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Anna Ajmátova: La poesía como resistencia

20 diciembre, 2019 - Literatura, Poesía
Anna Ajmátova: La poesía como resistencia

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La vida de Anna Ajmátova (1889-1966) estuvo marcada, como la de millones de rusos, a sangre y fuego, por la Revolución de 1917: su primer marido fue acusado de conspiración y fusilado en 1921; más tarde, su hijo también fue arrestado y deportado a Siberia; su último esposo, murió de agotamiento en un campo de concentración en 1938; la propia Anna fue acusada de traición y deportada, y sus escritos, prohibidos. Hasta 1944 no pudo regresar a San Petersburgo –entonces Leningrado-, devastada por el asedio nazi. Ahí retomó su labor de escritora, colaborando en varias revistas literarias. Sin embargo, dos años más tarde, en 1946, iba a ser expulsada de la Unión de Escritores Soviéticos, lo que traía aparejado la prohibición de publicar así como la denegación de la cartilla de racionamiento. Se la acusaba de pertenecer “al pantano literario reaccionario apolítico”. Su poesía no aparecerá completa en Rusia hasta 1990, veinticuatro años después de su muerte. Para entonces, ya estaba traducida a las más importantes lenguas del mundo.

 


 

CRÉDITOS (poema/voz/música):

 

1. Presentación / Manuel Alcaine / Bach – Suite for Violoncello No 1 BWV 1007 -Prelude –Moderato- (Pau Casals)
2. Hay en la intimidad un límite sagrado / Lola Orti / Bach – 1 BWV 1007 -Allemande -Molto moderato- (Pau Casals)
3. La tierra natal / María José Sampietro / Bach-4-Sarabande –Lento- (Pau Casals)
4. Para muchos / Néstor Barreto / Bach-4-Sarabande –Lento- (Pau Casals)
5. Unos van por un sendero recto / Elena Parra / Bach – 2 BWV 1008 -5-Menuetto I & II (Pau Casals)
6. En algún lugar hay una vida simple y una luz / Lola Orti / Bach – 2 BWV 1008 -5-Menuetto I & II (Pau Casals)
7. Como tu sufro / María José Sampietro / Bach – 2 BWV 1008 -6-Gigue (Pau Casals)
8. Último brindis / Néstor / Bach – 2 BWV 1008 -6-Gigue (Pau Casals)

 

 

 

 

 

Poemas:

 

Hay en la intimidad un límite sagrado

Hay en la intimidad un límite sagrado
Que trasponer no puede aun la pasión más loca
Siquiera si el amor el corazón desgarra
Y en medio del silencio se funden nuestras bocas.
La amistad nada puede, nada pueden los años
De vuelos elevados, de llameante dicha,
Cuando es el alma libre y no la vence
La dulce languidez del goce y la lascivia.
Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas,
Y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
No late a ritmo debajo de tu diestra?

 

La tierra natal

No la llevamos en oscuros amuletos,
Ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
No perturba nuestro amargo sueño,
Ni nos parece el paraíso prometido.
En nuestra alma no la convertimos
En objeto que se compra o se vende.
Por ella, enfermos, indigentes, errantes
Ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos
Esa tierra que con nada se mezcla.
Pero en ella yacemos y somos ella,
Y por eso, dichosos, la llamamos nuestra.

 

Para muchos

Soy vuestra voz, calor de vuestro aliento,
El reflejo de todos vuestros rostros,
Es inútil el batir del ala inútil:
Estaré con vosotros hasta el mismo final.
Y por eso me amáis ávidamente,
Con todos mis pecados y flaquezas,
Y por eso me entregasteis sin mirar
Al mejor de todos vuestros hijos,
Y por eso no me preguntasteis
Por ese hijo ni una sola vez,
Y llenasteis con el humo de alabanzas
Mi casa ya vacía para siempre.
Y dicen que más estrechamente ya no es posible unirse
Y que más irreversiblemente ya no se puede amar…
Como la sombra quiere separarse del cuerpo,
Como la carne quiere separarse del alma,
Así deseo yo que me olvidéis vosotros.

 

Unos van por un sendero recto

Unos van por un sendero recto,
Otros caminan en círculo,
Añoran el regreso a la casa paterna
Y esperan a la amiga de otros tiempos.
Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,
Llevo conmigo el infortunio,
Voy hacia nunca, hacia ninguna parte,
Como un tren sobre el abismo.

 

En algún lugar hay una vida simple y una luz

Pero en algún lugar hay una vida simple y una luz
transparente, cálida y alegre.
Allí, con una muchacha sobre el cercado vecino,
bajo la noche hablar, y dejar que las abejas escuchen
sólo las más tiernas de todas las palabras.
Sin embargo, vivimos victoriosa y duramente
y honramos las ceremonias de nuestros amargos encuentros,
cuando bruscamente el viento, loco,
interrumpe nuestra charla apenas comenzada.
Por nada cambiaremos la magnífica,
granítica ciudad de gloria y de infortunio,
de los anchos ríos resplandecientes de hielo,
de los oscuros y sombríos jardines
y de la voz de la musa, audible apenas.
No sé si estás
vivo o muerto

No sé si estás vivo o muerto
y si puedo buscarte en esta tierra,
o solamente en la tiniebla nocturna
como a un difunto llorarte.
Tú eres todo: mi ruego diurno,
la llama débil del insomnio,
la bandada blanca de mis versos,
el azul incendio de mis ojos.
Como nadie se fue más secreto
así nadie me hizo sufrir,
ni siquiera el que en la pena me vendió,
ni siquiera aquel que me amó y me olvidó.

 

Como tú sufro

Como tú sufro
la negra separación permanente.
¿Por qué lloras? Mejor dame la mano
y prométeme volver en un sueño.
Tú y yo somos un monte de dolor.
En esta tierra tú y yo jamás nos encontraremos.
Si pudieras tan sólo enviarme a medianoche
por medio de las estrellas tu recuerdo.

 

Último brindis

Yo brindo por la casa arruinada,
por la vida que sufrí,
por la soledad a dos llevada,
y también por ti, –
por la mentira de los labios traicioneros,
por tus ojos fríos de muerte,
por el mundo cruel y grosero,
Por Dios, avaro con mi suerte.

 

 

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