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Nada más que música – Rocky Kan

9 mayo, 2024 - Música
Nada más que música – Rocky Kan

Hola, hola, yo soy Antonio Giménez y esto es… NADA MÁS QUE MÚSICA

CARTEL NMQM-Rocky Kan-Cuadro

 

Franco, en todo su esplendor, 1960, dictaba en una España, y una Zaragoza por extensión, oscura y gris, repleta de meapilas, retrasada e inculta, todo ello gracias al aislamiento mundial que el régimen se había granjeado. Pensando que lo dejaría todo atado y bien atado nos legó una iglesia mangoneadora y represiva, el frente de juventudes, la censura, prietas las filas y, entre tantas otras prebendas, una más, las bases americanas. Yankee, go home.
Así las cosas, la música evolucionaba en el mundo sin que a estos lares llegara, de manera natural, ninguna novedad. Elvis Presley, Chuck Berri, Eddie Cochran, Little Richard, Jerry Lee Lewis y tantos otros eran unos perfectos desconocidos para la inmensa mayoría de nuestros compatriotas.
En Zaragoza, las cosas no pintaban mejor. La radio empezaba a emitir canciones del Dúo Dinámico, Los Cinco Latinos actuaban en la Plaza de Toros, Marifé de Triana en el Principal, Marisol hacía promoción de su película “Un rayo de sol” y el ínclito, y fascista, Jose Luis y su guitarra se presentaba en el Teatro Argensola.
Pero, hete aquí que, uno de los legados del franquismo, las denostadas bases americanas, se iban a convertir en la gatera por la que entrarían todas las novedades, para escándalo y escarnio de las mentes bien pensantes, de la música del momento, “El rock and roll”.
Jerry Lee Lewis
Gran bola de fuego

En Zaragoza, gracias a la emisora de la base americana, empezamos a poder escuchar lo que se hacía por el mundo. El ir y venir de los militares permitía que grabaciones impensables de adquirir por los conductos habituales, llegaran a nuestras manos. Y no solo los militares, también los trabajadores civiles de la base hacían posible esta realidad. Así que, contra viento y marea, el rock and roll impactó de pronto como un misil en la juventud zaragozana.
Unos cuantos adolescentes, arrebatados por una misión divina, decidieron que iban a ser estrellas del rock and roll. Rocky Kan, Baby, Chico Valento o Gavy Sander’s fueron algunos de ellos.
Rocky trabajaba de camarero en la base, y el resto se codeaba con empleados y militares del acuartelamiento.
El detonante que propició la explosión fue el estreno en Zaragoza de la película “King Creole”, protagonizada por Elvis Presley.

Esta es la versión que de King Creole hacía José Luis Cano Olivera, para la posteridad Rocky Kan. Rochy era hijo de un inspector de policía. Nacido en Sevilla en 1942, y tras pasar por Madrid y Barcelona por el trabajo de su padre, recaló en Zaragoza con diez años. De jovencito empezó a trabajar de botones en la Sala de Fiestas Pigalle para terminar de camarero en la Base. Allí aprendió a tocar la guitarra, aprendió inglés y, sobre todo, se empapó de rock and roll.
A los catorce años debutó en el programa “Plataforma de estrellas”, no sin antes haber pasado un examen de aptitud a cargo del director de la entonces incipiente Banda de Música del Hogar Pignatelli.
Su actuación, interpretó tres canciones, una de Paul Anka, otra de Elvis y otra de Ray Charles, causó sensación. Su puesta en escena era espectacular: pose rockera, cinturones con hebillas enormes, botas y camisas con flecos, y su inseparable guitarra “electrónica”, como dirían las crónicas, en fin …lo nunca visto.
Pronto la prensa lo calificó como el “primer rockanrollista” de España. El Heraldo publicó una reseña en la que decía: “es un joven, de mediana estatura, que lleva la inevitable greña y que no puede permanecer inmóvil más de diez segundos en el escenario”.

Las posibilidades que, en Zaragoza, los incipientes artistas tenían para presentarse en publico eran escasas. Casi todo se reducía a las matinales que la extinta Radio Juventud, con su programa en directo Plataforma de Estrellas, ofrecía todos los domingos. Por entonces no existían salas especializadas y no digamos discotecas así que sus posibilidades se centraban en las Salas de Fiestas: Cancela, Pigalle y Cosmos. Entrelazando números más o menos eróticos, según la permisividad de la época, los rockeros dejaban constancia de su talento.
También Radio Zaragoza se hizo eco de esta especial “movida” y les dio cancha en su programa Pasarela Luminosa y el club que la emisora tenía en el Pasaje Palafox se convirtió en el puesto de mando del movimiento rockero zaragozano. Si eras alguien en este mundillo, o querías serlo, tenías que dejarte ver allí. Pero Zaragoza empezaba a quedarse pequeña.

