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Nada más que música – Mujeres Bravas II

23 noviembre, 2023 - Música
Nada más que música – Mujeres Bravas II

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Hola, hola, yo soy Antonio Giménez y esto es… NADA MÁS QUE MÚSICA

Mujeres Bravas – II

“La pregunta no es quien me lo va a permitir, sino quien va a detenerme.”

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La frase, evidentemente, no es mía sino que la pronunció Ayn Rand, famosa filósofa y escritora rusa.
Bueno pues ésto mismo debieron pensar nuestras invitadas de hoy, mujeres bravas que, a pesar de todas las dificultades e incomprensiones que se encontraron en su camino, consiguieron sus propósitos, artísticos y vitales, gracias a su denodado esfuerzo, su valía y su renuncia expresa al conformismo. El guión de sus vidas lo iban a escribir ellas.

Me sumo con gusto a este segundo programa de mujeres bravas que ha preparado Antonio Giménez. Es un honor, como lo fue colaborar con él en el primero.
Antonio sigue con su apuesta de rescatar a estas mujeres bravas y valientes que fueron una avanzadilla del siglo XXI en una época que resultó oscura, callada y complicada para muchas de nosotras. Mujeres que con sus canciones y sus actitudes nos hicieron pensar y replantearnos nuestro papel, nuestra valía, nuestras vidas; nos dieron visión, respuestas y esperanzas. Fueron valientes y fuertes, arriesgaron, marcaron un camino, quizá sin ser conscientes de ello, y muchas de ellas lo pagaron caro.

Resulta difícil mirar al pasado con mirada libre de prejuicios y con claridad de espíritu, porque a veces parece que las cosas siempre han sido como son ahora, pero nuestras madres, o nuestras abuelas, vivieron en una sociedad que les puso las cosas difíciles y las oprimió, las silenció y las ignoró, aunque en esos momentos resultara difícil ser consciente de eso. En sus canciones y sus entrevistas estas bravas hablaban de mujeres que se relacionaban con el mundo de otra manera y nos decían que podíamos elegir y ser más libres.

Le he pedido a Antonio una canción de Massiel para este programa, una canción que me gusta mucho, El amor. Yo la descubrí hace poco, la verdad es que no la había escuchado, o si lo había hecho, no me había fijado con tanto detalle en la letra, que cuenta y define con claridad meridiana y poética los procesos tan químicos y a la vez tan espirituales del amor y del desamor. Qué vamos a decir del amor, eso “que te llama despacio rozando la piel y te hace soñar, que te alza, te lanza y te quema, que te empuja y te hace ser más”. Massiel lo dice y lo canta casi hasta demasiado bien, con desgarro y con fuerza. Porque el amor y el desamor tienen mucho de eso, de fuerza y de desgarro. Escuchamos El amor, canción compuesta por Rafael Pérez Botija y con la que Massiel representó a España en Viña del Mar, en Chile, en el año 1984. Hace mucho, pero como si fuera ahora mismo.

Nuestra compañera Elena Parra, con el acierto al que nos tiene acostumbrados, vuelve a poner el dedo en la llaga sobre un asunto que ni podemos ni debemos obviar, el mérito de mujeres con proyección pública y tantas otras, anónimas, sin las cuales el estatus de la mujer en la sociedad actual no sería, ni de lejos, el que es hoy.
Es evidente que este estatus actual no es el perfecto, todo se andará, pero si que está a años luz de aquella época. Gracias a ellas.

Evangelina Sobredo Galanes, por otro nombre, Cecilia, fue una cantautora española, que nació en Madrid el 11 de octubre de 1948. Fue una cantante incómoda. Sin aspavientos, sus canciones eran crónicas exactas de esa España gris y beata que le tocó vivir: la injusticia, la libertad sexual, el patriotismo de boquilla, la paz, en fin, todo que le preocupaba quedó reflejado en unas letras por las que no ha pasado el tiempo. Enfrentada constantemente a la hipocresía de las clases dirigentes del país en un momento que no era propicio para la cultura, tuvo frecuentes encontronazos con la censura con la que lidió con mayor o menor fortuna.
Aunque, como ya hemos dicho, nació en Madrid, su familia era de ascendencia gallega. Su padre fue coronel de la Armada y diplomático. Hombre del régimen, anduvo con su familia por diversos países de consulado en consulado. De hecho, los primeros recuerdos de infancia de Cecilia son ingleses.
Tras varios escarceos intrascendentes en la industria discográfica, ficho por la multinacional CBS. Grabó su primer single en 1971 que pasó sin pena ni gloria. Pero en 1972, salio al mercado su primer álbum Cecilia y, éste si, fue un éxito. En este disco se encuentra su conocida Dama, dama. La canción es una crítica irónica a las hipócritas costumbres de algunas damas de la alta burguesía madrileña.

