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Teo González – Llanuras, colinas y valles

26 enero, 2018 - Entrevistas, Pintura
Teo González – Llanuras, colinas y valles

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Después de 13 años, Teo González, pintor nacido en Quinto, 1964, regresa a Zaragoza. La galería de arte y librería dedicada al ensayo La Casa Amarilla alberga hasta el 10 de febrero la exposición Arch Drawing de este gran artista aragonés.

La muestra presenta obras de la serie “Llanuras, colinas y valles”, una importante selección de pinturas sobre papel que ha realizado en Nueva York, donde reside en la actualidad. De Teo González, artista, se pueden y se deben decir muchas cosas y buenas. Decir, por ejemplo, que se encuentra en el selecto grupo de los cinco pintores españoles vivos más cotizados actualmente; que su obra se ha paseado por todo el mundo y se exhibe en los museos más importantes, como el MoMA de Nueva York, el LACMA de Los Ángeles o la National Gallery of Art de Washington. Eso sí, por desgracia también tenemos que decir que no ha merecido atención por parte de las instituciones aragonesas en todo este tiempo, lo que dice mucho sobre la calidad de sus programaciones…

Por el contrario, dice mucho y bueno de La Casa Amarilla que nos regala con una muestra impecable de la obra de Teo, con una hoja de sala de su directora, Chus Tudelilla y de José Vázquez que rezuman talento y sensibilidad, como también hacen las magníficas críticas de Alberto Castan, de la AACA o Alejandro Ratia, en Heraldo de Aragón, cuyos textos reproducimos íntegramente a continuación, para los que queráis profundizar en el análisis de la obra de Teo González. Aunque, lo ideal es que os paséis a verla. Como ya hemos dicho, la muestra puede visitarse hasta el día 10 de febrero en la Galería “La Casa Amarilla”, Paseo de Sagasta, 72 (local 3) – Zaragoza.

Además, hemos tenido la suerte de poder entrevistar telefónicamente a Teo en su estudio de Brooklyn, Nueva York. A continuación tenéis el audio de la misma. No os la perdáis…

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Teo González en La Casa Amarilla, diciembre 2017

Teo González en La Casa Amarilla, diciembre 2017

 

