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Poesía: Raúl González Tuñón (1 de 2)

22 diciembre, 2022 - Poesía
Poesía: Raúl González Tuñón (1 de 2)

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Raúl Gonzàlez Tuñón (Buenos Aires 1905-1974) comenzó su carrera literaria publicando en revistas como Caras y Caretas, Proa y Martín Fierro. Afiliado al Partido Comunista y activo militante, publicó su primer libro El violín del diablo, en 1926. Trabajó en el diario Crítica y fue designado corresponsal de guerra durante la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia. Se casó con Amparo Mom y viajó a España, donde permaneció un año haciendo amistad con Pablo Neruda y Miguel Hernández.
Regresó a Argentina y volvió a España durante la Guerra Civil. Junto a Neruda, abandonó el país cuando Madrid fue sitiada. Viajó a Chile y, durante un tiempo, vivió en la casa de Neruda. Luego, viajó a Rusia y China. Tiempo después, abandonó el trabajo de corresponsal radicándose en forma definitiva en Buenos Aires.
De manera contradictoria para un militante comunista, se codeó con los integrantes del Grupo de Florida, formado por intelectuales elitistas y contrarios a toda manifestación popular, como Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo. A la vez, tuvo amistad cercana con los del Grupo de Boedo en el que se destacaba Elías Castelnuovo que impulsaba una literatura realista de contenido social.
González Tuñón fue uno de los principales exponentes del arte social argentino. Con las influencias de François Villon, Rainer Maria Rilke y Evaristo Carriego, sus poemas tienen como temas principales a los habitantes de la ciudad, los lugares y los pueblos de provincia. La calle del agujero en la media (del libro de igual nombre) es uno de sus poema más conocidos y de los que mejor representa su estilo. A continuación presentamos en dos entregas una selección de sus poemas.


CARTEL Raúl Gzlez Tuñón-cuadro

 

 

CRÉDITOS (poema/voz/música):

0. Presentación/Manuel Alcaine/Astor Piazzolla-Nuevo tango-I
1. Los sueños de los niños inventando países/M.J.osé Villanueva/ Astor Piazzolla-Nuevo tango-II
2. La muerte de la muñeca pintada/Ica Ventura/Astor Piazzolla-Verano porteño-I
3. Después de la mudanza/M. José Villanueva/Astor Piazzolla-Verano porteño-II
4. Epitafio para la tumba del poeta desconocido/Lola Orti/Astor Piazzolla-Verano porteño-III
5. Rimbaud/Mingo España/Astor Piazzolla-Oda para un hippie-I
6. Baudelaire/Manuel Alcaine/Astor Piazzolla-Oda para un hippie-II
7. Edgar Poe/Elena Parra/Astor Piazzolla-Oda para un hippie-III
8. Riachuelo de la Villette/Ica Ventura/Astor Piazzolla-Oda para un hippie-IV
9. La calle del agujero en la media/M.José Sampietro/Astor Piazzolla-Vardarito-I
10. Escrito en una trastienda/Lola Orti/Astor Piazzolla-Vardarito-II

 

 

 

SELECCIÓN DE POEMAS – 1/2

 

1 – LOS SUEÑOS DE LOS NIÑOS INVENTANDO PAÍSES

«Cuando paso frente de un local
donde exponen pinturas de niños, sigo delargo.»
BATLLE PLANAS

 

Porque el niño conserva todos los libres bríos
de la invención, baraja sus monstruos increíbles
y sus enloquecidos ángeles.
La bárbara inocencia sin prejuicios de la primera pureza
y el espléndido caos, el delirio de la razón, la fantasía.

El niño es el primer surrealista.

Y crece es hombre, y sigue viviendo más no sabe
y quien lo lleva adentro así lo ignora.
A veces, de manera sutil, eso supongo,
en cada acto adulto la infancia nos vigila
-una voz, un suceso rotundo, familiar, una lámpara,
una paloma herida con mensaje-.

