Hoy vamos a darnos un paseo por el mejor country rock que podemos escuchar interpretado a la guitarra. Bueno, eso creo yo. Lo hablamos al final.
El disco que os he traído esta tarde es el famoso Neck and Neck, un clásico ya en la historia de este género, interpretado nada menos que por Mark Knopfler y Chet Atkins. El álbum se lanzó el 9 de Octubre de 1990 y fue muy bien recibido por la crítica y por el público.
En este trabajo, los dos músicos se influenciaron muy positivamente, rejuvenecido el uno y empapado el otro, ambos consiguieron un sonido que nos lleva a las raíces del country con sensibilidad jazzistica.
Poor boy blues, la canción que vamos a escuchar ahora fue escrita por Paul Kennerly, un músico y productor inglés que trabaja asiduamente en el mundillo de la música country estadounidense
La grabación de este disco, en la década de 1990, se anticipó a la disolución del grupo Dire Straits. Knopfler se sentía comprimido dentro del corsé en el que se había convertido la banda y habida cuenta de la tibia acogida que había tenido el último álbum del grupo, decidió emprender su carrera en solitario.
Al principio, en su primer disco sin el grupo, el estilo de Dire Straits continuaba vigente pero poco a poco se empiezan a conocer nuevas canciones impensables en un álbum de rock al uso como los que publicaba el grupo.
Un grupo que, al final, no quedó como amigos. En 2018 fue incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll pero solo tres miembros de la banda le acompañaron.
Vamos a escuchar otro corte de este disco. There’ll be some chages made, un estándar de jazz publicado por primera vez en 1921 e interpretado por Ethel Waters, una famosa actriz y cantante de la época, asidua de los escenarios de Broadway.
Chet Atkins fue un ejecutivo discográfico y productor en los años sesenta. Pero también era un guitarrista con mucho talento, tanto, que inventó el popwise, o lo que es lo mismo, el “Sonido Nashville” y con él, rescató la música country de una caída comercial imparable. Como guitarrista, dominó los estilos country, jazz y clásico y desarrolló a la perfección el estilo de tocar acordes y melodías simultáneamente, gracias a su personal manera de utilizar el pulgar y tres dedos. “Todas las innovaciones son fruto de tener la guitarra en las manos durante 16 horas. De ensayar, de equivocarte, de probar y, al final, ver si lo que haces le gusta a la gente.”
Y parece que sí, que les gustó.
Just one time.
El Country es un género de música popular que se alimentó del blues, de la música antigua europea, sobre todo Irlandesa, y que se originó principalmente en el sur de los EEUU, concretamente en Bristol, Tennessee, a principios de la década de 1920.
Esta música se interpretaba, en sus orígenes, con instrumentos de cuerda, la guitarra, el banjo, violín y contrabajo. Más adelante, un aportación francesa, se añadió el acordeón y la armónica. En la actualidad todo se ha electrificado un poco y se ha añadido, además, un instrumento que le da al género una personalidad propia, la steel guitar.
Hoy, el término country, es como un cajón de sastre. Desde el sonido Nashville, pasando por el Bluegrass hasta la música westerns.
Volvemos a nuestro disco de hoy, Yakety axe.
“I’ll see you in my dreams” es una canción popular escrita por Ishan Jones en 1924. Ha sido interpretada por infinidad de artistas: Louis Armstrong, Bing Crosby, Doris Day, Ella Fitzgerald, The Platters, Jerry Lee Lewis, en fin… En cualquier caso, la versión que de esta canción hizo Django Reinhardt y su quinteto del Hot Club de Francia, fue la que, seguramente, inspiró a Knopfler y Atkins para hacer la suya.
“I’ll see you in my dreams”
Mark Knopfler debe rondar los 72 años. Su talento par componer éxitos y su particular habilidad con las seis cuerdas, ha llevado a numerosos músicos a contar con él en grabaciones y actuaciones en directo. Así, el intérprete ha colaborado con Eric Clapton, Bob Dylan o Van Morrison, entre otros, y por supuesto, con Chet Atkins, uno de sus ídolos.
Un ídolo que dedicó toda una vida a crear un nuevo estilo basado en utilizar el dedo pulgar para la línea de bajos y las yemas de los dedos para las armonías. Y lo consiguió. Lo consiguió con unos tonos limpios, brillantes y dinámicos que resaltaban su técnica depurada y que, en su momento, llevó a la guitarra eléctrica a una nueva dimensión. Desgraciadamente, Atkins falleció en 2001.
Pero bueno, la suma de estas dos estrellas, nos ha proporcionado, para toda la eternidad, un álbum extraordinario.
The next time i´m in town.
Nada más por hoy. Es envidiable la habilidad de unos pocos elegidos para hacernos volar con su música. Pero bueno, nosotros pobres mortales, nos conformaremos, y no es poco, con escucharles. Volvemos la semana que viene con más música, más músicos y más historias. Os espero a todos. Hasta entonces… ¡Buenas vibraciones!.