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Odysséas Elýtis – El misterio de la luz

21 mayo, 2020 - Poesía
Odysséas Elýtis – El misterio de la luz

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La trayectoria poética de Odysséas Elýtis (1911-1996) comienza en los años 30 del siglo pasado, en cuyo ambiente de renovación poética vanguardista (especialmente, el surrealismo) se inscriben sus primeros versos. Pero pronto irá evolucionando hacia un lenguaje poético en el que la diafanidad, la nitidez, la prodigiosa luz de las islas griegas del Egeo serán las notas dominantes. Lo cual lo situará en esa corriente de la que nace la poesía griega y toda la poesía occidental (no deja de ser significativo que la familia de Elýtis procediera de Mitelene, la patria de Safo): el vitalismo, entendido como actitud, no como doctrina filosófica. De él surge el invento griego de la luz, a propósito de la cual dice Elýtis: “Los europeos y los occidentales hallan siempre el misterio en la oscuridad, en la noche, mientras nosotros los griegos lo hallamos en la luz, que es para nosotros algo absoluto…Un misterio que nosotros los griegos podemos concebir integralmente y ofrecerlo. Quizá sea mejor concebible aquí y que la poesía pueda ofrecerlo al mundo entero: el misterio de la luz.”.

 


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CRÉDITOS (poema/voz/música):

1. Presentación – Manuel Alcaine – Mikis Theodorakis
2. Al beber el sol de Corinto – Néstor Barreto – Mikis Theodorakis
3. Dormida – Elena Parra – Mikis Theodorakis
4. Recorrimos las tierras a lo largo del día – Elena Parra – Mikis Theodorakis
5. Vinieron en vestido de amigos – María José Sampietro – Mikis Theodorakis
6. Helena – Chus Sanjuán – Mikis Theodorakis
7. Delos – María José Sampietro – Mikis Theodorakis

 

 

 

 

 

Selección poemas

 

1 – Al beber el sol de Corinto

Al beber el sol de Corinto
Al descifrar los mármoles
Al cruzar a zancadas los mares de viñas
El arpón apuntando
a una ofrenda cual pez escurridizo
Hallo las hojas que los salmos solares rememoran
La viva tierra que
la nostalgia descubre con placer.
El agua bebo, corto fruta
Hundo mi mano en el follaje del viento
Los limoneros apresuran el polen del estío
Desgarran mis sueños los pájaros verdes
Y con una mirada
me voy, mirada vasta
en la que el mundo vuélvese otra vez
hermoso en el principio conforme al corazón

 

2 – Dormida

La voz se corta en el trémulo viento y en sus árboles ocultos tú respiras
¡Es rubia cada página de tu sueño y según mueves tus dedos un incendio se esparce
Dentro de mí con vestigios tomados del sol! Y propicio sopla el mundo de las imágenes
Y el mañana exhibe totalmente desnudo su pecho marcado por la inmutable estrella
Que anochece la mirada como cuando va a agotar un firmamento
Oh no florezcas más en los párpados
Oh no remuevas más en las matas del sueño
Sabes qué súplica en los dedos el aceite enciende, que guarda los portales del alba
Qué fresca revelación susurra en la espera el recuerdo convertido en hierba
Allí donde tiene esperanza el mundo ¡Allí donde el hombre no quiere sino ser hombre
En soledad y sin ningún Destino!

 

3 – Recorrimos las tierras a lo largo del día

Recorrimos las tierras a lo largo del día
Con las mujeres y los soles y con nuestros perros
Retozamos cantamos bebimos agua que manaba
Fresca desde los siglos
Después de mediodía nos sentamos un instante
Y nos miramos a los ojos hondamente
Voló de nuestros pechos una mariposa
Más blanca que la breve rama blanca
En la orilla del sueño
Sabíamos que nunca podría consumirse
Que del recuerdo habíase raído su carga de gusanos.
Encendimos hogueras por la noche
Y en derredor cantamos:
Fuego hermoso fuego arda la leña sin piedad
Fuego hermoso fuego no desfallezca en escombros
Fuego hermoso fuego incéndianos
háblanos de la vida
Nosotros hablamos de la vida la cogemos de las manos
Y la miramos en los ojos que a su vez nos miran
Y si es un imán esto que nos embriaga lo sabemos
Si es una maldad lo que nos duele no llega de sorpresa
Hablamos de la vida marchamos por delante
Y saludamos a los pájaros emigrantes
Somos de buena estirpe.

