Comenzamos nueva temporada hablando de una Zaragoza alternativa forjada en los proyectos edilicios y planes urbanos no realizados durante su historia: desde una ciudadela militar en la desembocadura del Huerva hasta una red de siete líneas de metro. Una ciudad que realmente no fue, pero que pudo haber sido… o que tal vez lo esté siendo en el sugerente y teórico multiverso.
Esta realidad paralela incluye desde grandes proyectos con afecciones globales sobre buena parte de la ciudad, hasta otros más pequeños y muy localizados pero que hubieran resignificado de forma notable los entornos donde estaban proyectados. Diversas causas llevaron a que ninguno de ellos transitara total o parcialmente del terreno de las musas al de la práctica, pero las imágenes de sus planos, dibujos y proyecciones nos invitan a recorrer esta parte del pasado de Zaragoza que no llegó a ser pero que no por ello puede resultar menos interesante conocerlo.
Así, varios proyectos militares abocetaron desde antiguo una Zaragoza bien distinta a la actual: a mediados del siglo XVII se planeó un nuevo recinto defensivo que rodeaba la ciudad con recios baluartes y fortificaciones; a principios del XVIII una ciudadela pentagonal como la que luego fue efectivamente construida en Barcelona fue proyectada donde el río Huerva desemboca en el Ebro, impactando de forma enorme en el caserío de la época y en el urbanismo posterior; y a mediados del siglo XIX la guerra civil de la época o guerra carlista llevó a planear el desvío del curso del río Huerva y la construcción de una doble línea de fuertes y murallas que llegaban hasta el monte de Torrero y que hubiera condicionado radicalmente el posterior crecimiento urbano.
Diversos planes urbanísticos desde principios del siglo XX ordenaron sobre el papel un crecimiento de la ciudad que poco tuvo que ver luego con el efectivamente realizado: en 1906 varios proyectos de ensanche se centraron en una expansión bien distinta hacia Miralbueno y Miraflores; la urbanización de la plaza de Castelar al principio de los años 30 incluyó una nueva Casa Consistorial en ella; el plan de reforma interior de 1939 impactaba de forma muy destacada en entornos como las plazas de la Magdalena, Salamero (antigua de Santa Fe) y Santa Cruz, en este último caso como consecuencia de la prolongación del paseo de la Independencia, que llegó a impostar un gran arco triunfal neomudéjar e imperial a su llegada a la plaza del Pilar; el Plan General de Urbanización de 1941 trazaba un ambicioso crecimiento ordenado y compacto no realizado; y una variación de éste en 1959, conocida como “Plan Yarza”, zonificaba el crecimiento y apenas fue cumplido.
Además de en estos planes, la movilidad urbana también era protagonista en proyectos como el que en 1838 proponía derribar por ruinoso el “viejo” puente de Piedra y sustituirlo por otro colgante; en 1939 se planeó construir un nuevo puente sobre el Ebro (donde en 1941 se levantó una famosa pasarela peatonal) que hubiera dado acceso a la gran “avenida de los Héroes”, rectilínea hasta la Academia General Militar; en 2007 y al hilo de las elecciones municipales, el Partido Aragonés propuso una increíble red de metro con hasta siete líneas, aunque por circunstancias de la política se quedó sin representación municipal para luego impulsarla…
El capítulo de parques y zonas verdes se abre con la “Primera idea de un parque de Zaragoza” firmada en 1880 y que proponía ubicarlo en la antigua huerta de Santa Engracia, y alcanza hasta el reciente proyecto de la denominada “Expo-Paisajes 2014” gran evento mundial de horticultura propuesto en la estela de la Expo 2008, localizado entre Vadorrey, Las Fuentes y San José e irrealizado. También nos referiremos aquí al proyecto de 1973 de ubicar el “rastro” de la ciudad en los antiguos depósitos de agua del parque Pignatelli, aunando comercio, zona verde y ocio por el mismo precio. En 2010 y al hilo de la instalación del tendido del moderno tranvía, las obras que dejaron al aire el tramo del Huerva en la Gran Vía dieron pie a la peregrina propuesta de dejar así este río y convertirlo en un parque lineal…, muy aireada por los enemigos del tranvía y de su reintroducción, que se agarraban a cualquier clavo ardiendo antes de resignarse a volver a ver un tranvía circular por la ciudad.
