Menu

Nada más que música- Jazz IV (El Bebop)

14 febrero, 2020 - Música
Nada más que música- Jazz IV (El Bebop)

Sharing is caring!

En los primeros años 40 del siglo pasado, las grandes orquestas de swing empezaban a estar de capa caída. Con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, algunos de sus líderes (como Artie Shaw o Glenn Miller) acabaron alistándose en la Fuerzas Armadas. Y mediada la década casi todas estas formaciones (salvo las de Duke Ellington o Count Basie) eran historia. La Era Swing (encorsetada, incapaz de avanzar) llegaba a su fin. Además, le acechaban sus dos principales enemigos: una nueva ola de Dixieland (el retorno al jazz de Nueva Orleans de principios de siglo) y lo que se conoció como Bebop. Bueno, pues de este estilo vamos a ocuparnos hoy.

 


 

El origen del Bebop está seguramente en las veladas nocturnas que se producían en dos míticos clubes de jazz de Harlem en la primera mitad de los 40: el Minton’s Playhouse y el Clarke Monroe’s Uptown House. Veladas en las que los participantes experimentaban con la técnica y el tempo. Usando ritmos acelerados y asimétricos, improvisando y sacudiendo las estructuras del jazz. Gente como el batería Kenny Clarke o el pianista Thelonious Monk, con su estilo sobrio lleno de variaciones y armonías complejas. Pero, sobre todo, el trompetista Dizzy Gillespie y el saxofonista Charlie Parker. Saltándose las reglas, entregándose a frenéticas escaladas de intensidad, revolucionaron Nueva York. Y de ahí, al mundo.

Mediados los 40, el cisma entre beboppers y Vieja Guardia era evidente. Louis Armstrong atacaba el nuevo estilo por su excentricidad y esas melodías casi disonantes que impedían bailarlo y hasta entenderlo. Otros, como Coleman Hawkins, se adaptaron a él. Y músicos jóvenes como Fats Navarro, Dexter Gordon o Bud Powell se unieron a la nueva religión propagada por Dizzy Gillespie -muy dotado para el espectáculo- y Charlie Parker, quienes en 1950 grabaron el testamento sonoro del bebop, «Bird and Diz». Parker falleció en 1955 pero unos años antes, en 1948, uno de sus músicos salió rebotado de su grupo tras una tremenda bronca (por dinero, como no) y se puso a trabajar en nuevas formas que pronto se bautizarían como Hard Bop o Cool Jazz. Se trataba de un tal Miles Davis. Pero eso es otra historia.
De este Bird and Diz extraemos su primer corte: “ Bloomdido”

 

Charlie Parker nació en Kansas City, el 29 de agosto de 1920 y fue uno de los mejores intérpretes de saxofón alto de la historia de ese género musical, siendo una de las figuras claves en la evolución del jazz y uno de sus artistas más legendarios y admirados. La historia lo sitúa con los más grandes: Louis Armstrong, Duke Ellington, John Coltrane y Miles Davis.
Junto con Bud Powell, Dizzy Gillespie y otros, es uno de los iniciadores del bebop. Su estilo rompe con el del swing y se basa en la improvisación sobre una melodía modificando los acordes, creando así nuevas variaciones sobre la estructura de los temas. En este sentido, aparte de su obra interpretativa, Parker es autor de varios temas que se han convertido en estándares del jazz, como «Ornithology», «Anthropology», «Ko Ko», y «Now’s the Time».
Sus inicios en la música fueron tempranos. Su madre, ahorrando por todos lados, le compró un saxo alto. Y aprendió de manera autodidacta, fijándose en los grandes saxofonistas de la época, sobre todo en Lester Young y Buster Smith, sus primeras influencias. Intentó en diversas ocasiones ingresar en el conservatorio, y en todas le rechazaron. Un buen ojo, sí señor.
Le escuchamos en “Ornithology”

A los catorce años abandonó la escuela para sumergirse de lleno en el ambiente musical de su ciudad. Tras algunas experiencias frustrantes, se trasladó a Nueva York en 1939.
Allí empezó a ganarse la vida como lavaplatos en un club donde podía oír todas las noches a Art Tatum.
Aunque Charlie Parker grabó con varias orquestas, fue su colaboración con el trompetista Dizzy Gillespie en 1945 la que lo daría a conocer de forma definitiva en el mundo del jazz. Sus solos representaban una novedad absoluta para los oyentes acostumbrados a los convencionalismos de Glenn Miller y Benny Goodman y lo hacía con temas tan novedosos como «Hot House». Sus grabaciones de 1943 y 1944 dieron carta de naturaleza al bebop.