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Teo González

LOGO LA CASA AMARILLA

hoja de sala

Teo González. Arch Drawing 5 de diciembre, 2017 _ 10 de febrero, 2018 La exposición Arch Drawing de Teo González (Quinto, 1964) en La Casa Amarilla celebra el regreso del artista a Zaragoza. Han pasado trece años desde su última individual en la ciudad, cuando presentó en el Museo Pablo Serrano una secuencia de obras inmersas, como las actuales, en la experimentación de un complejísimo método de trabajo que había iniciado en 1990. Aquel año significó mucho en la trayectoria de Teo González, ya que fue entonces cuando supo la dirección que debía tomar aunque no supiera cómo llegar. Un poco en la línea de Frank Stella cuando, en 1960, observó que los dos problemas de la pintura eran averiguar qué es la pintura y cómo se hace una pintura. Las crisis de periodicidad casi anual que acompañaron a Teo González desde su primera individual en la Sala Municipal de Arte Joven de Zaragoza, en 1988, eran tan agotadoras como elocuentes de la necesidad de un cambio urgente, que no llegaba. Hasta 1990. Aquel año recaló en la Fundación Caja de Pensiones de Madrid, procedente del Museo de la Villa de París, la exposición Arte conceptual: una perspectiva que propuso una revisión del movimiento a través de una selección de obras realizadas durante las décadas de 1960 y 1970 por algunos de los artistas más destacados. Teo González quedó impactado y, lo que es más importante, descubrió el rumbo que debía tomar. El siguiente paso era cómo llegar. Tenía tiempo. Acertó en la dirección y todavía hoy persevera en el cómo llegar; no en vano, Teo González es «un artista en proceso».
De 1990 son los primeros experimentos de Teo González con la geometría de las gotas. Era el comienzo de un sistema de trabajo asentado en unos parámetros específicos, aún por definir formalmente, del que se ocupó Bridget Goodbody en su texto para el catálogo de la exposición 340063 Blanco y Negro en el Museo Pablo Serrano (2004). Durante cuatro años, Teo González utilizó papel blanco de 56 x 76 cm como soporte para una secuencia de cuadrados configurados por cientos de gotas de pintura negra. Hizo intentos de llevar la solución al lienzo, pero al no convencerle los resultados, regresó al papel. Tuvo que hacer frente, además, a una grave incidencia externa con la que no contaba, como fue la descatalogación en el mercado de la marca de tinta que empleaba en sus dibujos. Durante meses probó con más de treinta tipos diferentes. Tiempo muerto: no podía dibujar y no sabía cómo pintar. Tiempo muerto que, en realidad, fue experimental. Lo supo más tarde, cuando obtuvo resultados tras convertir su estudio en la California State University en un auténtico laboratorio de pruebas que le permitieron encontrar tintas para sus dibujos y la mezcla adecuada para trasladar los hallazgos al lienzo, donde, por fin, logró retener la forma de la gota. Siguieron nuevos retos. Añadir color en el fondo: primero experimentó con colores primarios, empezó con el amarillo y siguió con el azul y rojo, lo que exigía el estudio de la composición química de las pinturas para mezclar los fondos monocromos con las gotas negras. Otro empeño fue aumentar el tamaño de las obras valiéndose de un aparato consistente en una cuadrícula de sedal y madera que le permitía depositar una gota en cada celdilla que, progresivamente, fue reduciendo de tamaño lo que obligó a densificar la malla con un sedal tan fino que dificultaba la aplicación con el pincel; fue entonces cuando decidió dibujar la cuadrícula modular con lapicero directamente sobre el lienzo, y para evitar cualquier atisbo de rigidez ideó el sistema «gauge» consistente en incorporar varias gotas en una misma celda. Las obras que presentó en el Museo Pablo Serrano, de 2000 y 2001, eran la culminación de un largo y complejo proceso de investigación de diez años, preñado de continuas correcciones y repeticiones que permitieron al artista superar fracasos y emprender nuevos caminos, siempre fértiles. El método utilizado, con sus variantes, se convirtió en el lenguaje que identifica al artista, razón que explica que hayamos descrito algunas de sus fases más importantes.
La exposición Arch Drawing en La Casa Amarilla presenta obras de la serie Plains, Hills and Dales. Llanuras, colinas y valles. Títulos que, desde una intensa investigación fenomenológica de la percepción, dan entrada a la referencialidad de lo natural en el núcleo mismo de la abstracción, sin llegar a tematizarla. Siempre ha sido así en la obra de Teo González, aunque en sus obras más recientes haya decidido explicitar esas referencias mediante una línea recta, o uno o varios arcos que parecen aludir a horizontes de paisajes naturales aun siendo escenarios de color que exigen de quien se sitúa ante ellos una mirada profunda, para así sentir el rumor de un tiempo lento en el aroma pictórico de las miles de gotas que se extienden por el espacio de la pintura exultantes de color, textura y ritmos vibrantes, o quedar hipnotizado por los matices que les dan transparencia y brillo; y, definitivamente, atrapado en el rumor de la incertidumbre de esta inmensa cartografía orgánica de crecimiento constante e infinito, en la que el orden se conjuga con el azar en una suerte de uniformidad vibrátil de repeticiones y diferencias.
Aunque cada abstracción sea históricamente específica, existe una corriente común que las anima y en la que la obra de Teo González participa. Son muchos los nombres de artistas, las búsquedas y los hallazgos. A algunas obras nos aproximaremos en el ciclo «Ante la imagen». Por ahora, citamos a Agnes Martin, con quien Teo González bien puede compartir la idea de que la abstracción es una manera de lograr «no lo que se ve» sino «lo que se sabe para siempre en la mente». Teo González está convencido de la capacidad de la pintura para ver más profundo. Cuanto más profundamente miremos la suya, más profundamente percibiremos la diferencia entre el tiempo de nuestra experiencia y el tiempo que se nos impone desde fuera.
Para su exposición en La Casa Amarilla, Teo González ha elegido unos versos del poema «Trece maneras de pintar un mirlo», del escritor americano Wallace Stevens:
“Entre veinte montañas nevadas,
lo único que se movía
era el ojo del mirlo.”

[Texto: Chus Tudelilla. La Casa Amarilla, Zaragoza]

 

 

Teo González-Crítica de Alejandro Ratia

 

 

Teo González: trazo único
Galería Librería La Casa Amarilla / 5 de diciembre, 2017_10 de febrero, 2018

