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Nada más que libros – León Tolstoi – Guerra y Paz

20 marzo, 2020 - Literatura
Nada más que libros – León Tolstoi – Guerra y Paz

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“Probablemente la mayor hazaña de Tolstoi en “Guerra y paz” es que pese a sumergirnos en las cloacas de lo humano, nos inyecta la convicción de que, con todo, la aventura humana es infinitamente más rica y exaltante que las miserias y pequeñeces que también se dan en ella; que vista en su conjunto, desde una perspectiva serena, ella vale la pena de ser vivida, aunque solo fuera porque en este mundo podemos no sólo vivir de verdad, también de mentiras, gracias a las grandes novelas”.

-Mario Vargas Llosa-

León Tolstoi – Una gran epopeya

 


Al componer “Guerra y Paz”, Tolstoi intentó introducir personajes que representaran a todos los estamentos sociales de la vida rusa. Cada una de las 559 figuras que aparecen se mueve estimulada por sus objetivos personales, pero, como todas actúan dentro de circunstancias históricas excepcionales, sus aspiraciones adquieren una dimensión social. De entre ellas, dos, Andréi Bolkonski y Pierre Bezújov, ocupan los planos maestros en que se desarrolla la novela, en la paz y en la guerra; además, el eje ideológico estará constituido por la maduración espiritual de ambos. De claros rasgos autobiográficos, Andréi y Pierre se hallan en el vórtice de los acontecimientos históricos, por lo que adquieren una estatura épica. Incorporados al proceso de la guerra, se someten a él y hallan en su lugar los destinos de la humanidad. Con un protagonismo equivalente, ambos acceden al centro de la trama por vías distintas, lo que le permite al autor ampliar el campo social del relato

Al comenzar la novela, Andréi aspira a situarse entre los que rigen los destinos de la historia y considera ídolo a Napoleón. Pero la guerra que llega y el contacto con los hombres, ahora transformados en soldados, le hacen ver que la fama, a la que había supeditado sus ideales, no es más que pura vanidad. Así se convierte en el primer crítico de la idea napoleónica. Herido en la batalla de Austerlitz, mientras yace en el campo y se enfrenta con la muerte, comprende la falsedad de sus aspiraciones. También Pierre Bezújov busca una razón de ser, aunque por caminos distintos. Hijo bastardo de un aristócrata, despreciado por los de su clase, se convierte de pronto en favorito de los que le detestaron debido a que hereda una gran fortuna. La decepción que esto le causa lo hace acudir a la masonería, atraído por el precepto de que sus miembros deben llevar una vida moral sin tacha. Pero también en esto sufre un desengaño. Entonces halla la verdad en la guerra, de cara a la muerte. Prisionero de los franceses, comparte el cautiverio con el campesino Platón Karatáev, que cubre sus necesidades materiales con su propio esfuerzo, mínimamente, por lo que es un hombre feliz y moralmente rico. La lección moral de este encuentro es que la desdicha está originada por todo lo que excede las necesidades elementales del hombre. Karatáev expresa el ideal cristiano que Tolstoi buscó y encontró en la vida campesina. No se trata de retornar a una condición primitiva, sino de renunciar a lo superfluo, a la civilización impuesta desde arriba por los especuladores.

En la novela aparecen también figuras históricas como Napoleón, Alejandro I y Kutúzov, el jefe del ejercito ruso. Tolstoi mantiene un difícil equilibrio entre la fidelidad que le debe a los hechos históricos y la subordinación de estos personajes a la idea general de la obra. Porque son ellos los que dictan la gran política europea y los que determinan la marcha de la guerra. Y también porque a través de ellos el autor expone sus reflexiones históricas y filosóficas más profundas. En este sentido es particularmente importante la visión que tiene Tolstoi de Napoleón Bonaparte. Lo muestra como un hombre cegado por la soberbia, estúpido, canallesco, de gestos teatrales y pronunciando siempre frases para la historia. Napoleón es tanto más ridículo cuanto que está en manos de la providencia y es ella la que marca el rumbo de la historia. Este fatalismo determina también la actitud de Kutúzov, que se somete resignadamente al destino. En lo que su situación se parece bastante a la de Napoleón. Sin embargo, en el aspecto humano, Kutúzov es totalmente opuesto al emperador francés. Su sinceridad, la benevolencia con que trata a sus soldados y su odio por las intrigas palaciegas encarna los mejores rasgos del carácter ruso.

Pero en la vida de Andréi y de Pierre no todo son situaciones heroicas. Ellos también viven con intensidad la vida cotidiana. Esto le permite a Tolstoi incorporar a la novela, de una manera natural y lógica, los acontecimientos más variados; es decir, a través de ellos logra diseñar un cuadro completo de la época. Con igual fuerza describe la batalla de Austerlitz, una cacería o un baile de sociedad. De forma que la aparición de Natasha Rostova se realiza de manera muy natural. Natasha protagoniza las páginas más líricas y bellas de la novela. Rechaza el amor de Andréi pero al final se casa con Pierre. Su figura es un catalizador, pues los personajes descubren a través de ella su riqueza espiritual. Riqueza que luego confirmarán las circunstancias bélicas.

Todos los personajes de “Guerra y paz” tienen una viveza y una fuerza extraordinaria porque el autor es un maestro del retrato físico. Lo que más le interesa a Tolstoi de sus personajes, que nunca son estáticos, apáticos o inertes, es mostrar cómo en la vida siempre existe la posibilidad de cambio en respuesta a nuevos estímulos externos o internos, y a pesar de su capacidad de presentar escrupulosamente las más nímias fluctuaciones de los estados de ánimo y de los impulsos, y de analizar con detalle la proliferación de pensamientos y sentimientos, los actos y acontecimientos que más le importan son los que significan crecer, madurar, casarse, envejecer y morir. Debido a esta capacidad de identificarse con los sentimientos de los personajes más diversos y, al mismo tiempo, de observarlos con distanciamiento, así cómo de transmitir una organización sumamente compleja de la realización humana y una asignación de destinos en la tierra. Tolstoi ha sido comparado más de una vez con un dios, pero, según Gorky: “un dios ruso que se sienta en un trono de arce bajo un tilo dorado, no muy majestuoso, pero tal vez más astuto que otros dioses”.
Novela larga y compleja, “Guerra y paz” logra captar con sus ricos elementos la atención apasionada del lector. Sus diversos niveles y la maestría con que están tratados la convierten en una de las mejores aportaciones de Rusia a la novelística universal. Con justicia figura a la cabeza de la épica moderna.

 

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