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Nada más que música – Mujeres bravas

23 marzo, 2023 - Música
Nada más que música – Mujeres bravas

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Sobre las bravas Massiel, Mari Trini, Rocío Jurado, Cecilia y sus compositores, Aute, Perales, Manuel Alejandro …
Estas mujeres triunfaron a final del siglo pasado, en un momento en el que España era retrógrada y convencional, oscura y triste. Mujeres con la mente abierta, decididas, a las que sus actitudes personales les pasaron factura. Ahora hubieran sido famosas ya que cualquier plataforma albergaría sin problemas y con mucho éxito sus canciones, se alabarían sus voces y su arrojo en el escenario, se ponderaría la bravura de todas ellas, esa bravura que oscila entre la sutileza tan íntima y la furia tan salvaje,
Hoy las traemos a Siéntelo con oído para que nos acompañen, y os acompañen. Estas mujeres, hoy, no hubiera sido necesario que fueran vistas como adalides en la lucha de la mujer por ser o representar más porque en este momento las cosas son diferentes y la guerra va por otra parte. Pero reivindicamos, y escuchamos, sus voces, su estilo, su valentía, su fuerza y sus apuestas, que gravitan fuera de la norma. Fueron mujeres que hicieron lo que deseaban, y que lo hicieron muy bien. Mujeres que nos representaron y que hicieron que para el resto de nosotras, y de todos, el camino fuera más fácil. Dijeron lo que muchas deseábamos decir, gritaron su libertad, contaron y cantaron abiertamente sus emociones y dejaron volar sus deseos. Fueron pioneras en la canción protesta, en la canción política, en la canción de amor, hablaron de forma clara y nunca trivial. Con su compromiso, que quizá ignoraban, lograron que las demás nos sintiéramos integradas en una sociedad que cambiaba muy rápido, y que supiéramos que era posible decir las cosas como las sentíamos, y no cómo nos decían que se debían sentir. Nos hicieron más libres.

-Elena Parra-

 

CARTEL NMQM-mujeres-cuadro
Muy buenas tardes amigos. Nuestra compañera y amiga Elena Parra nos ha introducido hoy en una parcela de la música popular española que habíamos tocado solo de pasada. Nos ha hablado de mujeres que dejaron de manifiesto a lo largo de su carrera que “ellas” no eran esas, que, como nos decía Elena, dijeron y cantaron lo que quisieron, como quisieron y cuando quisieron. También es verdad que lo pagaron.
En algunos casos con el olvido inmediato tras su desaparición del panorama musical, en otros con el desprecio más ignorante durante su carrera.
No pretendemos con este programa reivindicar nada, lo hacemos porque nos apetece, porque nos gusta, porque creemos que es bueno que los que no tuvieron la ocasión de conocerlas en su momento, lo hagan ahora sin prejuicios y para que los que sí las conocimos y, en muchos casos, infravaloramos, podamos cambiar de opinión. Así que… empezamos.

Maria Trinidad Pérez de Miravete, o lo que es lo mismo, Mari Trini, nació en Murcia en 1947. Durante su infancia, hasta los 14 años, tuvo problemas de salud que la mantuvieron en cama la mayor parte del tiempo. Según contó ella en algún momento, esta circunstancia le dotó de “una paciencia infinita”.
Mari Trini no era una chica al uso en la sociedad española. Con 16 años, recuperada ya de su enfermedad, y de la mano del director de cine Nicholas Ray se marchó a Londres para completar su formación musical. También anduvo por París y esto le permitió entrar en contacto la Nouvelle Chanson y empaparse de un estilo de vida y costumbres que, por cierto, distaban de las españolas miles y miles de kilómetros.
Cuando volvió a España empezó a cantar en francés pero también grabó algunas canciones de Aute y Patxi Andión, aunque bien es cierto que sin mucho éxito. La fama le llegó con su disco “Amores”, editado en 1971. De este disco es precisamente la canción “Yo no soy esa”, convertida con el paso del tiempo en un himno feminista y que, contextualizada, salió al mercado en plena dictadura franquista, contesta a otra canción “Yo soy esa” de Juanita Reina, que años atrás retrataba a una mujer dependiente del hombre y víctima de amores desesperados.
Tras varias subidas y bajadas en su carrera, Mari Trini se reconcilió con el éxito en los ochenta con “Una estrella en mi jardín”.

Mari Trini, sin pretenderlo, se convirtió en un ídolo de la comunidad lesbiana, a pesar de que su relación de décadas con su secretaria Claudette no fue nunca oficial.
Cambió su imagen, pasó de su seriedad sin concesiones a un estilo más sofisticado en un intento, supongo, de acabar con esa aura de persona cerrada que le habían adjudicado.
Poco a poco, sobre los noventa, su música fue perdiendo interés para el público, y sus últimos años fueron un catálogo de desdichas. Su último trabajo, un doble LP grabado con Los Panchos, se convirtió en un calvario que le hizo pasearse por los juzgados a cuenta de la estafa de la que fue objeto por parte de su compañía discográfica, y por si fuera poco, el fatídico diagnostico de un cáncer de pulmón que se la llevó a la tumba en 2009.
Afortunadamente, nos quedan sus canciones. Canciones como ésta “Yo confieso” que, a modo de despedida, nos dejó.

