En la sesión de hoy os propongo un viaje al fantástico episodio del “duende” que en entre los meses de septiembre y diciembre de 1934 puso a Zaragoza en el epicentro de las noticias sensacionalistas, en tiempos del Bienio Negro de la Segunda República española. Es este un asunto que periódicamente retorna a las noticias como una más de esas historietas vinculadas con la superstición, los espíritus, fantasmas, hadas, demonios y extraterrestres, que perduran en el tiempo de forma intemporal al estar asociadas a mitos y leyendas indemostrables, pero que tienen una nutrida parroquia de creyentes y seguidores.
El asunto lo centraremos en el entonces moderno inmueble del número 2 de la calle de Anselmo Gascón de Gotor, esquinero o chaflanero con la calle de Juan Pablo Bonet, un vial abierto poco antes para dar continuidad al nuevo puente sobre el Huerva que popularmente conocemos como “de los gitanos”, y que entonces era “de la Vía Perimetral”. La historia del duende se inicia cuando una muchacha llamada Pascuala Alcocer, que con 16 años de edad servía como doncella de un matrimonio inquilino en el segundo piso, derecha, de esa casa, comenzó a decir que de madrugada escuchaba extrañas carcajadas, y que por el día oía no menos extraños ruidos en el rellano. Pocos días después las risas y voces parecían haberse concentrado en la cocina de la casa, concretamente en el fogón, hornillo u hornilla de carbón, y también en el hueco de la chimenea. La muchacha decía que la voz o voces a ella la llamaban por su nombre, y que comenzaban sus monólogos ectoplásmicos con la perturbadora presentación «Ya estoy aquí, cobardes». Tras una temporada muy locuaz, parece ser que tras sentenciar «Voy a matar a todos los habitantes de esta maldita casa», la voz desapareció, y ya no volvieron a darse fenómenos semejantes en ese inmueble.
Pero, mientras tanto, el episodio se había propagado como suelen hacerlo este tipo de acontecimientos, jaleados por una prensa sensacionalista ávida de noticias, entre comillas, como esta, para llenar sus páginas y vender más ejemplares. Más allá de Zaragoza, los medios escritos de distribución nacional, de otras regiones, e incluso europeos como el prestigioso periódico londinense “The Times”, se hicieron eco del suceso. Tal era la situación, que en las inmediaciones del edificio se congregaba con frecuencia un nutrido público, expectante por poder oír las tenebrosas jaculatorias del popularmente denominado “Duende de la Hornilla” o “Duende de Zaragoza”, y en alguna ocasión tuvo incluso que intervenir la Guardia de Asalto para despejar el acceso al inmueble y el tránsito por las inmediatas calles.
Además, se realizó una investigación oficial del suceso, con registro integral del edificio incluido para tratar de dar una explicación al extraño caso, para lo cual se llegó a desalojar el edificio. También se realizaron exámenes médicos a la muchacha y familia del piso directamente afectado, y en la pertinente acta médica judicial se determinó que todas ellas eran personas “normales”. Durante esas semanas y meses, a la supuesta presencia “sobrenatural” se sumó la nutrida parroquia que se apostaba junto a la casa, a ver qué pasaba, y una creciente presencia de periodistas que cada día nutrían al público de su ración de duende gritón.
La situación llegó a tal extremo, que la familia Palazón, residente en el piso escenario de la aparición del fenómeno, decidió mudarse de domicilio. La familia Grijalba, que hasta entonces residía en el tercer piso, ocupó el piso dejado por los Palazón, porque una altura menos, sin ascensor, no es cualquier cosa en una casa, como todo el mundo sabe. Pero aun con el cambio, parece ser que los nuevos moradores también sufrieron la vocinglera presencia, e incluso su hijo pequeño llegó a asegurar que mantenía conversaciones con ella, con la presencia. Finalmente, a comienzos del mes de diciembre de ese año, el gobernador civil de Zaragoza, Julio Otero Mirelis, cerró oficialmente el “caso del Duende”. Los testimonios que daban fe de su presencia continuaron algún tiempo más, pero poco a poco se fueron diluyendo, hasta desaparecer.
El impacto popular en el imaginario colectivo, mediante la masiva difusión en la prensa de la época, hizo que el denominado «Duende de Zaragoza» alcanzara, a finales de 1934, proporciones homéricas. Pronto surgieron «primos» suyos en otras geografías peninsulares, y los siempre atentos plumillas se encargaron de detallar puntualmente sus andanzas, que además de las recurrentes voces extrañas, incluían actos tan materiales como el lanzamiento de piedras (Valencia), y hasta violencia física en forma de paliza propinada a algún desdichado (Castilla). El «Duende de Zaragoza» se convirtió también en el tema central de una de las carrozas que formaron parte en 1935 del domingo de carnaval en Madrid, y que desfiló por la Castellana con figuras alusivas al suceso. Indudablemente, este duende puso a Zaragoza en el mapa mundial de lo inexplicado y lo misterioso, hasta hoy.
Las personas fanáticas de estos asuntos mantienen que el caso del Duende habría motivado la realización de una de las primeras investigaciones paranormales practicadas en España, con resultados inquietantemente positivos, e incluso con fotografías que captarían de forma irrevocable la presencia de formas fantasmales. Por supuesto, esta investigación habría sido secreta, y nadie sabe dónde estará guardada, si es que lo está, por lo que su existencia depende de la credulidad de quien se aproxime al asunto.
Décadas después, la casa del Duende fue demolida a mediados de los años 70, y sustituida por un moderno inmueble que fue denominado “Edificio Duende”, como reza el rótulo en su fachada, un pequeño homenaje a este inquietante y fantástico episodio que hoy hemos compartido con la audiencia de este programa.
Un pensamiento sobre “Zaragoza te habla – El Duende de Zaragoza”
¡Si era de Zaragoza el fantasma que recorría Europa!