Hola amigos, una semana más a vueltas con los mejores discos que nunca hayamos podido escuchar. Hoy no será menos, vamos a repasar una grabación de 1966 que reunió a lo mejorcito del blues blanco de la época: John Mayall, The Bluesbreakers y Eric Clapton. Y el disco: Bluesbreakers With Eric Capton o también llamado The Beano Album porque en la portada aparece Eric Clapton leyendo un ejemplar de este famoso comic.
Bueno, pues el disco suena así.
Os acordareis que no hace mucho escuchamos otra espléndida versión de esta canción, All your love, a cargo de Gary More. Bueno, pues cuando Eric Clapton dejó a los Yardbirds fue para unirse, como invitado especial, a los Bluesbreakers, una banda con músicos de blues ya formados y liderados por John Mayall, justo el estilo y el lugar en el que Clapton buscaba seguir desarrollándose. La llegada de este guitarrista fenomenal, que se consumó con este trabajo, fue el elemento que necesitaban John Mayall y su banda para llegar a conseguir la popularidad tanto tiempo anhelada.
Porque, en fin, y con todo respeto, los Bluesbreakers son, han sido, un grupo de segunda fila, dentro de la notoriedad de legendarias bandas que se puede encontrar en los sesenta. Clapton no solo proporcionó al grupo la fuerza necesaria para distinguirse del resto, sino que consiguió que los Bluesbreakers firmaran su álbum de estudio históricamente más reconocido. Por algo el disco lleva el nombre de Eric como si tuviera un cartel luminoso.
Este disco ha sido catalogado como uno de los mejores discos de Blues Británico que se haya editado nunca. Lo que ocurre, como con todos los disco de blues, creo yo, es que ninguno llega a ser enteramente original. Pero lo que sí se puede decir de este The Beano Album es que es un disco que se destaca sobre el resto por lo entretenido que resulta su Blues.
Entretenido porque, en primer el virtuosismo de Clapton desparrama talento en todo momento marcando su superioridad sobre el resto y acaparando la atención del oyente y porque es un trabajo accesible y diverso, y en esto se lleva todos los meritos John Mayall por ser el principal compositor de la banda y porque ninguna de sus canciones aburre.
En esta diversidad, podemos encontrar temas en los que el papel protagonista lo tiene una extraordinaria armónica, a cargo de Mayall, como en este “Another Man”
Hemos escuchado una armónica tremenda, vamos a escuchar ahora un no menos tremendo solo de batería en la versión de un clásico: What’d I Say, una canción que popularizó en su día Ray Charles. Ah, por cierto, reconoceréis enseguida un pequeño homenaje de Clapton a su amigo Harrison. Atentos.
Clapton se unió a John Mayall & the Bluesbreakers en abril de 1965, pero ser marchó apenas unos meses después, para tocar con una banda inglesa llamada The Glands, en la que tocaba el piano un viejo amigo suyo, Ben Palmer pero volvió a la banda de John Mayall en noviembre. Fue durante esta etapa cuando se ganó el respeto unánime del circuito de clubes de Inglaterra. Y aunque, como hemos dicho, la aportación de Clapton al álbum fue determinante, el disco no se comercializó hasta después de su marcha definitiva de la banda.
Vamos a escuchar ahora un excelente tema, “Double Crossin’ Time”. Aquí, el piano de Mayall se une a la guitarra ultrablusera de Eric para hacer una de sus mejores combinaciones.
Por aquella época, 1967, apareció pintado un grafiti en la estación de metro de Islington, en Londres, que decía: “Clapton is God” (Clapton es dios). La frase, escrita por algún seguidor, fue captada en una famosa fotografía, en la que aparece un perro orinando en esa misma pared. Al respecto, Clapton dijo: “Nunca acepté que fuera el mejor guitarrista del mundo. Siempre quise ser el mejor guitarrista del mundo, pero eso es un ideal, y lo acepto como tal.”
Bueno, como siempre, para los gustos los colores. Es difícil decir que tal o cual es el mejor guitarrista del mundo. En cualquier caso, que Clapton es uno entre los mejores no lo duda nadie. Y si no, oigámosle en este fantástico Steppin’ Out
Clapton abandonó a los Bluesbreakers en julio de 1966 para formar Cream, uno de los primeros supergrupos y power tríos de la historia. Sus nuevos compañeros, Jack Bruce y Ginger Baker, bajo y batería respectivamente, venían ambos del grupo Graham Bond Organization.
Antes de la creación de Cream, Clapton era prácticamente desconocido en los Estados Unidos, ya que abandonó The Yardbirds antes de que el sencillo «For Your Love» entrara en el Top Ten US, y aún no había tocado allí. En su época en Cream, Clapton empezó a evolucionar como cantante, compositor y guitarrista, aunque Jack Bruce era la voz predominante y el compositor de la gran mayoría de los temas junto con el letrista Pete Brown. Su primer concierto fue en el Twisted Wheel de Mánchester en julio de 1966, antes de hacer su debut oficial con dos noches en el National Jazz and Blues Festival en Windsor. Pero volvemos a nuestros disco favorito de hoy: Parchman Farm.
The Bluesbreakers siguieron haciendo buenos discos en la década de los 60 después de la salida de Clapton. La historia que sigue la cuenta el propio propio Mayall: “Un día, teníamos un concierto y no teníamos guitarrista, entonces apareció Mick Taylor”. Mayall quedó alucinado con el joven guitarrista, pero terminó el concierto y Taylor se marchó. John lo buscó por todos lados, hasta que consiguió localizar a Taylor y le ofreció el puesto de guitarra en su banda. Él y Taylor grabarían juntos el legendario Crusade, donde Taylor brilla con luz propia, y en 1969, el psicodélico Bare Wires. Taylor se marchó posteriormente a los Rolling Stones para a sustituir a Brian Jones.
La banda deja definitivamente a existir en el 2008.
Mayall estuvo en Zaragoza en febrero de 2017. Tocó en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, acompañado por dos extraordinarios músicos: Greg Rzab, al bajo y Jay Davenport a la batería.
La crítica, en general, valoró muy positivamente el concierto pero, en mi opinión, fue un fiasco. He visto a Mayall en cuatro ocasiones, tres de ellas en Zaragoza y una en Madrid. En tres ocasiones salí de los conciertos levitando, en volandas de unas bandas que me dejaron traspuesto, habiendo disfrutado en los tres casos de unas guitarras bluseras inimitables.
No fue así en la última ocasión. Yo sé que, a estas alturas, el Sr. Mayall no tiene que demostrarme nada. Pero uno espera del artista una puesta en escena un poco más generosa que la que vimos en la Mozart. Baste decir que gran parte del peso del espectáculo estuvo, afortunadamente, a cargo del gran contrabajista Greg Rzab. Dicho esto, John Mayall me sigue pareciendo un artista excepcional y en particular, este disco.
Nos despedimos por hoy con un blues clásico en toda regla. Una muestra más de la calidad de este álbum. “Ramblin’On My Mind”
Amigas, amigos, ha sido un placer, como siempre, acompañaros un rato con buena música, blues de calidad a cargo de grandes músicos. Espero que os haya gustado y que no tengáis ningún reparo para, el próximo jueves, acudir a nuestra cita.
Aquí tendréis más música, más músicos y más historias. Entre tanto… ¡¡¡BUENAS VIBRACIONES!!!