Y como lo que hay que hacer, mejor hacerlo cuanto antes, con esta canción tuvo ya su primer tropiezo con la censura. Se vio obligada a cambiar parte del texto y donde debería decir “…puntual cumplidora del tercer mandamiento, algún desliz en el sexto…”, le hicieron decir “…algún desliz inconexo…”

Otra de las canciones que dieron quebraderos de cabeza a los censores de turno fue Un millón de muertos, una canción que estaba incluida en su segundo álbum de estudio Cecilia 2.

La canción es un alegato antibelicista en el que se rinde homenaje al millón de vidas truncadas en la Guerra Civil española.
Para evitar a la censura, Cecilia explicó que el texto se refería a las víctimas de la Guerra de los seis días de la que, desgraciadamente, había sido testigo cuando residía en Jordania.

Finalmente la canción pudo ser incluida en el álbum pero con otro título, Un millón de sueños. Más adelante, con el disco editado, la letra fue analizada por el Tribunal de Orden Público y prohibida su programación en las emisoras de radio. A pesar de todo, en sus directos, Cecilia siempre cantaba la canción con su texto original, “Un millón de muertos”.

La censura le persiguió de forma inmisericorde. También tuvo problemas con otras canciones. “Mi querida España” tuvo que ser modificada y quedaron eliminadas todas la referencias a las dos españas, España viva, España muerta, y por no aburrir, un último ejemplo, «Soldadito de plomo», una crítica al ejército, nunca vio la luz en vida de Cecilia.

Cecilia murió muy joven, tenía 27 años, otro ingreso más en el desgraciado club de lo 27.
Volviendo de un bolo su coche se estampó contra un carro de bueyes. Ella y uno de sus músicos fallecieron en el acto.

Y cambiando de tercio, vamos ahora a conocer a otra cantante que alcanzó en vida el reconocimiento popular. Si la traigo a colación hoy es porque muchas personas la hemos tenido por una artista afecta hasta la médula al régimen franquista, con el desprecio implícito que eso llevaba. Hablamos de Concha Piquer.

Esta creencia mía, y de otros, ha estado alimentada por informaciones sesgadas que, con medias verdades o directamente con mentiras, nos han creado una imagen distorsionada de la artista.

Manuel Vicent ha escrito un libro en el que, de forma novelada pero con datos reales, nos cuenta la interesantísima vida de la Piquer. “Retrato de una mujer moderna” se titula el libro.

La Piquer nació en el seno de una familia obrera y más pobre que las ratas. Cuando tenía 12 años, Manuel Penella, músico y productor, la escuchó cantar en un teatro valenciano. Impresionado por las aptitudes de la niña, se la llevó de gira a Nueva York, ciudad en la que tenía previsto estrenar su producción “El gato montés”. Y allí que se fueron las dos, su madre y ella.

Vamos con su música. Como no, también la Piquer tuvo problemas con la censura. La canción “Ojos verdes”, compuesta por su trío de compositores de cabecera, Quintero, León y Quiroga, de los que, por cierto, algún día tendremos que hablar, empezaba con una frase, al parecer, provocativa: “Apoyá en el quicio de la mancebía”. Semejante atrevimiento ponía de los nervios al censor de turno que, sistemáticamente, multaba a la cantante con 500 pts. ¡cada día que la cantaba!. Multa que la Piquer pagaba sin rechistar… y hasta el día siguiente.

