Hola excursionistas, soy José Luis Arribas y éste es el súper sonido de ‘Ventajas de viajar en cine’, desde ‘Siéntelo con oído’. Procuren todos su billete de ida, acomódense en su butaca y durante este tiempo háganme el favor de parar sus relojes. El viaje comienza. Hoy: ‘Puntos de giro’.
No comenzamos un viaje diferente en tierras cinéfilas, sino que continuamos el último que ya empezamos, aquel cine en tres actos que nos presentaba una primera aproximación a las estructuras narrativas dentro del mundo audiovisual. Habíamos definido los tres actos: el planteamiento, el nudo y el desenlace. Habíamos establecido unas pautas métricas respecto a las duraciones. El recorrido de hoy nos adentrará mucho más en su interior, los desgranará y analizará, y nos desvelará ciertos detalles que seguramente nos resultan conocidos pero nunca los habíamos contemplado como una teoría firme, o quizá son toda una sorpresa de la cual nunca nos habíamos percatado. Empecemos como comienzan todas las historias.
El primer acto de una película es su planteamiento. Ahora lo que nos tenemos que preguntar es qué debe aportarnos esta primera fase. Principalmente, en este momento inicial de la narración, se nos presentan dos elementos muy importantes. Por un lado el personaje o los personajes protagonistas de la historia y por otro lado el mundo en el cual se desenvuelven. El relato debe establecer desde el primer minuto, un mundo con sus reglas y sus normas, y en este universo creado en la mente de un guionista, transcurren la acción, la aventura y el viaje del héroe. Estas directrices deben ser muy claras, sea el escenario la realidad tal como la vemos, o la fantasía imaginada. Aquí nos revelan el contexto de nuestro cuento y el plano maestro que delimita la tierra creada expresamente para que moren en ella los personajes. Nuestra película ya posee el mundo hecho a medida y el espectador se va habituando al mismo. Si las reglas que lo hacen funcionar están bien definidas y el guionista se las salta, el hecho sacará de la película a este espectador. Por el contrario, si hay coherencia y ésta es respetada, la narración formará un conjunto con significado, cuya calidad dependerá solamente de la creatividad aunque existan los límites con los que hemos trazado nuestro cosmos. Y respecto de los personajes, el que se adentra en la película, también tiene que familiarizarse con ellos. Va a descubrir cómo son los protagonistas, y cómo son las relaciones entre ellos y el resto de personajes relevantes. En ocasiones, la maestría de un director nos puede definir un personaje en un par de planos. Cuando ya hemos establecido los pilares del primer acto, el mundo y sus protagonistas, viviendo los mismos en su interior, en total armonía y equilibrio, sucede algo que rompe esta igualdad. La tranquilidad del héroe en su mundo se tambalea. Se produce el llamado ‘detonante’ o ‘incidente incitador’. Tiene muchos otros nombres y su importancia es vital. Cuando se presenta, se desencadena la trama. Puede encontrarse tras las presentaciones o puede suceder casi al mismo tiempo, de forma muy temprana en la historia. ¿Cómo debe actuar el héroe? ¿Haciendo o no frente al gran conflicto? Tras esta crisis inicial, si sucede algo que hace que el protagonista decida continuar el viaje, llevar el control de los acontecimientos y asumir esta responsabilidad, nos habremos encontrado con el primer punto de giro. A partir de ahí, comienza la parte más extensa, intensa y compleja.
El segundo acto ha hecho acto de presencia y navegamos en sus aguas. Es el nudo de la historia. Si ya habíamos enriquecido cada escena del comienzo, con variados conflictos que hacían enganchar y aumentar el interés del espectador, ahora más que nunca habría que continuar con ese cometido. Hemos creado unas expectativas en el primer acto y ahora la historia debe estar a la altura. Ahora hay que manejar bien todos los factores, para que la narración se sostenga firmemente y no decaiga en lugares poco recomendables. El conflicto y la tensión dramática, acercarán el objetivo ansiado por el protagonista pero al mismo tiempo lo alejarán. El héroe sorteará toda clase de obstáculos y a veces creerá que ha llegado a tocar con los dedos el fin al que se dirige, pero solamente se tratará de ilusiones. Aquí adquiere relevancia el antagonista, ese muro que dificulta el camino, que puede ser material o inmaterial, o desarrollarse en el exterior o el interior del personaje protagonista. Algunas historias, debido a su extensión del segundo acto, o porque así lo requiere el relato, tienen otro punto de giro muy especial, aunque formalmente no lo sea, ya que no separa diferentes actos, y solamente se encarga de un cambio de dirección o de perspectiva: es el llamado punto medio o ‘midpoint’. Al margen del debate que genera sobre el número real de actos que ha ocasionado este nuevo punto, es un momento a tener en cuenta en muchas de las películas que llegan a nuestros sentidos. Otro de los aspectos que tienen importancia en esta parte de la historia, es el de que ahora es cuando se desarrollan plenamente diferentes subtramas, cada una de ellas pudiendo ser considerada como una historia independiente poseedora a su vez de un planteamiento, un nudo y un desenlace. Volviendo al punto medio, una vez pasado a través del mismo, nos acercamos al final del segundo acto, pasando por la última de la fronteras, el segundo punto de giro, que nos llevará a la parte final de la historia.
En el tercer acto nos encontramos con el desenlace de la película. Todo lo vivido hasta ahora, nos ha conducido hasta este preciso momento. Un poco antes de entrar en este fragmento narrativo final, el héroe, sintiéndose incapaz de alcanzar su objetivo, desciende a los infiernos. Cuando todo parece perdido, quizá con la ayuda de la conocida figura del mentor, ocurre el suceso que mueve al protagonista hacia delante. Es el segundo punto de giro. El héroe ya no es la misma persona que inició el viaje y eso nos hará trazar claramente un buen arco de personaje. Se acerca el final. En algunas ocasiones creeremos que nos encontramos cerca de él, pero tan sólo nos habrán ofrecido un ‘anticlímax’. El final nos mirará a los ojos y el ‘clímax’ nos dirá si el héroe consigue o no su objetivo. Es la resolución de toda la historia, la que nos mostrará las consecuciones de los deseos y las necesidades del protagonista, los posibles sacrificios que ha debido asumir y en algunos casos la revelación que estaba oculta, la denominada ‘anagnórisis’, el descubrimiento de un hecho del que no se tenía conocimiento durante el transcurso de la historia. Ahora ya podemos decir que nuestro viaje, el de viajar en cine, ha cerrado sus tres actos completamente y ha bajado el telón, de momento, ante su fiel público.