En el programa de hoy vamos a retomar un asunto al que nos referimos hace unos cuantos programas, cuando hablamos del lavadero de “La Balseta” del barrio de San José, si bien ahora os proponemos ampliar el foco y recuperar la memoria de otros lavaderos que durante los siglos XIX y XX funcionaron en Zaragoza, en unas ubicaciones que posiblemente llamen la atención, si bien eran perfectamente coherentes con el tamaño y distribución de espacios de la ciudad de la época.
Lo cierto es que a diferencia de lo que sucedía en los pueblos y lugares de Aragón, donde la memoria de los lavaderos públicos se podía rastrear al menos hasta el siglo XVI, Zaragoza no contó con lavaderos públicos hasta el siglo XIX. Unas estrictas Ordenanzas Municipales de finales del siglo XVIII prohibían lavar ropa en la ribera del Ebro desde el molino y la puerta de Sancho hasta bien pasado el puente de Tablas, además de en las principales acequias que surtían de agua a la ciudad (como la de la Almozara, la Romareda, las Adulas), y por supuesto en el río Huerva. Como atestigua el cuadro de Juan Bautista del Mazo titulado “Vista de Zaragoza en 1653”, que incluye lavanderas trajinando ropa en la margen derecha del Ebro junto al puente de Piedra, esta era práctica habitual que quedó prohibida desde 1794.
Por eso, el primer lavadero público de Zaragoza, denominado de los Puentecicos, tuvo que emplazarse en 1818 en la margen izquierda del río Ebro, entre la arboleda de Macanaz y el camino de la Hortilla, abastecido por el escorredero de agua de las Balsas de Ebro Viejo.
Años después, al albur del tirón urbanístico del Salón de Santa Engracia y el comienzo de la expansión de la ciudad hacia el sur, fue abierto el lavadero de Fermín Íñigo entre la calle de las Recogidas (luego de Cádiz) y la del Juego de la Pelota (luego marqués de Casa Jiménez). En 1865 fue abierto el más destacado y concurrido lavadero de la época, en terrenos de la antigua y desamortizada huerta del convento de San Ildefonso: el lavadero de Castellví, entre la plaza del Carmen, las calles de la Reina y la del Hospital (luego de Ramón y Cajal), y el propio Hospital Militar instalado en el referido convento de San Ildefonso. Por ello, este lavadero era también conocido como del Hospital. Fue cerrado al principio de los años 30 del pasado siglo XX, sustituido por las lúdicas y modernas instalaciones del Iris Park, con sus concurridas pistas de baile, su teatro y su cine.
En los comienzos del siglo XX fueron estableciéndose otros lavaderos en el entorno del paseo de Pamplona, como el de El Carmen, que llegaba hasta el cuartel de Artillería homónimo. Otro lavadero confrontaba con éste al otro lado del paseo de Pamplona, y se extendía por la calle de Hernán Cortés. Y otro lavadero más, junto a éste, llegaba hasta el camino de los Cubos.En el entorno del río Huerva se concentraba una buena cantidad de lavaderos, como el de la Señora Benita, o Señá Benita, según castiza deformación, ubicado justo en el arranque de la calle de Miguel Servet, junto al puente de San José. Frente a éste se ubicaba el lavadero Hondo o de Montemolín, cuyo nombre (Hondo) respondía a su honda ubicación en relación con el nivel de la calle de Miguel Servet, pues estaba casi al nivel del rio Huerva. Junto al lavadero de la Señora Benita se encontraba también el lavadero de San José o del Tío Diego. Aguas arriba del Huerva estaba el lavadero de los Cristales, en el paseo de la Mina, entre los viveros del Ayuntamiento, la harinera de Samper y el antiguo colegio del Sagrado Corazón.
Aguas abajo del Huerva encontramos el lavadero del Pilar, también denominado La Higiénica, establecido en 1870 en la calle del Asalto frente al solar donde poco después se instaló la emblemática fábrica de regaliz ZARA. Inmediato al paseo de la Independencia y la plaza de Aragón estaba el lavadero de los Baños de Santa Engracia. En la esquina de la calle de San Miguel con la de Isaac Peral se abrió un lavadero sobre cuyo solar más tarde se construiría el lúdico edificio del Teatro Circo.
En la margen derecha del Ebro, en la calle del 29 de septiembre (luego de Santa Lucía), había otros dos lavaderos: el de la Sierra de Agua entre los conventos de las Fecetas y el de Santa Lucía; y el de Gregorio, inmediato al antiguo convento dominico de Santo Domingo.
En la margen izquierda del Ebro, además del ya citado de los Puentecicos, encontramos dos lavaderos en el barrio de Jesús: el lavadero de Modesto Andrés entre el puente de Hierro y el Molino de la Sal; y el lavadero de San Lázaro, junto al antiguo y homónimo convento.Mientras la ciudad va modernizándose, los lavaderos desaparecen al ritmo de procesos urbanizadores que compactan con viviendas lo que hasta entonces era suelo en barbecho urbanístico. Para los propietarios de los terrenos donde perduraban los lavaderos resultaba irresistible la posibilidad de cerrarlos y vender el suelo a los emprendedores inmobiliarios del momento. De esta forma, en 1948 apenas si quedaban ya tres de esos lavaderos referidos: La Higiénica, en la calle del Asalto; y los lavaderos de la Señora Benita y del Tío Diego en la calle de Miguel Servet. En 1954, de los 18 lavaderos públicos que llegaron a existir en Zaragoza, ya sólo quedaba El Higiénico. En el barrio de San José, como ya dijimos en su día, el lavadero de la Balseta subsistió hasta su consensuado derribo al principio de los agitados años 70. Con él desaparece definitivamente este antiguo oficio en la ciudad de Zaragoza.