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Nada más que libros – Rayuela – Julio Cortázar

18 marzo, 2021 - Literatura
Nada más que libros – Rayuela – Julio Cortázar

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“Así había empezado a andar por un París fabuloso, dejándose llevar por los signos de la noche, acatando itinerarios nacidos de una frase de clochard, de una buhardilla iluminada en el fondo de una calle negra, deteniéndose en las placitas confidenciales para besarse en los bancos o mirar las rayuelas, los ritos infantiles del guijarro y el salto sobre un pie para entrar en el cielo”.

Fragmento de ‘Rayuela’ -Julio Cortázar-

 

 

CARTEL NMQL - RAYUELA-CUADRO

 

Julio Cortázar nació en 1.914 en Bélgica de padres argentinos. Su familia se trasladó a Suiza al comenzar la I Guerra Mundial, y en 1.919 se estableció en Argentina. Cortázar fue maestro a edad temprana, e inició estudios universitarios de filosofía y literatura en Buenos Aires; sin embargo tuvo que interrumpirlos por dificultades económicas. En 1.951 emigró a Francia, donde trabajó como traductor mientras viajaba y escribía relatos de forma constante. Además, Cortázar se implicó en política apoyando los movimientos izquierdistas en Cuba y en otros países de Latinoamérica, visitándolos con frecuencia a partir de 1.960. Por esa misma época comenzaron a publicarse sus novelas. Entre ellas destacamos “Los premios”, “Final del juego”, “Libro de Manuel” y su obra más conocida y reconocida: “Rayuela”.

Generalmente se considera que uno de los rasgos distintivos de la novela es la organización lineal, secuencial de sus segmentos narrativos: se supone, o se espera que los sucesivos capítulos tengan un estatus semejante desde la perspectiva narrativa. La antinovela – nombrada por primera vez a mediados del siglo XX por el francés Jean-Paul Sartre – subvierte esta suposición, alejándose así radicalmente de la novela convencional en cuanto a trama o estructura. En el caso de “Rayuela”, del argentino Julio Cortázar, esta subversión alcanza incluso al plano físico. El lector se ve obligado a suspender toda expectativa narrativa y a relacionarse con el texto de formas que en la obra de ficción tradicional no exigen. Así, al lector de “Rayuela” se le dice en el tablero de dirección: >. “Rayuela” puede ser leída como una novela común en el primer libro: un capítulo tras otro, acabando en el capítulo cincuenta y seis, o de un modo alternativo, en el segundo libro, saltando del capítulo setenta y tres al uno, y yendo de acá para allá hasta el cincuenta y ocho y el ciento treinta y uno, entre los cuales el lector queda atrapado en un bucle sin fin. El autor también permite que el lector explore la novela en cualquier otra secuencia, o que ignore por completo los capítulos prescindibles, o sea que Cortázar invita al lector a probar distintas trayectorias a través de sus páginas porque hay un primer libro normal de cincuenta y seis capítulos, y un segundo libro que incluye noventa y nueve “capítulos prescindibles”. Cada libro se puede leer por separado, y hay varias opciones alternativas.

Incluso en la opción más lineal, la trama se desarrolla de forma errática y fragmentaria mientras sigue al personaje principal, Horacio Oliveira, inicialmente en el París de los años cincuenta. Aquí descubrimos los intereses intelectuales de Oliveira y su pasión por el jazz, un género musical que, con su ritmo sincopado y su staccato, tuvo una clara influencia en el estilo de Cortázar. Asimismo sabemos de las discusiones del protagonista con sus colegas del vagamente definido Club de la Serpiente, de su reverencia por el misterioso autor Morelli, y de su amor, y su tormentosa relación, por la Maga. Finalmente Oliveira se dirige a Argentina, donde encuentra trabajo en un manicomio. El segundo libro tiene como escenario el país sudamericano. En algunos capítulos prescindibles se puede detectar el convencimiento de Cortázar de que el lector debería ser consciente del funcionamiento de una novela, como participante e incluso como conspirador, destruyendo en última instancia el estatus del texto mismo como novela. La descripción del autor del deterioro mental, de la interacción humana inconexa y alienante, y de los viajes forzosos a través de distintos países tiene un reflejo en los resultados que el libro como objeto tiene del lector. De este modo, el autor logra atraer la atención hacia los conductos ficcionales del texto, así como a las expectativas que tenemos sobre el género de la novela.