Así que, a la vista del corto recorrido profesional que les proporcionaba Zaragoza, nuestros intrépidos pioneros se fueron a Barcelona. No fue fácil. Según sus palabras, pasaron más hambre que las ratas. Pero a poco a poco, la cosas fueron mejorando, llegaron los contratos y, por fin, las casas discográficas. Rocky frecuentaba un bar en el que su dueño, músico aficionado, organizaba veladas musicales y conocía a Luis Sagi Vela, un reconocido barítono clásico que triunfaba por entonces en el circuito de la zarzuela y que era también director artístico de Zafiro. Se pusieron en contacto y a los pocos días Rocky estaba en el estudio grabando su primer disco.
Nos podemos imaginar la ilusión de este momento. Seguramente esta ilusión hizo que Rocky no prestara atención a las condiciones de los contratos. La compañía no le dejaba ninguna iniciativa al artista, éste grababa lo que la compañía decía y aunque cobró religiosamente sus derechos, no tenía ningún poder sobre su trabajo. Rocky llegó a grabar siete EP’s y un single.
Un paréntesis dirigido a los 3 ó 4 jóvenes que nos escuchan. Un EP, abreviatura de Extended Play, es un disco en formato vinilo que solía contener unas cuatro canciones. Frente a este formato se encontraba el Sencillo, con una sola canción principal y otra, cara B, de relleno.
Speedy González, un éxito de Pat Boone de 1962, se encuenta en uno de ellos. Esta es la versión de Rocky Kan.

El tiempo iba pasando y las modas parecían correr todavía más. Nuevos ritmos empezaron a llegar a las emisoras de radio y a los artistas no les quedó otra que subirse al carro con la fe del converso. De su adorado Elvis pasaron al twist, y a renglón seguido al mádison. Todos estos estilos llevaban aparejados unos pasos de baile específicos que el personal practicaba ordenadamente en los guateques. Paso adelante, paso atrás, izquierda, derecha y vuelta a empezar. En fin… Rocky Kan sacó al mercado un mix de ambos estilos que, en un alarde de cratividad, llamó Twisteando el mádison.
Para los curiosos, y aunque no os lo creáis, en Youtube tenéis videos tutoriales que os enseñaran a bailar en mádison como dios manda.
Twisteando el madison
A mediados de los sesenta Rocky Kan estaba en la cresta la ola, una ola no muy alta pero, bueno, suficiente. En su aventura madrileña actuaba con su grupo habitual Los Pumas y se codeaba con lo mejorcito del panorama nacional: Mustang, Sirex, Lone Star… pero duró poco. Su estilo ya no estaba de moda, el twist y el mádison habían pasado a mejor vida. El mismo lo dejó dicho: “Fui muy amigo del Dúo Dinámico, de Juan Pardo, y tantos otros, toqué junto a mucha gente, pero llegué tarde y en mala época a Madrid. El rock and roll y el twist estaban ya en decadencia y había poco que hacer ante los solistas melódicos.”
A pesar de todo, lo intentó. Llegó a grabar algunas baladas, versiones de éxitos internacionales, con bastante solvencia. Un ejemplo, este Se oculta el sol, un éxito de su admirado Adriano Celentano.

Fuera de contexto y abandonado por el público, Rocky Kan se retiró de los escenarios a finales de los 60. Su época discográfica y más glamurosa había terminado y, aunque siguió un tiempo trabajando y haciendo bolos por las playas malagueñas con su Rocky Kan Trío, en el que, por cierto, tocaba la batería un señor apodado Tele que posteriormente sería percusionista del famoso grupo Triana, lo abandonó todo y se dedicó a la hostelería, montó la mítica discoteca Samantha’s, gracias por cierto, hemos pasado muy buenos ratos allí, también puso en marcha algunos bares y, desgraciadamente, incluso pasó algún tiempo en la cárcel.
Entre toda esta vorágine de vida, su ilusión seguía siendo volver a cantar pero, salvo algunos intentos fallidos, nunca lo hizo. Murió en un accidente de coche en diciembre de 1992.
Todos los que hemos soñado con subirnos a un escenario debemos a Rocky Kan y a otros como él, el placer del sueño, de la ilusión. Es igual que, al final, lo consiguieras o no porque en ésto, como en otras muchas cosas, puede ser más gratificante soñar con el viaje que llegar.
Nos vamos, pero antes de hacerlo deciros que toda la información recogida en este programa es fruto del trabajo que el maestro Matías Uribe dejó impreso en su libro “Polvo, niebla, viento y rock. Cuatro décadas de música popular en Aragón”. Un libro imprescindible si te interesa la historia de la música popular en esta tierra.

Ahora si, nos vamos y lo hacemos con la versión que Rocky Kan nos dejó de The Loco-Motion, una canción que Gerry Goffin y Carole King escribieron en 1962 y que Little Eva había llevado al éxito.
Muy buenas tardes a todos y hasta la próxima.

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