En Discurso acerca de la pintura por el monje Calabaza Amarga, el pintor chino Shitao (1642-1707) se refiere a la “pincelada única” o “trazo único” como “el origen de todas las cosas, la raíz de todos los fenómenos”, cuya “función es manifiesta para el espíritu y está oculta en el hombre”. El trazo único, aún siendo el más elemental del lenguaje plástico, abarca en sí la universalidad de los seres, puesto que “la pintura resulta de la recepción de la tinta; la tinta, de la recepción del pincel; el pincel de la recepción de la mano; la mano, de la recepción del pensamiento (…) todo es fruto de la recepción”. De este modo, para Shitao, la pintura “no es copia de un universo preexistente, es por sí misma un universo: la creación del mundo y la creación pictórica se realizan según las mismas leyes. Lo mismo que el Creador une los principios complementarios que producen todos los fenómenos, el pintor marida el pincel y la tinta, engendrando en su pintura un universo tan multiforme y vivo en sí mismo como el de la naturaleza”. Shitao describe también la técnica de “los puntos”, que empezó a ser valorada en su época y de la que fue un maestro. Gracias a la impronta generada a partir de la punta del pincel, el pintor podía crear espacio en la pintura gracias a la dimensión de la pincelada, al aumentar o disminuir su tamaño, como bien evidencia Los diez mil puntos malvados (1685), un paisaje a la tinta sobre papel en el que la vegetación, trazada a partir de manchas de pintura que varían en tamaño e intensidad, dota al conjunto de unos ritmos abstractos que se han puesto en relación con las fórmulas que Pollock desarrolló varios siglos después.
Teo González, como el monje Shitao, crea universos a partir de una unidad básica, gotas de pintura, con la que traza una trama infinita basada en ese mismo proceso de “recepción”, en el que la mente, la mano, el pincel y, finalmente, la pincelada, forman parte de un todo. Ante la obra de González se impone la sensación de que su pintura es el resultado de una especie de trance metódico en el que el autor es uno con el mundo al que pacientemente da vida. Experimentar su trabajo suponer observar con igual atención el conjunto generado por formas y colores y la precisión contenida en el detalle de cada gota, sumergiéndonos en una realidad abstracta que creemos reconocer, o que, al menos, no nos resulta ajena. Como si pudiéramos penetrar, atendiendo simultáneamente al microcosmos y el macrocosmos, en la estructura básica del universo.
De la importancia y naturaleza del proceso de trabajo seguido por González dejó constancia Bridget Goodbody en el texto para el catálogo de la exposición Teo González. 340063 Blanco y negro celebrada en 2004 en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza. Desde 1990, González se embarcó en experimentos con la geometría de las gotas trabajando primero sobre papeles blancos de forma cuadrada en los que disponía cientos de gotas de tinta negra. A partir de aquí afrontó nuevos retos como el aumento de los formatos, el trabajo sobre el lienzo tras la solución de no pocos problemas técnicos y la introducción paulatina del color en los fondos. Aumentar el tamaño del soporte fue lo que le llevó a idear una estructura de cuadrícula en sedal y madera que le permitiera colocar una gota a través de cada espacio. La reducción paulatina en el tamaño de cada celda, hasta el punto de que la malla terminó por impedir la aplicación de la pintura, le obligó a prescindir de esta y recurrir a una cuadrícula trazada a lápiz que le sirviera de guía. Para evitar la rigidez, terminó por aumentar el tamaño de la retícula optando por incluir un mayor número de gotas en cada espacio. Durante el proceso, concluye Goodbody, su brazo había logrado comportarse con la precisión del de un cirujano. Si el resultado de aquellos diez años de experimentaciones pudo verse en el Museo Pablo Serrano, las obras recientes que presenta en la exposición Arch Drawing en La Casa Amarilla, muestran la persistencia en la senda iniciada entonces, la madurez y avances conquistados y las nuevas vías exploradas.
Pertenecientes a la serie Plains, Hills and Dales, las llanuras, colinas y valles a las que alude el título aparecen vagamente expresadas en las líneas de horizonte que recorren los fondos. Estas añaden una nueva capa de complejidad a su obra, fundamentada en las experimentaciones en torno al color y sus transiciones. Sin que pueda hablarse de paisajes –al menos en el sentido más tradicional, figurativo, del término–, González parece atender al modo en que Leonardo da Vinci se refería a los contornos de las formas, en los que “todo lo recortado y decidido se debe evitar”, especialmente en la distancia, pues “no se interpone nada entre el término de un color antepuesto a otro, sino el mismo término, el cual por sí no es perceptible”. Sobre estos fondos, en un fructífero diálogo de colores, las unidades en forma de gota se expanden y contraen en una danza vital de la que somos partícipes. Sin marco, ni límites. Lo infinito, entendemos, está contenido en lo finito; las partes son también el todo.
Trece años han transcurrido entre la exposición del Museo Pablo Serrano y la que ahora le dedica La Casa Amarilla. Que un artista nacido en Quinto de Ebro con obra en las colecciones del MoMA de Nueva York, el LACMA de Los Ángeles o la National Gallery of Art de Washington no haya merecido atención por parte de las instituciones aragonesas en todo este tiempo, dice mucho sobre la calidad de sus programaciones. No es el único nombre de relevancia que se les escapa, mientras se suceden exposiciones de nulo o escaso interés, revisiones sin atisbo de novedad, novedades carentes de profundidad y riesgo, que evidencian una completa incapacidad para dotar de un proyecto coherente a sus principales centros y museos. Falta definición, rigor y ambición; y no parece que el nuevo año nos vaya a salvar de esto.
Alberto CASTÁN CHOCARRO
Miembro de AACA y AECA, Secretario de AACADigital

 

 

Contacto:   https://www.instagram.com/teogonzalezstudio/

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Cronología, obra, exposiciones: http://www.artnet.com/artists/teo-gonz%C3%A1lez/

 

 

 

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