“Vivimos un tiempo ruidoso en el que es difícil escuchar”
La compositora, acordeonista y relevante músico experimental estadounidense, Pauline Oliveros, falleció el pasado 25 de noviembre a los 84 años, dejando un legado de un profundo impacto en el arte sonoro del siglo XX.
Nacida en 1932, a principios de los 60 Oliveros fue parte integral del Tape Music Center de la ciudad de San Francisco, donde colaboró, por ejemplo, con Terry Riley tocando el sintetizador Morton Subotnick, en la emblemática obra “In C”.
En los 80 acuñó el concepto de “Deep listening” “escucha profunda”, que entendió el proceso de escuchar como un ritual curativo, haciendo la diferencia entre “oír” y “escuchar”. Según explicaba la misma Oliveros: “Al oír, las orejas absorben todas las ondas sonoras y las entregan a la corteza de audio donde tiene lugar la escucha. No podemos apagar nuestros oídos, los oídos están siempre recibiendo información de sonido, pero podemos apagar nuestra escucha. Escuchar es la base de la creatividad y la cultura…”.
Mujer de enorme influencia en generaciones posteriores, que tradujeron sus hallazgos al pop o la electrónica, hizo valer hasta el final el credo que condujo su existencia desde principios de los años 60. “Escucha todo el tiempo y sé consciente de cuando no lo estés haciendo”.
Para desarrollar estas teorías, que unieron filosofía y teoría del sonido, Oliveros fundó la Deep Listening Band, que se especializó en el estudio y la experimentación con resonancias y reverberancias. El disco “Deep Listening” de 1989, es considerado una de las cumbres de la música experimental del siglo XX. Desde los 80, Oliveros se enfocó en la improvisación, principalmente en las posibilidades sonoras del acordeón.
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