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Zaragoza te habla – Romareda

20 junio, 2024 - Zaragoza te habla
Zaragoza te habla – Romareda

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Zaragoza te habla/temporada 2023-24/Programa 9/17-06-2024
“Romareda”

 

CARTEL ZTH - Romareda-cuadro

 

Bienvenidos todas a la décima entrega de “Zaragoza te habla” con la que cerramos la presente temporada 23-24, coincidiendo en el tiempo con la irrupción del fenómeno “se acabó la fiesta” que en las recientes elecciones europeas ha recibido 14.000 votos en esta ciudad. Nunca pensé que los vecinos de las zonas polisaturadas de establecimientos de restauración y bebercio especialmente durante los fines de semana y fiestas de guardar adquirieran tanta conciencia y organización como para defender sus intereses en unas elecciones. Como cantaba el panameño Rubén Blades, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay dios”.

En nuestro caso la fiesta también se para, pero sólo como consecuencia del convencional parón estival de la actividad humana durante el estío en este mundo occidental y capitalista donde vivimos, por lo que os propongo finalizar el curso bien fresquitos con una mirada retrospectiva hacia la denominación “Romareda” que, aunque de forma muy mayoritaria parece estar asociada de forma exclusiva a la suerte del campo municipal de fútbol de ese nombre y a sus recientes desventuras urbanísticas más dignas del juego “Monopoly”, en realidad tiene una mucho más larga, interesante y rica historia acuática que bien se merece un recuerdo. Vamos, pues, a ello.

La de la Romareda es una de las más antiguas acequias que abastecían de agua a la ciudad de Zaragoza. Su caudal provenía del río Huerva, por lo que hasta la construcción del Canal Imperial de Aragón sus aportes eran los más inciertos e irregulares de todos los ríos de los que se abastece la ciudad. Esta acequia nacía en un azud poco antes de la fuente de la Junquera, y pese a lo irregular de su caudal por depender del irregular y estacional río Huerva, lograba regar un extenso término agrícola, llegando incluso hasta el interior de la ciudad donde suministraba agua a numerosos huertos y jardines siempre al aire.

Tras la construcción del Canal Imperial de Aragón a finales del siglo XVIII, esta acequia vio reforzado su caudal de una forma muy importante con aportes sobrantes de este canal, de forma que su nuevo nacimiento quedó situado en el punto donde el acueducto canalino pasa sobre el río Huerva, a la altura de la almenara de N.ª S.ª del Pilar, de forma que su nuevo recorrido transitaba así casi en paralelo a la carretera de Valencia hasta que se bifurcaba a la altura de la actual calle de Calanda en dos grandes ramales para aprovechar su mayor caudal: uno de ellos llegaba hasta el actual parque del Castillo Palomar, donde proseguía luego hacia el oeste hasta Miralbueno, Garrapinillos y la carretera de Logroño hasta desembocar en la acequia de la Almozara. El otro ramal daba origen a un importante número de “hijuelas” de esta acequia, tan complejo que su descripción requeriría un monográfico en exclusiva.

Por ello, aquí sólo haré una somera descripción de los ramales más importantes, siendo el primero el llamado “ramo bajo” que llegaba hasta el camino de los Cubos (actual calle del Doctor Cerrada) para abastecer a las industrias que allí surgieron a finales del siglo XIX. En la cercana Facultad de Medicina y Ciencias partía la hijuela denominada “del Pontarrón”, que tras cruzar el paseo de Pamplona abastecía a los conventos de las calles de Bilbao y Cádiz (respectivamente, la Enseñanza y las Carmelitas Terciarias), y tras cruzar el paseo de la Independencia llegaba a la Huerta de Santa Engracia, donde se dividía por un lado para abastecer al convento de Santa Catalina en la calle de San Miguel y llegar hasta el Ebro, mientras otro riego desembocaba en el río Huerva.

El segundo ramal más importante era el denominado “ramo alto”, que por la actual calle de Pedro Cerbuna cruzaba los terrenos del campus universitario de San Francisco, daba abastecimiento a los conventos de las Religiosas de Jesús María (calle de Cortes de Aragón) y de las Adoratrices (calle de Hernán Cortés) y tras cruzar el paseo de María Agustín llegaba hasta los lavaderos de Castellví, teminando por unirse finalmente con la acequia del Pontarrón a la altura del convento de Santa Rosa (calle del Azoque). Derivado de este “ramo alto” era el llamado riego “de los Capuchinos”, porque abastecía al convento de ese nombre sito en la actual calle de Hernán Cortés, y el riego llamado “del Viernes” que por la actual calle de la Corona de Aragón llegaba hasta la calle de Juan José Lorente, que antaño fuera el camino del Viernes y que por eso le daba su nombre. Cerca de la actual Ciudad Jardín, de esta acequia de la Romareda se derivaba el riego llamado de “Don Tadeo”, que circulaba por la actual avenida de Valencia hasta las calles de Ávila, Tarragona y Burgos, donde se dividía a su vez en otros dos ramales: hacia la izquierda, uno abastecía de agua a la estación de Campo del Sepulcro; y hacia la derecha el segundo llegaba hasta la Casa de Convalecientes de la calle de Anselmo Clavé.

Esta acequia de la Romareda tenía otras derivaciones a destacar, como el ramal del “Boquerazo”, que por el camino de la Mosquetera llegaba al barrio del Cigarral y la estación de Campo del Sepulcro para por la actual calle del Trovador atravesar luego la carretera de Madrid y el paseo de María Agustín casi a la altura del fielato de la Puerta del Portillo, donde abastecía a los conventos de Santa Inés, las Fecetas y las Lucías hasta llegar a la alcoholera del Pilar, desaguando finalmente en el río Ebro en el soto de la Almozara. Un último ramal se internaba por el barrio de Delicias entre las calles de Sangenis y Arias y abastecía a la estación de Caminreal.

El paso de uno de estos ramales por la zona de la estación de Campo Sepulcro dio origen, precisamente, al nacimiento junto a ella del industrial barrio de la Romareda, también llamado de Cariñena por la cercanía de esa antigua estación de ferrocarril de vía estrecha. Esto fue unas cuantas décadas antes del planificado surgimiento de la moderna urbanización que originalmente llevaba el nombre de “Gran Vía”, más allá del palacio de la Feria Oficial y Nacional de Muestras de Zaragoza, pero que finalmente tomó el nombre del municipal campo de fútbol de la Romareda inaugurado en septiembre de 1957, evento este que sin duda inauguró una nueva etapa para la zona donde estaba enclavada. Como esta nueva etapa ha tenido algunos momentos futbolísticos muy deslumbrantes, y en paralelo los ramales, brazos e hijuelas que se derivaban de la acequia de la Romareda ha desaparecido de la vista tras su meticuloso soterramiento, es por eso que “Romareda” es desde hace tiempo ya casi sólo sinónimo de fútbol, o lo que sea que es la práctica de este deporte en nuestros días.

Un cordial saludo para todos los que durante este curso han seguido esta sección, bien en su forma de audio o bien en su forma de texto. Para todos ellos, un cordial saludo en este final de temporada tan acuática como enrevesada, porque la historia suele ser así de complicada, siendo tarea de los historiadores el tratar de simplificarla para que de forma divulgativa llegue a cuanta más gente sea posible, sin perder un ápice de su interés y aristas.

Pasad un buen verano, si es que ello es posible, y me despido de todos vosotros con un ruego: que nadie os diga cuándo hay que terminar una fiesta.

-José María Ballestín Miguel-

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