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Zaragoza te habla – Antiguos barrios

10 noviembre, 2022 - Zaragoza te habla
Zaragoza te habla – Antiguos barrios

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En este segundo programa de la temporada os propongo un repaso a los antiguos barrios del contorno urbano que dejará pasmados a quienes creen que la Zaragoza “de toda la vida” es apenas la de los últimos 50-60 años, porque desde bastante antes un buen número de barrios y barriadas comenzaron a ensanchar las costuras de la vieja ciudad y a sembrar el trazado de otra nueva, la actual.


CARTEL ZTH -Antiguos barrios cuadrado

Los primeros ensanches urbanos extramuros llegaron por el recóndito sur, cuando a finales del siglo XVIII la llegada de aguas por medio del Canal Imperial de Aragón propició el establecimiento de una barriada en el entorno de la denominada “playa” de Torrero, en la margen izquierda del Canal, donde fue emplazado el puerto civil de Miraflores. Un siglo después y en la década de los años ochenta del XIX, unos doscientos metros pasado el veterano puente de América de piedra destacaba el humilde barrio de Triana, emplazado en el despartidero entre el camino de las Canteras o camino Viejo del Cementerio (Fray Julián Garcés) y el nuevo camino que ascendía a la municipal necrópolis de Torrero (avenida de América). Este barrio meridional sería la avanzada del inmediato y posterior barrio de Venecia, trazado a finales de ese siglo y cuyo éxito acabaría fagocitándole. Unos años antes (1892) y a la altura de los nuevos depósitos de agua de la ciudad, la torre de Allustante fue parcelada para dar cabida a una selecta comunidad de cincuenta propietarios en el que fue denominado barrio de las Acacias, vulgo de “los Chiflaos”, vertebrado por las calles de Pradilla y de Sainz de Varanda y pionero en el modelo de urbanización privada que luego conocería una derivada más popular en forma de numerosos barrios particulares. Junto a él se desarrolló luego el barrio de Vista Alegre, más pequeño.
Tal vez el primero de los nuevos barrios particulares para la clase trabajadora fue el que se trazó en las inmediaciones de la textil fábrica de hiladillos de Dámaso Pina establecida junto al camino de San José, y que consistía en una serie de casitas unifamiliares para quienes laboraban en esa factoría y sus familias, ordenadas en torno a la calle de Cantarranas que dio nombre al barrio homónimo. Por esos mismos años y no muy lejos, en paralelo al camino de San José y perpendicular al camino de las Alcachoferas fue parcelada la torre de Monforte que dio nombre a un barrio particular del mismo nombre, que como todos los que fueron surgiendo en esa zona acabaron incluidos en el actual barrio de San José. Cuando en 1893 le tocó la lotería al carnicero Santiago Comín, con el dinero conseguido se metió a promotor inmobiliario y tras adquirir la torre de Salinero situada a caballo entre el camino de San José y el de Cabaldós, la parceló y de su urbanización resultó el nuevo barrio de Comín, articulado en torno a la calle de Emilio Castelar.
El comienzo del siglo XX vio el surgimiento, casi a la par, de dos nuevos barrios de características completamente distintas: el de Utrillas y el de los Ruiseñores. El primero estaba formado por una serie de calles con parcelas para trabajadores que arrancaban todas ellas de la de Miguel Servet y terminaban en fondo de saco en una zona industriosa llena de talleres, además del Macelo municipal, las cocheras de los tranvías y la estación del ferrocarril minero de Utrillas que le dio su nombre. El de los Ruiseñores tomó su nombre del paseo que lo vertebraba, como una iniciativa de desarrollo particular con hotelitos o viviendas unifamiliares para la burguesía local, a modo de prolongación de las que ya jalonaban el paseo de Sagasta, en un entorno aún más exclusivo, oxigenado y despejado. Precisamente el prestigioso paseo de Sagasta tenía un buen número de calles adyacentes en su lado derecho (Lagasca, Cervantes, Avenida Central), cada una convertida a efectos prácticos en un barrio propio para atender sus particulares necesidades, y lo mismo sucedía en las calles del lado izquierdo (Arte, Paz, Alba, Progreso, Rocasolano, Colón), en este caso reunidas en un solo barrio.