Yo soy unos doce años más joven de lo que hoy sería Rocio Jurado, por lo que puedo decir que la conozco de toda la vida. Bueno, conozco su carrera claro.
Durante muchos años “la Jurado” fue para mi una folclórica, una artista admirada por mis padres y, consecuentemente, odiada por mi.
Con el paso del tiempo, bastante tiempo la verdad, he ido reconciliándome con la artista y con la persona hasta sentir por ella un profundo respeto.
Rocio Jurado fue una mujer valiente, tenía una voz prodigiosa que utilizó con maestría en todos los palos que tocó. Desafió la censura del franquismo con sus canciones y sus escotes de vértigo y, sobre todo, fue una mujer que supo vivir su vida como le dio la gana, con criterio y sin dependencias.
Como muestra de su carácter, vamos a escuchar brevemente un trocito de una entrevista suya de 1995 en TV en un programa que, en ese momento, dirigía Julia Otero.

Pues eso.
Como vemos, no tenía pelos en la lengua y sí mucho más cerebro que la entrevistadora.
Fue pionera en muchos aspecto de su vida, como por ejemplo, hacer una canción a la masturbación femenina. Y queridos niños, cantar esto en 1979, con Suarez al frente de un gobierno tambaleante y a dos años vista del golpe de Tejero, el ambiente no era el más propicio para revoluciones sexuales.
Esta es esa canción, “Amores a solas”.

De su vida privada ya se ha hablado hasta la náusea. Se han encargado ello todos sus “seres queridos”, hermano, yerno, hija, marido, paseando, todos ellos sin distinción, sus miserias por los platós de TV a cambio de dinero, por supuesto. Esto cuando no estaban pleiteando por el reparto de la herencia de la Jurado.
Así que, de eso no vamos a decir nada, con su pan se lo coman.
Rocio nació en Chipiona, Cádiz, en el seno de una familia de clase media amante de la música, no en vano sus padres eran cantantes aficionados. Debutó muy pronto, a los ocho años y tras la muerte de su padre, cuando ella contaba 15 años, tuvo que apoyar la economía familiar trabajando muy duro. Fue zapatera, recolectora de frutas y todavía sacaba tiempo para presentarse a los concursos de Radio Sevilla. Su primer premio fueron 200 pts., una botella de gaseosa y un par de medias. Por algo se empieza.
Con su madre, se trasladó a Madrid donde conoció a Pastora Imperio, famosa bailarina flamenca de la época. Pastora contrató a Rocio para trabajar en su tablao El Duende, pero como era menor de edad, tuvo que falsear su año de nacimiento. Lo hizo, y de esta manera empezó su exitosa carrera profesional que fue, como ella cantaba, como una ola.
En la entrevista que hemos recordado hace un momento, Rocio reclamaba la iniciativa de la mujer en las rupturas con los hombres. En esta canción deja claro su opinión al respecto, Quien te crees tú

Independientemente de la copla, que interpretó como nadie, del flamenco y la canción española, Rocio Jurado cultivó con éxito lo que entonces se llamaba canción melódica, de la mano de Manuel Alejandro o Jose Luis Perales, autores de los que tendremos que hablar en algún momento, y eran canciones con textos absolutamente rompedores que, oídos hoy descontextualizados, nos podrían parecer inocentes pero que en su momento levantaron alguna que otra ampolla.
“Si amanece y ves que estoy despierta, porque de tu amor aún no estoy llena, ámame otra vez.” Ella era consciente de lo que suponía cantar estas letras y decía: “Estas cosas ya se han cantado, pero siempre lo ha hecho un hombre, nunca una mujer, siempre abandona un hombre, nunca una mujer… hasta hoy”.
Sus posturas acerca de temas candentes de la época siempre fueron muy claras; se manifestó rotundamente partidaria del divorcio, tanto que lo utilizó para separarse de su primer marido. Siempre se proclamó feminista: “Soy feminista. No soy detractora del hombre, para nada. Soy defensora de los derechos de la mujer, que es diferente”.
Su pelea con la censura a cuenta de los trajes de noche que lucía en sus actuaciones fue sonada: “Yo pienso que mi destape es más artístico que corporal. Le doy mucha más importancia al destape mental.”, contestaba en una entrevista a un boquiabierto Lauren Postigo.
En una de las más famosas canciones de la artista, una mujer comunica a su amante el fin de su relación, ya que ha desaparecido su deseo sexual hacia él (Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo) y además ha iniciado otra relación. Es evidente que el liderazgo de esa relación está en manos de la mujer, una situación que dejaba en nada el rol que la sociedad del momento le tenía asignada.

Rocío Jurado murió el 1 de junio de 2006, a los 59 años de edad, a causa de un cáncer de páncreas. Si hoy pudiera levantar la cabeza para ver a su familia, la volvería a esconder inmediatamente.
Vamos a escuchar a “La más grande” haciendo el retrato de un hombre que tiene a gala coleccionar conquistas utilizando para ello la mentira y el engaño. Una vez más, “La Jurado” no deja títere con cabeza.

Hay en el panorama musical español muchas más mujeres con una interesantísima personalidad, una personalidad forjada a base de abusos, explotación, maltrato o incomprensión y que el público valoró, valoramos, en su momento de forma superficial, como folclóricas o cantantes de moda, sin reparar en la pelea que para ellas suponía destacar en un mundo, el de la música y el privado, gestionado y gobernado por hombres. Mujeres como Cecilia, Masiel, Marisol, y tantas otras desconocidas por el gran público. Tenemos intención de seguir hablando de ellas en sucesivos programas. El de hoy lo vamos a despedir con la voz de Rocio Jurado en uno de los palos que dominó como nadie, el flamenco. En directo, por fandangos y acompañada a la guitarra por el también desaparecido Enrique de Melchor. Os dejo en buenas manos.
Hasta dentro de quince días.

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