Hola excursionistas, soy José Luis Arribas y éste es el súper sonido de ‘Ventajas de viajar en cine’, desde el 102.1 FM Radio La Granja, ‘Siéntelo con oído’. Procuren todos su billete de ida, acomódense en su butaca y durante este tiempo háganme el favor de parar sus relojes. El viaje comienza. Hoy: ‘Detectives’.
La reconocible melodía de aquella entrañable serie llamada ‘Se ha escrito un crimen‘, nos pone en situación. El detective en el cine posee tantas facetas como un poliedro de innumerables caras, tantos matices como personalidades y tantas versiones como géneros y listados de películas. Cada rama podría considerarse como un tema principal, un árbol independiente, que necesitaría de un programa completo para trepar hasta su punto más elevado. Podríamos detenernos en el cine negro estadounidense de los años 50, el español de José Luis Garci con ‘El crack’, abordar los thrillers, los filmes de acción con policías persiguiendo a delincuentes, las tramas de planes y misiones imposibles y suicidas, preparando robos a gran escala de bancos y casinos, el cine llamado ‘quinqui’ surgido a finales de los año 70 en España, y así continuaríamos desgranando en múltiples subdivisiones. Pero nuestra mirada se centrará hoy en un tipo de personaje y de trama. Nuestras pesquisas nos conducirán a la resolución del caso inicial con su ayuda: los detectives. Una película plantea un problema muy específico: ‘un cadáver’. Surge así el rol del investigador privado, el que llevará la difícil tarea de resolver el suceso, arrojar luz sobre lo que ha acontecido, siguiendo el dictado de su lógica, y atrapar al presunto culpable. De todas las imágenes reflejadas en este laberinto de espejos de variables, haremos parada en un subgénero, del que ya hemos mostrado unas pinceladas: ‘whodunit’, o coloquialmente ‘quién lo hizo’. Un grupo coral de personajes que resultan sospechosos de un crimen y un detective encargado de la resolución del misterio. Como ese maravilloso juego de mesa llamado ‘Cluedo‘, del que se adaptó la película del mismo nombre, en 1985, traducida en España como ‘El juego de la sospecha‘.
En la comedia detectivesca de Jonathan Lynn, con Tim Curry y Christopher Lloid entre otros, los investigadores son al mismo tiempo los señalados por la duda; reunidos y chantajeados todos por igual, ha acontecido un asesinato tras un inesperado e intencionado apagón, aparecen pistas en cada giro y estancia, y entre todos ellos deben dilucidar qué ha ocurrido, quién fue el autor material de los hechos y de qué forma realizó sus malas artes. ¿Y si la historia se desarrolla en algún lugar pintoresco y en un contexto especial?. Por ejemplo, una abadía en Italia y el cuerpo de un monje encontrado sin vida.
‘El nombre de la rosa‘, película de Jean Jacques Annaud, realizada en 1986, adaptación de la obra literaria homónima de Umberto Eco, nos conduce por el misterio a través de las lentes de Fray Guillermo de Baskerville, el Sherlock Holmes franciscano, junto a su pupilo, el novicio Adxo de Melk, versión del doctor Watson. Sean Connery y Christian Slater, entre bibliotecas, laberintos y pasadizos secretos, nos revelaban las claves ocultas y la verdad, herméticas tras las paredes del monasterio. Hemos pronunciado al señor Holmes. Merece un estudio aparte. El personaje de Sherlock Holmes, el detective creado por Arthur Conan Doyle, es uno de los más adaptados en la historia del cine. Desde el año 1900 podemos encontrarnos con unas 250 apariciones del mítico investigador, desde los primeros cortos a principios de siglo, a las modernas de Guy Ritchie en el 2009 y 2012, con Robert Downey Jr. como el héroe de la deducción; pasando por el maestro Billy Wilder y ‘La vida privada de Sherlock Holmes’ en 1970. La lista es muy variada y curiosa. ¿Y si Sherlock y Watson se hubieran conocido en un internado de jóvenes?.
‘El secreto de la pirámide‘, filme de 1985 dirigido por Barry Levinson, proponía esa premisa, y de ella nació un clásico de aventuras inolvidable, con la pareja detectivesca forjando las bases de su futuro carácter, enfrentados a enigmas en las calles de Londres, mientras estudian en la universidad. Y ahora, saltemos de una personalidad a otra, desde la lupa al bigote de Hércules Poirot. Las películas basadas en los libros de Ágatha Christie son las más icónicas, las que mejor reflejan el modus operandi del detective, reuniendo casi al final del metraje a todo el elenco de personajes, junto con nosotros los espectadores, que asistimos desde un lugar privilegiado e inocente, dispuestos todos a escuchar atentos a la detallada narración y resolución del problema, descubriendo al único o quizá no tan solitario culpable. Y si no, tan sólo hay que visualizar ‘Asesinato en el Orient Express’, realizada en 1974 por Sidney Lumet, o el remake de Kenneth Branagh de 2017. Aquí termina por ahora el viaje del misterio y qué mejor que otra melodía televisiva para despedirnos, la del mago del suspense, Alfred Hitchcock. Era elemental.