Cuando Gillespie y Parker (conocidos como “Diz and Bird”) viajaron a Los Ángeles, fueron recibidos con una mezcla de hostilidad e indiferencia, sobre todo por los músicos más veteranos. Regresaron a Nueva York. Pero de forma impulsiva, Parker decidió quedarse en Los Ángeles y, tras algunas grabaciones e interpretaciones (incluyendo la clásica versión de «Oh, Lady Be Good» con Jazz at the Philharmonic y las sesiones para el álbum Dial Sessions), la combinación de drogas y alcohol resultó en un ataque cerebral y seis meses de confinamiento en hospital. Rehabilitado en enero de 1947, volvió a Nueva York y realizó algunas de las mejores interpretaciones de su carrera, liderando un quinteto que incluía a Miles Davis, Duke Jordan, Tommy Potter y Max Roach. En 1947, junto a Dizzy Gillespie, se presentó en el Carnegie Hall de Nueva York, tocando con la orquesta de este y con su quinteto. El evento fue un éxito tremendo y, de ese encuentro, del disco grabado en directo, podemos escuchar ahora A Night In Tunisia

La salud de Parker se vio muy afectada por las drogas. Adicto a la heroína casi desde su adolescencia, muchos músicos le imitaron en esto con la convicción de que así podrían elevar su calidad musical.
En 1951, su licencia de cabaret le fue revocada en Nueva York, lo que le dificultaba tocar en clubes. Sus problemas con las drogas se agudizaron y, aunque podía seguir tocando de forma inspirada (como lo demuestra la grabación que acabamos de escuchar), su carrera entró en declive. En 1954, falleció su hija por no tener dinero para una adecuada atención de una neumonía, protagonizó dos intentos de suicidio y, finalmente, murió en marzo de 1955 a los 34 años como consecuencia de un colapso cardiocirculatorio.

Dizzy Gillespie nació en Carolina del Sur, el 21 de octubre de 1917. Este famoso trompetista, junto con nuestro viejo conocido Charlie Parker, fue una de las figuras más relevantes en el desarrollo del bebop y del jazz moderno. Durante toda su vida fue un incansable investigador de la música afroamericana, lo que le llevó a experimentar con el jazz afrocubano, el calipso y la bossa nova colaborando con percusionistas como Chano Pozo.
Sus composiciones incluyen estándares de jazz como este:, «Manteca».

En sus primeros años trabajó con algunas big bands, pero todo hay que decirlo, sin demasiado entusiasmo. En 1945 colaboró con el saxofonista Charlie Parker, grabando algunos de los más revolucionarios temas de la historia del jazz. Gillespie y Parker se conocieron en Kansas City, en una habitación de hotel, y no pudieron dejar de tocar. Gillespie dijo sobre ese encuentro: «teníamos ideas gemelas y era difícil distinguir lo que provenía de mí, de lo que venía de él». En ese encuentro nacía el bebop, allí y, como no, en los bares de la zona.
Parker y Gillespie, ambos considerados grandes genios del jazz, siguieron caminos separados: Parker fue inigualable en pequeñas formaciones, pero más tarde quedó marginado por su inestabilidad emocional, sufriendo una muerte prematura; Gillespie ofreció lo mejor de sí frente a grandes formaciones, convirtiéndose en una de las figuras más reconocidas del jazz. La fama de este se acrecentó con su fuerte personalidad y su habilidad para el espectáculo
Fue uno de los primeros jazzistas afro-norteamericanos en integrarse en 1947 en el jazz afrocubano creado por Mario Bauzá, en la orquesta de Machito en 1943. Fusionó todo tipo de músicas, pero especialmente las de raíces africanas. Fruto de esta colaboración con la orquesta de Machito es “Exuberante”

 

 

Su sello identificativo como trompetista fueron sus sorprendentes mofletes (académicamente muy mal vistos) y su trompeta torcida, anécdota contada hasta la saciedad. El mismo lo decía: «Lo cierto es que la forma de mi trompeta fue un accidente. […] Me dejé la trompeta en un soporte para trompetas y alguien le dio una patada, y en lugar de caerse, la trompeta se dobló». Tras esto, comenzó a usar trompetas fabricadas especialmente para él con la campana saliendo a 45° del cuerpo del instrumento. Realmente, creo que no suenan mejor que las normales, claro que, en sus manos, cualquiera sabe.
También de su relación con la isla cubana, nos quedamos con uno de sus trabajos con Arturo Sandoval, otro genio de la trompeta, por cierto.

 

 

 

 

Nos estamos quedando sin tiempo por lo que, con mucho gusto, dedicaremos otro programa a repasar la espléndida nómina de músicos que hicieron posible el BeBop. Para despedirnos y plantear el próximo programa vamos a escuchar a otro músico fundamental en el género: Art Tatum.

Art Tatum fue un pianista sin igual. Exuberante, desmesurado, brillante, caudaloso pianista. Cascadas y cascadas de notas en tropel, pero con todas en su sitio con perfecta armonía. Y todo esto siendo prácticamente ciego.
Pianista solitario por naturaleza, gustaba de lidiar con su piano a pecho descubierto sin más compañía, frente a frente los dos, su piano y él. A sus anchas, libre para desplegar todo su talento sin ataduras, sin frenos, sin constricciones. Más que nada, porque la mayoría de sus colegas eran incapaces de seguirle, de andar a su paso.
Pero también es verdad que no siempre fue así. En alguna ocasión toco en formaciones de trío o quinteto. Ahora lo escucharemos en trio, con Red Callender al bajo y Jo Jones a la batería.
Nos vamos. Nos vamos en buena compañía y nos despedimos hasta la próxima semana en la que, con vuestro permiso, tendremos más historias, más músicos y más música.
Hasta entonces… Buenas Vibraciones…

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.