 

4 – Vinieron en vestido de “amigos”

Vinieron
en vestido de “amigos”
incalculables veces mis enemigos
hollando el antiquísimo suelo.
Y el suelo no se adhería nunca a sus talones.
Trajeron
al Sabio, al Agrimensor y al Colonizador,
Biblias con letras y con cifras,
toda la Sumisión y Prepotencia,
dominando la antiquísima luz..
Y la luz no se adhería nunca a sus tejados.
Ni siquiera una abeja se engañó para empezar su juego de oro
y ni siquiera el viento, para henchir los blancos delantales.
Levantaron sobre cimientos
en las cimas, en los valles, en los puertos
torreones poderosos y mansiones,
barcas y otros navíos,
las Leyes, que decretan lo bueno y conveniente,
adaptándolas a antiquísima norma.
Y la norma no se adhería nunca a sus conceptos.
Ni siquiera una huella de dios dejó en sus almas rastro.
Ni siquiera un reflejo de ninfas recogió su palabra.
Llegaron
en vestido de “amigos”
incalculables veces mis enemigos
ofreciendo sus antiquísimos regalos.
Y no eran sus regalos
sino fuego y acero.
En los dedos que mantenían abiertos
solo fuego y acero y armas.
Solo fuego y acero y armas.

 

5 – Helena

La primera gota de lluvia asesinó el verano.
Se mojaron las palabras que engendraron claridades de estrellas.
¡Todas las palabras únicamente dedicadas a Ti!
A dónde tenderemos las manos si el tiempo nos desdeña.
Dónde dejaremos los ojos si los últimos perfiles zozobraron en las nubes,
Si tus párpados se cerraron sobre nuestros paisajes
Y estamos – como si la niebla pasase entre nosotros –
Terriblemente solos, rodeados por tus imágenes muertas.
Con la frente en el cristal velamos el nuevo sufrimiento.
No es la muerte quien nos rendirá puesto que Tú existes,
Puesto que existe en otro lugar un viento para vivirte eternamente,
Para vestirte de cerca como te viste de lejos nuestra esperanza.
Puesto que existe en otro lugar
Una verde llanura que se extiende desde tu sonrisa al sol,
Diciéndole en confianza que volveremos a encontrarnos.
Sino a una pequeña gota de lluvia otoñal,
Un confuso sentimiento,
El aroma de tierra húmeda en nuestras almas que tanto se separan.
Aunque no esté tu mano en nuestras manos,
Aunque no esté nuestra sangre en las venas de tus sueños,
La luz en el cielo inmaculado
Y la música invisible dentro de nosotros, ¡ay!, melancólica
Pasajera de cuanto nos retiene aún en el mundo.
Es húmedo el aire, la hora del otoño, la separación,
El apoyo amargo del codo en el recuerdo
Que aparece cuando la noche nos separa de la luz,
Tras la ventana rectangular que mira a la tristeza,
Que no ve nada,
Porque se hizo música invisible, llama en la chimenea,
Golpe del gran reloj en la pared.
Porque se hizo
Poema verso a verso, exhalación paralela a la lluvia, a las lágrimas, a las palabras.
Palabras no como las otras sino únicamente dedicadas a Ti.

 

6 – Delos

Según se zambullía abría sus ojos bajo el agua para
poner en contacto su piel con aquella blancura del recuerdo que
le perseguía (de algún pasaje de Platón)
Directamente en el corazón del sol con el mismo movimiento
pasaba y oía arriba su yo inocente irguiendo un cuello de piedra
y rugiendo sobre las olas
Y en cuanto salía de nuevo a la superficie le dejaba tiempo el
frescor para arrastrar de sus entrañas algo incurable a las algas
y otras cosas bellas de los fondos marinos
De tal forma que pudiera brillar al fin el te amo como brilla
la luz en el llanto del recién nacido
Y eso murmuraba el mar.

 

odysseas

 

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