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Zaragoza te habla – El Pilar en mayo 1919

22 febrero, 2024 - Zaragoza te habla
Zaragoza te habla – El Pilar en mayo 1919

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Zaragoza te habla/temporada 2023-24/Programa 6/19-02-2024
“Fiestas del Pilar en mayo”

CARTEL ZTH - Pilar en mayo-cuadro
Bienvenidos todas a este segundo programa del año tras el empalago de la celebración comercial del santo más amoroso del calendario, en estos comienzos del mes de febrero que parecen tener bastante semejanza, climatológicamente hablando, con los antiguos y añorados principios del mes de abril, aunque esto y la falta de lluvia según la derecha extrema no tienen nada que ver con el cambio climático, pues seguramente habrá que achacarlo también a la ley de amnistía, a la Agenda 2030, a los gays y hasta a las lesbianas. Con este panorama tan revuelto y con la guinda de las recientes elecciones a la gallega, he pensado que tal vez podría ocuparme hoy, porqué no, de aquellos pilares de 1918 que fueron celebrados en la primavera de 1919, como consecuencia de la gripe de Kansas. Vamos a ello.
La pandemia de la gripe de 1918 que comenzó en la base militar de Fort Riley (EE.UU. de América) tuvo una víctima colateral e inesperada: las Fiestas del Pilar de ese año, que fueron prohibidas por la autoridad competente, en este caso la Junta provincial de Sanidad, por motivos de salud pública y sin que la intercesión de la Virgen, como suele ser habitual, pudiera hacer nada al respecto, vaya por dios. Esto generó un estropicio bien grande, ya que el programa de fiestas como suele ser habitual estaba cerrado desde hacía tiempo, e incluso se celebró la subasta de las garitas y tenderetes del ferial de atracciones cuando ya estaba rondando la posibilidad de que estos festejos podrían ser suspendidos. Vaya faena.

Una vez consumada la temida no celebración, la comisión de Festejos se puso a trabajar inmediatamente para hacer de las siguientes fiestas de mayo una derivada de esas fiestas mayores recién suspendidas. Estas fiestas de mayo, por ello también llamadas de primavera, habían sido establecidas en 1914 para darle un marco festivo a las tradicionales peregrinaciones religiosas que por esas fechas acudían puntualmente al templo del Pilar, de forma que como algún periódico de la época significaba, los turistas religiosos que llegaban a la ciudad en esas fechas, no tuvieran sólo la opción de ir o a pasear al Cabezo de Buenavista o asistir al teatro. De esta forma y durante tres días de la segunda quincena del mes de mayo, se montaba un programa de actos que no difería demasiado de lo que la ciudad ya ofrecía en octubre: bombas anunciadoras del comienzo de las fiestas, música en las calles a cargo de diversas bandas, comparsa de gigantes y cabezudos, quema de fuegos artificiales, conciertos en el quiosco de la música del paseo de la Independencia, más conciertos a cargo de las bandas militares de la guarnición, corridas de toros y por supuesto, diversas ceremonias de corte religioso. En definitiva, nada nuevo bajo el sol de la fiesta en Zaragoza.

De esta forma, con bastante hambre atrasada de festejos por la supresión de las Fiestas del Pilar de 1918 y con una climatología muy favorable para unas fiestas muy callejeras, donde el mes de mayo parecía el febrero de hoy en día, comenzaron estas fiestas que se extendieron entre el 17 y el 25 de mayo de 1919… y comenzaron con disparos de bombas reales, bandas de música por las calles, salida de la comparsa de gigantes y cabezudos, y una “gran cabalgata industrial” integrada por diversas carrozas promovidas por particulares, gremios y teatros, el Ayuntamiento, la Diputación provincial y la empresa de la plaza de toros. Se iluminaron además el monumento al Justiciazgo y el de los Mártires de la Religión y la Patria. El ferial de atracciones fue más pequeño de tamaño respecto del que presentaba en octubre, y como era habitual durante esa década, se instaló en la exhuerta de Santa Engracia, con ferias, carrouseles, tiovivo, columpios y puestos de buñuelos y golosinas. Bandas militares daban sus conciertos en el quiosco de la música. Una diana militar inauguraba al punto de cada nuevo día el programa de esa jornada, seguido luego de más comparsa de gigantes y cabezudos, bandas de música, las corridas de toros programadas por la tarde, jotas de ronda… Y ya de anochecida, se disparaban fuegos artificiales, y se multiplicaban los bailes populares, bailes y cantos regionales, y más conciertos de las bandas militares.
Al mismo tiempo que estos actos programados, coincidieron varios eventos singulares, como una Exposición Hispano-Francesa de Bellas Artes celebrada en la Casa Lonja entre los meses de mayo y junio, destacando la presencia de varias obras del escultor José Bueno Gimeno, que entonces estaba tallando su monumental rey Alfonso I El Batallador, que luego sería ubicado en el Cabezo de Buenavista. Además, en el Museo Comercial de la exhuerta de Santa Engracia se abrió al público una pequeña exposición regional de maquinaria agrícola que varias décadas después adquirió personalidad e importancia propia. Hubo además concursos hípicos en el hipódromo de la carretera de Madrid, y visitó la ciudad el maestro Tomás Bretón, archiconocido por su famosa composición “la Berbena de la Paloma”, que recibió un homenaje bien castizo. El último día de estas fiestas coincidió con la celebración de la Fiesta de la Flor, donde al grito de ¡Por los tuberculosos pobres, una limosna!, las señoritas más hermosas de la alta sociedad zaragozana limosneaban las calles al objeto de conseguir fondos para esa noble causa que sólo tenía forma de financiarse a través de la caridad y la beneficencia de los ricos.

Así discurrió este singular híbrido entre las fiestas de primavera en mayo y las fiestas del Pilar en octubre que de forma excepcional tuvo lugar en el año 1919 como calentamiento para las fiestas del Pilar de ese año que tuvieron lugar, como dios manda, los días en torno al 12 de octubre.
Un cordial saludo y confiemos que el océano Atlántico nos siga enviando frentes que dejen abundantes lluvias para excusarnos de tener que sacar, como hacían los ancestros desesperados, y parece ser que siguen haciendo en algunos municipios en pleno siglo XXI, a los santos patronos en sentidas procesiones y rogativas que hagan el milagro de generar de la nada el fenómeno meteorológico y bien material de la lluvia. Hasta el próximo programa.

 

-José María Ballestín Miguel-

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