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Nada más que libros – El relato policial – IV

30 abril, 2020 - Literatura
Nada más que libros – El relato policial – IV

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“A eso del mediodía me arrojaron del camión de heno. Me había montado en él la noche anterior en la frontera, y apenas tendido bajo la lona me quedé profundamente dormido. Estaba muy necesitado de ese sueño, después de las tres semanas que acababa de pasar en Tijuana, y dormía aún cuando el camión se detuvo a un lado del camino para que se enfriase el motor. Entonces vieron un pie que salía debajo del la lona y me arrojaron al camino”.

“El cartero siempre llama dos veces”. James M. Cain.

 

 

Dashiell Hammett-1

Al mismo tiempo que la novela enigma alcanzaba su apogeo con personajes como Poirot, se producía un fenómeno que iba a revolucionar las claves del género: el nacimiento en EEUU de la novela negra, principalmente de la mano de Dashiell Hammett y su investigador Continental Op, paradigma de un nuevo tipo de detective privado, el “hard-boiled” que sería algo así como “duro de pelar” o “duro de roer”, casi tan violento, cínico y marginado como pueda serlo un delincuente. Su ascensión va a ir ligada a la miseria y a la creciente violencia de la sociedad norteamericana de los años veinte y treinta. Esta reconversión del género policíaco en una literatura de alcance social que desdeña el universo burgués, el divertimento mental, coincide con la promulgación de la ley Volstead, más conocida popularmente como la “ley seca”. Su entrada en vigor supone, de inmediato, la aparición de los distribuidores que suministran alcohol de contrabando tanto a los bares y restaurantes como a las salas de espectáculos y prostíbulos. El fabuloso negocio que se origina gracias a este comercio clandestino trae consigo la aparición de los gángsters, cuyas fechorías y asesinatos van a ocupar las portadas de todos los periódicos. Envalentonados por el terror que imponen en la vía pública, inician una imparable ascensión hacia el control del poder, ayudados por políticos y funcionarios corruptos.

En este contexto, unos valerosos escritores de relatos policíacos deciden abordar con honestidad y rigor esta cotidiana realidad criminal con temas como el gangsterismo, el crimen político, el canibalismo económico y la piratería financiera. El tratamiento realista de la temática criminal, coetáneo del realismo de Hemingway, Dos Passos, Steinbeck y Faulkner les lleva a incorporar a la novela policíaca técnicas de origen periodístico, un estilo oral antirretórico, un pretendido objetivismo absoluto, un ritmo rápido con diálogos concisos, plagados de expresiones de argot, y unos ambientes y personajes propios de la cultura urbana, especialmente esos detectives brutales y desenvueltos, aficionados al whisky y a las mujeres, que surgen como respuesta a toda esa violencia. En el nacimiento de la novela negra tiene también una importancia decisiva el espectacular auge de la cultura de masas (cine, radio, prensa, jazz, cómic etc.) fruto del bienestar económico de los años veinte, los espectaculares avances tecnológicos y la liberación de la mujer. Uno de los medios de difusión más efectivos lo constituyen las revistas populares, las “pulp magazines”, editadas en papel de pulpa de madera muy barato. Entre ellas destaca “Black Mask”, por la narración directa y realista, el lenguaje coloquial y la acción violenta y trepidante.

La corrupción de los cargos públicos, en connivencia con el gangsterismo, se refleja en la novela negra en el retrato de la delincuencia profesional desde su propio interior, ya sea el gángster de la Prohibición o el pistolero de la Depresión. Se abre con ello una línea temática que a partir de entonces intentará dar cuenta de la relación del delito y la violencia con la sociedad. El otro tema importante de esta época es el del desigual enfrentamiento entre el defensor de la voluntad popular y los representantes del poder envilecido. De ahí que los protagonistas de las novelas sean tanto delincuentes, gangster sobre todo, como defensores de la ley. Entre los primeros cabría recordar a César Enrico Bandello, de William Riley Burnett y a “Scarface” Tony Lamonte (inspirado en Al Capone), de Maurice Coon. Entre los segundos destacan especialmente Continental Op, Sam Spade y Nick Charles de Dashiell Hammett (1.894-1.961).

