Hola excursionistas, soy José Luis Arribas y éste es el súper sonido de ‘Ventajas de viajar en cine’, desde ‘Siéntelo con oído’. Procuren todos su billete de ida, acomódense en su butaca y durante este tiempo háganme el favor de parar sus relojes. El viaje comienza. Hoy: ‘Qué bello es vivir’.
Si imaginamos una estructura típica de cuento navideño, que al mismo tiempo haya sido tratada cinematográficamente y guionizada, quizá podemos llegar a pensar en el relato escrito por Charles Dickens, ‘Cuento de Navidad’, bien conocido por todos. Aunque difícilmente exista gente que no imagine la trama, seguramente la historia la habrá visionado en muchas ocasiones y en múltiples versiones: el hombre malhumorado que odia la Navidad y a sus semejantes por igual, al que visitan tres fantasmales presencias, representantes de la Navidad pasada, presente y futura. Este protagonista famoso, el conocido señor Scrooge, traza su arco de redención hasta su nueva puesta de escena totalmente renovado. En estos tiempos de buenas intenciones y de películas familiares, abundan los últimos actos que resuelven un personal perdón. El programa de hoy camina por senderos bien diferentes, por un cuento distinto pero basado en el de Dickens, también impregnado como éste por el espíritu navideño, envuelto en ese halo de magia que sólo el cine proporciona. Y además forma parte de ese listado que hemos denominado cine familiar, o un subgrupo más diferenciado todavía, un selecto conjunto de filmes que año tras año, en el escenario de nuestros helados diciembres, ilumina y proporciona el calor suficiente al cinéfilo que vive intensamente estas fechas, cuyo pase en pantalla televisiva resulta una tradición más a añadir en fechas de nochebuena, árbol de Navidad y belén.
Hablamos de ‘Qué bello es vivir’, película de 1946 dirigida por Frank Capra, uno de los más bellos clásicos, siguiendo su título en español, de la historia del cine. En el viaje que hoy nos ocupa, el héroe, caracterizado por el gran actor de la época dorada de Hollywood James Stewart, demostrando su condición desde el principio de la historia, sin dar mucha importancia a la valía de sus actos, atraviesa una sucesión de contratiempos, necesitando de otro héroe que lo salve de él mismo. El protagonista viaja a los infiernos y un mentor coge su mano para levantarlo de la desesperación. Un mentor o un ángel que desea ganarse unas alas. Y este guía espiritual le muestra el mundo tal como sería sin él existiendo. Se abre entonces una realidad alternativa, una línea del tiempo paralela a la que se creía oficial. En este nuevo escenario nadie le conoce. Si no hubiera nacido nuestro héroe, no hubiera estado en tantos instantes de la vida de los demás, influyendo en sus semejantes. Su redención aquí es el despertar de su ser, consciente del bien ejercido, agradecido de la propia vida, recogiendo los frutos de lo sembrado anteriormente en cada corazón, salvado del caos que le hizo dudar de seguir viviendo, por los que antes fueron salvados por él.
‘Qué bello es vivir’ es el cuento tradicional mágico al estilo de Capra, es la anécdota de su conversión en dominio público por parte de las emisoras de televisión, es la vida de George Bailey, el protagonista y reencarnación de la generosidad, que deseando no haber nacido recibe la mano amiga de Clarence, su ángel de la guarda. ‘Qué bello es vivir’ es la memorable última secuencia, conclusión de una narración de una vida de altruismo, celebrando la grandeza del cine cuando es capaz de acariciar nuestras almas de una manera limpia y sana.