los PP. Jesuitas. Al fondo, la Facultad de Medicina y Ciencias y las Clínicas Universitarias. A la derecha, traseras de algunos de los diversos hotelitos de la plaza de Aragón. Fuente visual: Ángel Aísa y Hermano. Proyecto GAZA (“Gran Archivo Zaragoza Antigua”), es un compendio de imágenes de la antigua Zaragoza (España), acompañadas de textos creados por José María Ballestín Miguel y la colaboración de Antonio Tausiet.

 

 

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