Hola excursionistas, soy José Luis Arribas y éste es el súper sonido de ‘Ventajas de viajar en cine’, desde ‘Siéntelo con oído’. Procuren todos su billete de ida, acomódense en su butaca y durante este tiempo háganme el favor de parar sus relojes. El viaje comienza. Hoy: ‘Segunda Guerra Mundial’.
El tema que ocupa el espacio de hoy es el adecuado a tratar. No está elegido al azar. Se necesita hablar de ciertos temas y el cine realiza el papel adecuado siempre que es necesario. Una terrible y devastadora guerra se libra en Ucrania. Una contienda desigual y repulsiva. Como todas las guerras, porque por un lado se encuentran los civiles y por el otro los que ordenan las matanzas. Y podríamos haber empezado mucho antes, ya que conflictos armados existían y existen, en diferentes partes del mundo, antes de que comenzara la que nos ocupa y mientras asistimos desconcertados diariamente a tanta violencia. Se ha comentado otras veces que el cine realiza una importante función como testigo de la historia y como medio de denuncia, mostrando al espectador una realidad de la cual era quizá desconocedor. O sencillamente como recordatorio, para que no se pierdan en la memoria las acciones del ser humano. En el caso de la guerra, para mostrar su mezquindad. En el espacio de hoy realizamos un análisis comparativo entre dos grandes películas, que transcurren en el vergonzoso escenario de la Segunda Guerra Mundial: ‘La lista de Schindler’ y ‘La vida es bella’. La elección del conflicto no responde a una determinada causa pero la decisión sobre los títulos elegidos sí. Tenemos ante nosotros a dos obras maestras de la cinematografía, que desde dos puntos de vista completamente diferentes narran por igual dos historias sobre la barbarie del hombre contra el hombre. La misión que nos hemos encomendado no pasa por el análisis en profundidad de las dos películas en particular, describiendo detalladamente todos sus aspectos. No es la forma habitual con la que dedicamos el tratamiento de un título, cuando es el elegido para coronar el tema de este espacio. En este caso recogemos las semejanzas y las diferencias con las que exponen la guerra más mortal de la historia de la humanidad, tocando uno de sus episodios más vergonzosos, el Holocausto. Queremos debatir sus visiones sobre este contenido, y las formas y procedimientos que utilizan para hacernos llegar su mensaje lo más claro posible. El genocidio perpetrado por los nazis se materializó en la forma de campos de exterminio, enclaves donde realizar sistemáticamente sus despreciables asesinatos.
‘La lista de Schindler’, película de 1993 dirigida por Steven Spielberg, nos presenta a Oskar Schindler, personaje basado en la persona real, empresario alemán dueño de diferentes fábricas, que salvó las vidas de más de mil doscientos judíos, contratándolos como sus trabajadores. Se basa en la novela ‘El arca de Schindler’ de Thomas Keneally, autor inspirado a su vez por los testimonios de Poldek Pfefferberg, uno de los supervivientes y empleado de una de las fábricas. La película está rodada en blanco y negro, ya que representa al propio Holocausto, según explicaciones de su director. Conforme al pensamiento de Spielberg, el color representa la vida y por lo tanto una película sobre el sufrimiento y el dolor de la población judía debe estar realizada sin color. Solamente hay una excepción coloreada y es el rojo del abrigo de una niña, que camina por el gueto de Cracovia y parece únicamente visible para los ojos del espectador. De nuevo, de acuerdo al realizador, la niña significaba lo evidente de lo que estaba ocurriendo y se representaba ante todos de una forma extremadamente clara, dando a entender con este simbolismo que aunque los altos mandos de Estados Unidos conocían lo que tenía lugar en Europa, no hicieron absolutamente nada para prevenir esta destrucción y ruina contra los judíos. Por eso destaca el rojo entre la ausencia del color: los hechos eran visibles y algunos no quisieron mirar. Otro aspecto importante de la fotografía del filme, al haber utilizado el blanco y negro, es que ayuda a dar la sensación de tener ante nosotros un documental real realizado en ese tiempo. No tiene que existir nada que pueda otorgar algo de belleza a los sucesos narrados. Fue una realidad cruda y por lo tanto la película sostiene la responsabilidad de mostrar la verdad descarnada.
‘La vida es bella’, película italiana del año 1997 realizada por Roberto Benigni, cuenta la historia de Guido, personaje protagonizado por el propio director. Dividida en dos partes, la primera narra las transformaciones sociales y políticas que poco a poco van llegando y golpeando a su país, en la forma del creciente fascismo y antisemitismo que amenaza a Europa. En esta etapa comienza la relación con la mujer de la que se enamora a primera vista y años después, ya casados y con un hijo, en el contexto de una Italia ocupada por los nazis y el último año de la Segunda Guerra Mundial, como muchas otras familias judías, son detenidos y enviados a un campo de concentración nazi. En esta segunda parte, Guido, persona de desbordante imaginación, se valdrá de esta virtud como instrumento para salvar la infancia, la inocencia y la vida de su hijo. Como protección ante el horror de la realidad, creará un juego de puntos para su pequeño, convirtiendo su cárcel en un gran tablero donde todos luchan por el premio final, un tanque de verdad. La historia es original aunque posea ciertas influencias basadas en supervivientes, como la de Rubino Romeo Salmoni y su libro ‘Al final derroté a Hitler’, y como la del padre del director, tras pasar dos años en un campo de concentración. La forma irónica del relato del primero y las vivencias narradas del segundo, a modo humorístico para soportar de alguna forma su dolor y el de sus hijos, formarían la semilla desde la que construir la historia. Según Benigni, reír y llorar vienen del mismo punto del alma. ‘La lista de Schindler’ se acerca en primerísimo plano al sufrimiento y ‘La vida es bella’ coloca un filtro especial antes, pero no desvirtúa en absoluto la esencia de lo que pretende contarnos. El juego inventado para el niño nos hiere de la misma forma que la imposibilidad de poder escribir todos los nombres en la lista de la vida. Estas dos películas se han adentrado en una de las zonas más oscuras de la historia. Otras también lo hicieron y no importa si resultaron mejores o peores. Acordes a su finalidad, conmovieron a los que se acercaron a ellas y hoy, en este espacio, son las protagonistas de nuestra denuncia, la pequeña aportación ante el horror que se repite de nuevo.