Todo hombre en el final minuto de su invierno
piensa en algo lejano cuando muere.
Y la muerte es el último país que el niño inventa.

 

2 – LA MUERTE DE LA MUÑECA PINTADA

«Todo el mundo está siempre tironeando de una. Todos parecen querer un pedazo de una.»
-Marilyn Monroe-

Todos la tironeaban.

Hollywood le arrancó el pedazo más grande.
Sólo quedaba de ella el corazón
-Un Desolado Corazón-,
la lluvia pródiga de su cabellera,
la última claridad de su mirada
y una calle de infancia y abandono.

Construida en la fábrica de sueños
se rompió como un sueño
rodando en pesadilla al césped donde yacen
los gorriones caídos y el verano.

Y fue el tocante Réquiem para una Marilyn:
Los extras acunaron la muerte de la estrella
con un terrible blues de lágrimas oscuras.

 

3 – DESPUÉS DE LA MUDANZA

El niño triste mira con asombro
el patio donde había cielo.
La marca que dejó en el muro
la fotografía de la boda.
El sitio donde estuvo el piano
(su música, como la lluvia).
La ventana donde el otoño
daba su luz a los malvones.
¿Y cómo la verá un día,
vaga, distante, en el recuerdo?

La carta que cayó del mueble
como una hoja del tiempo.

 

4 – EPITAFIO PARA LA TUMBA DEL POETA DESCONOCIDO

Fue un poeta de su vida y de la vida.
Porque además del diálogo del hombre con su tiempo
la poesía es un estado de ánimo,
fue siempre el suyo un vago amar
y sentir y esperar no se sabe qué cosas:
y no pudo escribir ni un solo verso.
La muerte, la inquirida «Tía de las muchachas»,
Se lo llevó una tarde de azul desprevenido.
Murió de inanición, como Meg Merrillies,
la que en vez de cenar contemplaba
fijamente la luna sobre el bosque.

Tanta es su soledad que el olvido se toca

 

5 – RIMBAUD

¿Pero por qué murió allá en Marsella
tan cerca de la luz atrevida del muelle,
la Canabière, la sopa de pescado,
las rosadas mujeres de la feria
y el viejo olor que viene de los barcos
sin confesar dónde enterró la poesía
-como a un pájaro loco-, en qué baldío,
en qué lámpara pura, en qué ventana,
en qué lluvia crecida con violetas?

Donde el futuro está esperando

 

6 – BAUDELAIRE

Fue un profeta y vislumbraba el siglo
en que la acción fuera hermana del sueño
y reinventó la poesía, una manera
de recordar que el poeta es un hombre
al que a veces agobian la incomprensión, el barro,
el alquiler, la luna.
Pero él fue poeta, inmenso como un río.
Un río puro impuro
que arrastró légamo y estrellas.

 

7 – EDGAR POE

Peter Brueghel, Ieronimus Bosch, y Patinir,
Goya y Petrus Borel lo hubieran comprendido
(¿quién dijo que el delirio de la razón
engendra monstruos?).
La sociedad de los Rotarios,
los linchadores de negros y de rosas,
los verdugos de niños y de sueños
le daban asco y él bebía, ¿para olvidar?,
cuando aún no existían
las letras de los tangos tristes.

 

8 – RIACHUELO DE LA VILLETTE

Cualquier tarde.
Yo anduve por sus muelles
sombríos, largos, de fluviales nombres
-Marne, Loire, Oise, Seine-:
las aguas sucias de petróleo y aceite.
hablo del Riachuelo proletario, abandonado
a los pies de París,
arrastrándose
igual que esos pontones de maderas cansadas
que cargan vino, cemento, cereales
y por la noche cuidan los perros guardianes.
Esos perros lanudos, atorrantes, tan humanos,
de sordos ladridos y turbias miradas
que a veces cuelgan en los viejos puentes
una tristeza dolorosa y extraña.

