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Nada más que música – La Leyenda del Tiempo (Camarón)

4 abril, 2024 - Música
Nada más que música – La Leyenda del Tiempo (Camarón)

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En 1979 corrían por España unos incipientes aires de libertad. En lo que respecta a la música, por todo el país se estaba poniendo en marcha, con Madrid a la cabeza, un movimiento cultural que más tarde se llamaría “La movida”. Andalucía, o mejor dicho, el flamenco, que no estaba fuera de onda, fraguaba lentamente su propia revolución. Una revolución que, al mismo tiempo, sacaba de un prolongado letargo al flamenco.
Ricardo Pachón, era, y es, un visionario productor que por aquel entonces llevaba la carrera de un cantaor llamado José Monge Cruz, Camarón, un artista que ya gozaba de cierto predicamento en el circuito flamenco, y la del joven guitarrista José Fernández Torres, Tomatito.
Ambos se habían movido, hasta ese momento, en la más estricta ortodoxia del flamenco. Pero eso iba a cambiar.
Pachón metió a los dos artistas en el estudio y les rodeó de toda una parafernalia inimaginable en el género: batería, bajo, guitarra eléctrica, coros, flauta, teclados, percusión y… un sitar. Todo esto, más el talento arrollador de los dos flamencos, dio como resultado una joya: La leyenda del tiempo.

CARTEL NMQM-Camarón-

 

La leyenda del tiempo es un poema de Federico García Lorca que se publicó incluido en su libro homónimo. En este poema, Federico explora asuntos tan profundos como el paso del tiempo, la muerte, la soledad y la búsqueda del sentido de la vida. Bien, pues de este poema sale el primer corte del disco, el que acabamos de escuchar.
El palo flamenco es una bambera. Para los que no sepan que es una bambera, en fin, yo me acabo de enterar, les diré que el estilo bambera surge de aflamencar el cante de columpio del folclore tradicional andaluz. Pues eso.
En la grabación se aprecia como el teclado, el bajo y la batería crean un colchón donde se mece la voz de Camarón. Una voz doliente que nos habla en solitario del lorquiano sueño del tiempo. La música es de Ricardo Pachón.
El siguiente corte, Romance del Amargo, es flamenco hasta la médula. La pareja Camarón y Tomatito, sobre el compás de la bulería por soleá, dejan de manifiesto el profundo sentimiento flamenco que atesoran ambos artistas y que, en su momento, no supieron ver los puristas. En este caso, también la música es de Pachón.

El lanzamiento del disco fue bastante decepcionante. Como ya hemos dicho, los puristas lo odiaron desde el primer momento y los más progresistas pensaban que no habían sabido ir demasiado lejos. La Leyenda del Tiempo de Camarón solo vendió 5.482 copias antes de la prematura muerte del artista en 1992. De hecho, muchas personas que habían comprado el disco fueron a devolverlo porque “aquel tipo que cantaba no podía ser Camarón”. Sin embargo, al día de hoy, sus canciones tienen más de 10 millones de reproducciones en Spotify y el álbum ahora se anuncia como una obra fundamental del “nuevo flamenco” y es buscado con especial ahínco por los coleccionistas.
La siguiente bulería, Homenaje a Federico, fue compuesta por Kiko Veneno y Ricardo Pachón. Fijaos que, cuando ya parece que la canción ha terminado, Camarón sigue cantando acompañado, solo, por la batería. ¡Otra herejía!.
Al respecto, Camarón pensaba que, para hacer estas cosas, había que tener mucho cariño y respeto al flamenco. Sabía que meter una batería en la bulería era arriesgado para él, pero que asumía esa responsabilidad. No se equivocó.
Homenaje a Federico.

Aunque la banda que acompaña a Camarón es Alameda, en el álbum se les nombra personalmente. Así veremos en los créditos a los hermanos Marinelli, Manolo y Rafael, a los teclados, Pepe Roca a la guitarra eléctrica y Manolo Rosa al bajo. Otros artistas, además del ya citado Tomatito, apartaron su saber a este trabajo: Raimundo Amador, guitarras, Kiko Veneno, guitarra y composición, Jorge Pardo, flauta, Gualberto García, sitar y un montón de amigos más.
Todos ellos, en opinión de algunos entendidos en la materia, consiguieron la refundación un nuevo flamenco, un paso de gigante que dejaba atrás el formato clásico de voz, guitarra y palmas y abría un nuevo camino: la fusión.
La Tarara, de nuevo Lorca, es una muestra precisa de esta fusión. La canción empieza como un taranto pero, poco a poco, la melodía va tomando un nuevo cariz hasta que aparece la guitarra eléctrica de Pepe Roca. En resumen, un ejercicio de música progresiva.
La Tarara.

Unos días antes de entrar en el estudio, Pachón reunió a toda la banda en el campo, en una finca de Umbrete, un pueblo de Sevilla. Allí se fueron los Pata Negra, los Dolores, los Alameda, Raimundo Amador (que, por cierto, se había casado y separado en pocos días), Kiko Veneno, en fin, todos los artífices de lo que luego sería La leyenda del tiempo.
Llegado este momento, Tomatito estaba en estado shock, tenía entonces 19 años, iba a ser su primera grabación y esta rodeado de payos. El susto no le cabía en el cuerpo. El lo cuenta así:
“Había llegado la hora de grabar un disco, y cuando veo los temas dije… ¡que cosa más rara”. Solo me faltó escuchar a Kiko cantar el Volando voy y le dije a José: ¡mi familia me mata si grabo esto!. El me dijo: tranquilo que cuando lo grabe yo ya verás que suena diferente”.
Y se grabó. Volando voy, una rumba compuesta por un catalán de cuna y andaluz de vocación. En cuatro versos, Veneno nos resume toda una manera de entender la vida.
Volando voy.