En el apartado de ocio y espectáculos, desde principios del siglo XX rondaba la idea de instalar en Zaragoza un parque zoológico que fue saltando del parque de Pignatelli al de Buenavista, a la torre de Bruil y hasta los Pinares de Venecia, donde a principios de los años 70 quedó en vía muerta, pese a que entonces se valoraba como imprescindible para hacer de Zaragoza una “ciudad completa”. De 1931 y en la plaza de la Constitución era la idea de sustituir el Gran Hotel Europa por un moderno complejo de viviendas en el que estaba incluido un gran “cine Europa”, idea tal vez algo adelantada a su tiempo que poco después fue sustituida por el actual Banco de España. La primera década del presente siglo XXI nos ha dejado un nutrido catálogo de proyectos vinculados a este sector y muy representativos de la sobredosis de “euforia” previa a la gran crisis económica iniciada en 2008: los diversos proyectos asociados al desgraciado Teatro Fleta tras su cierre en 1999; un “Nuevo campo municipal de fútbol” varias veces proyectado y que en 2009 recaía en Miraflores, en la intersección del tercer cinturón de ronda y la prolongada avenida de Tenor Fleta; y el “Teatro SGAE” de 2010 o tercer proyecto como espacio artístico no realizado e impulsado en Zaragoza por esta entidad, en este caso en la avenida de José Anselmo Clavé.
En materia de monumentos irrealizados, la nómina comienza a principios del siglo XIX, cuando las Cortes de Cádiz “mandatan” la erección de varios símbolos que habrían de recordar los recientes asedios franceses, sobre todo el victorioso de 1808 y a los que se debería haber añadido la reconstrucción de la Cruz del Coso, amén del dañado monasterio de Santa Engracia. Se intentó monumentalizar sin éxito el “memorable” episodio del cinco de marzo de 1838, pero el horno no estaba para este tipo de bollos, y el “desgraciado” episodio de la Torre Nueva ya conoció en 1892, mientras se estaba derribando, una propuesta para construir una “torre conmemorativa” que la recordara. El gran episodio memorialista del siglo XX fue sin duda la victoria nacionalista en la guerra civil de 1936-1939, que incluyó la efectiva construcción del Sacrario Militare Italiano, si bien su torre debería haber llegado originalmente hasta casi los ochenta metros de altura…
Finalmente, algunas singulares propuestas del mundo del arte y la cultura para la ciudad y que en las últimas décadas han quedado sin realizar o pendientes de resolución, como el varias veces reivindicado Espacio Goya (en 1999 en la que fuera casa de Tomás Castellano, y en 2006 en la Escuela de Artes y Museo de Zaragoza), repitiendo de alguna forma la desgraciada suerte del Rincón de Goya inaugurado en 1928 y luego arruinado; en 2002 y al hilo de la construcción de la nueva estación Zaragoza-Delicias se contempló sin éxito que la antigua estación de Caminreal se habilitara como Museo del Ferrocarril; entre 2009-2016 planeó la posibilidad de que Antonio López pintara una bóveda del templo del Pilar, aunque finalmente el Cabildo lo desestimó; y el palacio Fuenclara, una de las contadas casonas del siglo XVI que han llegado a nuestros días, y que desde 2003 es propiedad municipal, sigue pendiente de rehabilitación y ha conocido y conoce varios proyectos para recuperarlo, algunos tan antitéticos que auguran muchos más años de inacción…
Un cordial saludo, y hasta la próxima.
-José María Ballestín Miguel-