A Hammett le corresponde el mérito de aglutinar los factores que hicieron posible el nacimiento de la novela criminal realista. El insólito vigor y la autenticidad casi documental de su obra se deben sin duda al hecho de haber trabajado como detective privado. El secreto de sus éxito reside más en sus personajes y su lenguaje que en la historia misma. Su originalidad estriba en el tratamiento objetivo de la narración, en los componentes emocionales del relato, descubiertos por el lector a través del diálogo y del propio comportamiento de los personajes, sin apenas descripciones. Su primer gran detective, Continental Op, uno de los pilares de “Black Mask”, está inspirado en el que fuera jefe de Hammett en la agencia de detectives Pinkerton, de Baltimore. Pese a haber publicado en 1.927 “El gran golpe”, una buena novela centrada en un análisis de una víctima de la sociedad, a el autor no le llegó la celebridad como escritor hasta 1.929, año decisivo en su carrera por la publicación de novelas como “Cosecha Roja” y “La maldición de los Dain”; es, sin embargo, “El halcón maltés” de 1.930 el libro que le consagrará definitivamente y en donde aparece Sam Spade, el detective que, junto a Nick Charles, de “El hombre delgado”, lo va a inmortalizar.

James M. Cain

James M. Cain

La depresión económica que sigue al crack de la Bolsa de Nueva York en 1.929 afecta a todas las clases sociales, con lo que el paro experimenta una vertiginosa escalada. Estos años suponen el desmoronamiento de los valores puritanos, burgueses y conservadores, y traen consigo la miseria y la injusticia para los sectores más oprimidos, lo que facilita la aparición del delito como forma de supervivencia; y todo ello, pese a la buena voluntad de las propuestas del propio presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, quién, al ganar las elecciones en 1.932, propugnó con su “New Deal” un plan de reconstrucción del país para equilibrar el reparto de riqueza. La novela negra se adentra durante este periodo en el campo de la literatura social al tratar, primordialmente, el tema del individuo marginado por el sistema. No es de extrañar, pues, que los protagonistas de la narrativa policíaca sean, a menudo, delincuentes a la fuerza que han sido víctimas irremediables de la injusta organización de la sociedad. Los autores más destacados son James M. Cain, Horace McCoy, Don Tracy, Jim Thompson y William Irish.

Entre todos ellos, quizá sea James M. Cain (1.892-1.977) quién mejor refleje esta nueva manera de entender el género, basada en la violencia y en la autenticidad del lenguaje. Sus protagonistas son personas corrientes que por motivos pasionales se convierten en asesinos. A esto añadirá en sus obras posteriores un mayor interés por las circunstancias psicológicas que conducen al hecho delictivo, lo que convertirá a Cain en el máximo exponente de la “psicología criminal”, en una linea similar a la que seguirán más tarde tanto William Irish como Patricia Highsmith. Sobre los protagonistas de Cain gravita un fatalismo que los impulsa al asesinato y que determina que, en el momento de matar, los acontecimientos se vuelvan contra ellos. Así cuanto más inteligentes parecen, más se esfuerza el destino o la propia conciencia en condenarlos. Esta época de la Depresión es también el universo en el que quedan apresados los protagonistas de las historias de Willian Irish (1.903-1.968), seudónimo de Cornell Woolrich, considerado como el creador de la novela de suspense, caracterizada por el procedimiento de hacer surgir obstáculos que parecen infranqueables. Estas trabas provocan, tanto en el personaje como en el lector, una espera angustiada y es precisamente esa espera lo que constituye el suspense. Toda su producción está ambientada en el Nueva York de esos terribles años, y en ella se respira el clima de pesadilla en el que viven envueltos sus personajes. Sus grandes temas son la muerte (sobre todo, el proceso de la muerte del amor) y el mal que acecha al inocente. En esta carrera contra el tiempo y la muerte, la víctima será fatalmente perseguida por un conjunto de fuerzas destructoras, que harán inútil su obsesión por salvarse o por vengar al ser amado. La febril emotividad del argumento genera una atmósfera casi insoportable para el lector, una tensión emocional que no desaparece ni con el final del relato.

 

Ambientación musical: Jazz Negro

1-Harlem Nocturne
2-Why Don’t You Do Right?
3-Angel Eyes
4-My Funny Valentine
5-Moonlight Serenade
6-Night and Day
8-Waitin’ For A Train To Come In
9-In A Sentimental Mood
10-Moonlight in Vermont
11-Round Midnight

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