“No nacerá otro como él”, dijo Enrique Morente de Camarón. Pues seguramente. Camarón fue un hombre frágil, reservado y tímido, un creador y un intérprete de unas condiciones portentosas, insólitas hasta ese momento en el flamenco. Como cantante no le faltaba de nada: tenía una afinación prodigiosas (el famoso y envidiable oído absoluto) y disponía, además, de una voz inconfundible.
El pintor Miquel Barceló, que fue su amigo y pintó para él la portada de su último disco, Potro de rabia y miel (1992) decía: “No conocer a Camarón es como no conocer a Picasso, este hombre es capaz de cantar la lotería y resultar sublime”.
Su personalidad transcendió su actividad artística hasta convertirse, sin quererlo, en un fenómeno social, tanto que algunas mujeres gitanas le llevaban a sus hijos para que los tocara.
Paco de Lucía explicó este fenómeno diciendo que: “Mientras otros cantan letras de temática social, la voz desgarrada de Camarón evoca por sí sola la desolación de un pueblo entero”.
Bahía de Cadiz son unas alegrías que siguen punto por punto la estructura del baile. El zapateado lo simula la batería y, para alimentar aún más la fusión, fijaos en la complicidad con la que comparten espacio la guitarra flamenca de Tomatito y el sintetizador moog de Marinelli.

Camarón nación en San Fernando, Cádiz, el 5 de diciembre de 1950 en el seno de una familia gitana y fue el penúltimo de ocho hermanos. Tuvo que dejar muy pronto la escuela para ayudar en la fragua de su padre. Éste era un gran aficionado al cante y por su casa pasaban artistas de renombre, fue así como el pequeño Camarón pudo escuchar de primera mano a artistas de la talla de Manolo Caracol o Antonio Mairena.
Su padre falleció cuando el niño tenía siete años y dejó a la familia con graves apuros económicos. Al joven cantaor no le quedó otra que buscarse la vida cantando en bares y tabernas. Poco a poco empezó a labrarse un nombre junto a su amigo Rancapino, otro célebre cantaor de la época. Recorriendo todas las ferias más importantes de Andalucía pronto llegaron los contratos y pasó a enrolarse en compañías de cierto prestigio, como la de Dolores Vargas o Juanito Valderrama, figura con la que recorrió Europa y América. En 1966 ganó el primer premio en el Festival de Cante Jondo de Mairena del Alcor, un pueblo de Sevilla y de allí, saltó a Madrid. Durante doce años estuvo trabajando en el tablao Torres Bermejas acompañado ya por su primer guitarrista de prestigio, Paco Cepero.
En este local fue donde conoció a Paco de Lucia con el que grabaría nueve discos entre 1969 y 1977. Esta relación hizo posible una evolución significativa en el estilo del cantaor, pasando de la ortodoxia más estricta a un estilo personal e inconfundible.
Y por estas fechas, en 1979, llegó la Leyenda del tiempo.
Tangos de la sultana entran al son de los pitos, y sobre esta base Tomatito toca una falseta basada en el estilo que cantará a renglón seguido José.

A raíz de la grabación de La Leyenda del Tiempo, el artista se desvincula de Paco de Lucía y empieza su colaboración con Tomatito.
Situado ya en la cima de su carrera, llegaron los grandes eventos: 1987, concierto en el Circo de Invierno de París, un concierto memorable e inolvidable, 1989, grabación de Soy gitano, el disco más vendido de la historia del flamenco, 1991, actuación en el prestigioso Festival de Jazz de Montreal, acompañado de Tomatito, 1992, publicación del último disco publicado en vida de Camarón, Potro de rabia y miel, en esta ocasión acompañado por las guitarras de Tomatito y Paco de Lucía.
Desgraciadamente, no todo fueron buenas noticias. En 1990 fue condenado a un año de prisión por imprudencia temeraria con resultado de muerte tras un accidente de circulación en el que fallecieron dos personas. No ingresó en prisión por carecer de antecedentes penales.
La grabación de su último disco tuvo que ser interrumpida debido al diagnóstico de un cáncer de pulmón, enfermedad que le había ocasionado su adicción al tabaco. Camarón falleció unos meses después, tras viajar infructuosamente a EEUU en busca de una posible cura.
La emocionante Nana del caballo grande está protagonizada por el quejío de Camarón, apenas matizado por el sitar de Gualberto y los teclados de Manolo Marinelli. Impresionante.

Para conocer la personalidad de Camarón, baste conocer esta anécdota de su vida. Paco de Lucía y él se habían enfrentado y enemistado a causa de un problema con los derechos de autor de sus grabaciones. Mario Vargas, un palmero que había trabajado con ambos, ejerció de mediador. Paco de Lucía le dijo a Vargas: “Tú sabes que, al parecer, Camarón piensa que yo le he robado?”. El palmero transmitió el mensaje de Paco a Camarón y éste le respondió: “Tú dile a Paco que a mí no me ha robado nadie y que él es mi hermano”. Afortunadamente la reconciliación fue posible días antes del fallecimiento del artista.

Nos vamos, nos vamos con unas bulerías, las del Viejo mundo que interpretan como nadie las guitarras de Tomatito y Raimundo Amador.
Hasta el próximo día amigos, un abrazo para todos.

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