Delimitado por la estación de ferrocarril Madrid-Zaragoza-Alicante de Campo Sepulcro, los talleres de Carde y Escoriaza y la estación de tren de Cariñena se encontraba el barrio de la Romareda, así denominado por el tramo bajo de esa acequia que por allí fluía, aunque también se le conocía como de Cariñena. Constreñido por los talleres y estaciones antes mencionadas, el crecimiento urbano en esta zona sólo era posible con nuevos barrios más alejados, como el de Roche desarrollado ya en los años veinte mediante la parcelación de un campo propiedad de Juan Roche perpendicular a la carretera de Valencia en torno a una única calle que también recibió ese nombre (actual de Desiderio de la Escosura). En esa misma década tuvo lugar una explosión de nuevos y humildes barrios particulares, todos resultado de la parcelación de propiedades hasta entonces agrícolas, con especial impacto en el actual barrio de San José: Colón, Cuber y La Argentina en la zona sur delimitada por el Canal Imperial de Aragón hasta el Cabezo Cortado; los de San Fernando, Alcachoferas y Lavadero de Cartiel, perpendiculares a la derecha del camino de San José; el de San José de Calasanz y el de Puente del Virrey en el tramo medio y a la izquierda del camino de San José; y el barrio de la Paciencia, paralelo al ya referido de Comín, y vertebrado por la calle de Carbó (Privilegio de la Unión). En todos estos casos se trataba de parcelaciones para la clase trabajadora caracterizadas por viviendas autoconstruidas con materiales de poca calidad, sin servicios municipales de ningún tipo en los que las mejoras sólo serán posibles por la paciente y sostenida acción de sus respectivas asociaciones de vecinos propietarios. De comienzos de esa década es también el “barrio viejo” de las Fuentes, parcelado al principio del camino de las Fuentes (avenida del Compromiso de Caspe) en lo que fue la torre de Fuertes y vertebrado por las calles de Juan Fabiani (Santiago Rusiñol), de Martín Serrano (Figueras) y de Rosales. El gran barrio de Hernán Cortés se extendía desde el principio del vial de ese nombre que desde la Puerta del Carmen y en dirección al suroeste llegaba como calle del Carmen hasta las paralelas calles de la Virtud (Pilar Lorengar) y del Príncipe (Concepción Arenal), incluyendo en su interior el más selecto barrio de Fita, formado por las paralelas calles de Fita y de Dato. El barrio de Delicias estaba formado por una sucesión de pequeños barrios, como el de la Explanada de los Carmelitas, el propio de las Delicias, y los de Bergua, Noguera, Prosperidad, Mosquetera, Terminillo y Barrau.
Finalmente, de los años veinte es también la formación de tres barrios bien periféricos y norteños formados a lo largo de la carretera de Madrid a Francia por la Junquera (avenida de Cataluña) en dirección al puente del Gállego. El más cercano a la ciudad era el de Costa, a la izquierda y junto al camino de las Torrecillas, con viales anónimos que más tarde recibirían los nombres de Aurora, Esquedas, Santa Quiteria y Sierra de Alcubierre. La barriada de Escudero se encontraba a la derecha, articulada en torno a las calles de Escudero (Ruiseñor y Pedro Lázaro) y de Liria (Once de Julio), constituyéndose un par de décadas después en el “barrio viejo” de la más reciente Parcelación Daman. En último lugar y en la ubicación más lejana estaba la barriada de Santa Fe, también a la derecha y vertebrada por las paralelas calles de Mallorca y de Santa Fe, actual límite septentrional del barrio de la Jota.
Terminamos así este recorrido por una treintena de barrios y barriadas periféricas de la antigua Zaragoza cuyo recuerdo nos permite comprender mejor la génesis y formación urbana de algunos de sus actuales barrios y distritos.

-José María Ballestín Miguel-

 

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