La obra de Julio Cortázar es quizás una de las menos , si se permite el estereotipo, de las producidas por los maestros del “Boom”. Nacido en Bruselas por azar y residente en Francia por voluntad (aunque sólo se nacionalizó al final de su vida), la producción de Cortázar, de marcado carácter europeo, se adscribe básicamente al estructuralismo y al formalismo narrativos, y se caracteriza por concebir el relato como un todo resultante de la perfecta imbricación de sus partes. Su idea de la novela se aproxima a la de Borges, aunque el racionalismo cientifista de éste deja lugar en Cortázar a la suspensión de toda certeza y de todo juicio. En su obra predomina el tema del azar como lugar de elástica confluencia entre realidad y potencialidad y, en consecuencia, el ambiente de sus relatos participa tanto del onirismo como de la irracionalidad y del misterio. Influido poderosamente por la tradición anglosajona del cuento de misterio ( Cortázar ha sido uno de los mejores traductores de Edgar Allan Poe al español), no debemos olvidar por otro lado su deuda con el existencialismo, que le hace potenciar el sentimiento del absurdo del hombre actual, su radical insolidaridad y su incapacidad de comunicación. Su inicial tendencia a una literatura fantástica como sus títulos de esa época: el significativo “Bestiario” de 1.951, y “Final del juego” de 1.956, derivó en su madurez hacia una especial atención a las posibles interferencias de lo maravilloso en lo cotidiano; es decir, a la busqueda de la frontera entre realidad e irrealidad en la existencia humana, descubriendo así un sentido del inusitado y de alcance universal.

Cortázar-Paris

 

 

Quizá sea en su ambiciosa novela “Rayuela”, publicada en 1.963, su obra maestra, donde mejor pueda conocerse el nuevo sentido que Cortázar le imprime a la narrativa hispanoaméricana. Con un peculiar sentido del existencialismo, “Rayuela” propone la acción como realización del ser humano y la persecución de un ideal individual y social como meta del intelectual en particular y de todo hombre en general: desde ese punto de vista, la novela preludiaba el Mayo francés y exponía la necesidad del compromiso sociopolítico en Hispanoamérica ( conviene aquí recordar que Cortázar fue defensor de la revolución cubana y simpatizante del sandinismo nicaragüense). “Rayuela” apuesta por la experimentación de nuevas técnicas narrativas de filiación neovanguardista y estructuralista, ofreciendo un ingente material narrativo que sorprende por su potencialidad y que se dispone en secuencias con múltiples combinaciones, algunas de ellas simplemente sugeridas. El resultado es la omnipresencia del autor como artífice de un todo cuyos elementos están en sus manos, cuyas claves pueden ser variadas y para cuya lectura demanda la colaboración del lector; tal punto se comprueba en que la lectura por Cortazar de la secuencia número 62 de “Rayuela” originó una nueva novela: “62 modelo para armar” de 1.968, que para muchos es, técnicamente, la más conseguida del autor.

En Cortázar hay que reconocer a uno de los más hábiles narradores hispanoaméricanos de las últimas décadas. Su magistral uso de las más diversas técnicas y, en concreto, de la voz del narrador, le permite organizar a su antojo el relato, siempre tenso e intrigante, distanciándolo en diversos grados según la atracción que quiera ejercer sobre el lector. Quizá sea en sus numerosos cuentos donde mejor podamos observar todas estas características. Volúmenes como “Las armas secretas” de 1.964, “Todos los fuegos el fuego” de 1.966, “Octaedro” de 1.974 y “Queremos tanto a Glenda” de 1.981 señalan a Julio Cortázar como uno de los grandes cuentistas, igualable a Borges en quién veía a un maestro, y los relatos de los que se componen evidencian las posibilidades de un género a veces infravalorado y que en Hispanoamérica ha contado y cuenta con excelentes cultivadores.

 

 

 

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