Boliches para obreros y ladrones
que al mediodía comen carne de buey y hablan
de cosas importantes.
Mostradores maduros de puñetazos y canciones,
moscas aplastadas contra los vidrios por los mocosos sin
calzones.
Riachuelo escurridizo, estrecho, verdoso, gris, nublado
casi siempre
su cielo de taller, de aserradero, de molino harinero,
su horizonte de fábricas en donde
sueñan las chimeneas.
Calles tortuosas y húmedas que mueren en sus bordes,
calles angostas de sonoros nombres,
de alzados nombres populares
queridos al oído de sus habitantes.
Calles que vienen de los mataderos
y traen todo el rumor y todo el polvo de ese arrabal
de las insurrecciones, de las resignaciones, de los asesinatos
y los entierros pobres,
de las ferias trashumantes y los circos sin nombre.

Bassin de la Villette, tan humilde, tan trágico,
hermanito menor del Sena, desheredado.
Una tarde, a la hora en que los niños pobres vuelven de las
escuelas
y orinan graciosamente en tus orillas.

 

9 – LA CALLE DEL AGUJERO EN LA MEDIA

Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad
y la mujer que amo con una boina azul.
Yo conozco la música de un barracón de feria
barquitos en botellas y humo en el horizonte.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad.
Ni la noche tumbada sobre el ruido del bar
ni los labios sesgados sobre un viejo cantar
ni el afiche apagado del grotesco armazón
telaraña del mundo para mi corazón.
¡Ni las luces que siempre se van con otros hombres
de rodillas desnudas y de brazos tendidos!
-Tenía unos pocos sueños iguales a los sueños
que acarician de noche a los niños dormidos-.
Tenía el resplandor de una felicidad
y veía mi rostro fijado en las vidrieras
y en un lugar del mundo era un hombre feliz.
¿Conoce usted paisajes pintados en los vidrios?
¿Y muñecos de trapo con alegres bonetes?
¿Y soldaditos juntos marchando en la mañana
y carros de verduras con colores alegres?
Yo conozco una calle de una ciudad cualquiera
y mi alma tan lejana y tan cerca de mí
y riendo de la muerte y de la suerte y
feliz como una rama de viento en primavera.
El ciego está cantando. Te digo: ¡Amo la guerra!
Esto es simple querida, como el globo de luz
del hotel en que vives. Yo subo la escalera
y la música viene a mi lado, la música.
Los dos somos gitanos de una troupe vagabunda
alegres en lo alto de una calle cualquiera.
Alegres las campanas como una nueva voz.
Tú crees todavía en la revolución
y por el agujero que coses en tu media
sale el sol y se llena todo el cuarto de luz.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad,
una calle que nadie conoce ni transita.
Solo yo voy por ella con mi dolor desnudo
solo con el recuerdo de una mujer querida.
Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto.
Decir, yo he conocido, es decir: Algo ha muerto.

 

10 – ESCRITO EN UNA TRASTIENDA

En todos los puertos del mundo
descansa la noche
sobre los navíos oscuros
y reza su rosario de lunas
el viejo lobo curtido y silencioso.
Palomas de las músicas vagabundas
picotean los fanales encendidos.
Tu recuerdo ha hecho hueco en mi mano sin luz.
Ah, llegar a tu cabellera rubia como a un puerto final.

Atracan los astros
y detrás de los grandes murallones de sombras
luces multicolores se roban las miradas
y las estrellas son afónicas
como la voz de la violinista tuberculosa
cuya tos en el bar es obligatoria.
El alcohol anda en zancos y las mujeres canallas
Pasean su olor a polvo y su cansancio.
En todos los puertos del mundo
hay alguien que está esperando.
Hasta muy cerca de los navíos
salen los patios
y entran por los oídos de los marinos.
Un sabor dulce, un amargo sabor.
En todos los puertos del mundo
hay vagabundos como yo
que asoman al asombro lejano
el corazón, como un barquito en la mano.
Hay una calle, larga borrachera,
pedazos de noche dispersada
y cuando llega el alba roja y con su clarín
revuela pájaros alucinados,
en todos los puertos del mundo
hay alguien que está esperando.

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