Habíamos dejado a Concha Piquer en Nueva York. Bueno pues, Manuel Vicente nos narra en su libro una historia que no puedo dejar de contaros.
La artista tenía en ese momento 16 años y un cómico de la compañía, que tendría unos treinta, y que como diría una copla, bebía los vientos por su persona no dejaba de acosarla. Una tarde, cuando estaban los dos en casa de la Piquer, su compañero intentó abusar sexualmente de ella. En el forcejeo, la niña cogió una barra de hierro y se la estampó en la cabeza. Con todo lleno de sangre y hecha un cuadro, la Piquer salió corriendo al teatro y le contó a sus jefes lo sucedido. Estos jefes, que estaban relacionados con la mafia neoyorquina que, a su vez, dominaba el negocio de los teatros de Broadway, le dijeron al más puro estilo mafioso: “No te preocupes, nosotros nos encargamos”. La joven leyó al día siguiente en el periódico que el cuerpo de su violento compañero había sido encontrado flotando en el río Hudson. ¿Lo había matado ella?, ¿Fue la mafia?. Nunca se supo. Otro de sus míticos éxitos: “Tatuaje”.

A juicio de Manuel Vicent, Concha Piquer nunca fue franquista. En su libro dice: “Fue una mujer contestataria. De hecho se opuso a todas las reglamentaciones morales y administrativas del franquismo. Triunfó tanto en la República como en el franquismo. Durante mucho tiempo y sobre todo cuando estaba en lo más alto de la fama, tuvo que soportar habladurías y chismorreos de la más baja estofa, en particular sobre sus líos amorosos. Que tuvo una relación con Eva Perón, de la que era muy amiga, o que fuera la amante del ministro franquista Serrano Suñer. Todo desmentido por la interesada y por la historia. También sufrió lo suyo para conseguir normalizar su relación con el torero Antonio Marquez con el que ya tenía una hija, y que como no, estaba casado. Y la verdad es que la mayoría de sus amantes estaban casados. La Piquer siempre arrastró su condición de ser “la otra”. Quizá por este motivo cantaba tan de verdad el Romance de la otra.

Es indudable que fue una mujer de su tiempo. Conoció y tuvo amistad con todo tipo de personajes relevantes. Lorca la adoraba hasta el punto que, defendiéndola, se enemistó con Buñuel y Dalí que en esa época estaban seducidos por las vanguardias parisinas. Lorca defendía que en las letras de una copla había más surrealismo que en el club de los poetas de París. Y lo cierto es que, si te detienes a leer las letras de cualquier canción de la Piquer, si que tienen un punto surrealista. Concha Piquer se retiró a los 52 años y vivió más de 30 años sin volver a las tablas, viviendo de las muchas rentas que había acumulado a lo largo de su carrera. Falleció en Madrid el 12 de diciembre de 1990.
Cárcel de oro.

“He vivida toda mi vida como me ha dado la gana… y lo he pagado muy caro.”
Firmado: La Tanqueta de Leganitos, por otro nombre… Massiel.
Rompedora, rebelde y de izquierdas. Maria de los Angeles Santamaría Espinosa, nacida en Madrid. Su padre, sastre de profesión, cambió su quehaceres de la aguja y el hilo por los de representante de artistas, y llegó a llevar en sus filas a gente importante en ese momento: los Brincos, Karina, Miguel Rios, los Bravos, y tantos otros. Parecía lógico que la niña apuntara en la dirección artística. Su primera aparición en público fue en 1966 y, en esta primera época, se sumó a la corriente de la canción protesta, interpretando temas de Aute, cuando nadie le conocía, de Patxi Andión o de Pablo Milanés.
Pero esta etapa reivindicativa quedó borrada de un plumazo cuando fue seleccionada para representar a España en el festival de Eurovisión, festival que, como todos sabemos ya, ganó. No vamos a abundar en la rocambolesca historia de su elección porque es conocida por todo el mundo.
Pero si que vamos a recordar las grabaciones que hizo cuando, con Fernando Fernan Gómez, pusieron en escena la obra de Bertolt Brecht “A los hombres futuros, yo Bertol Brecht”. Esto es “Jenny la de los piratas”.

Eurovisión fue un punto de inflexión muy importante en la trayectoria artística de Massiel, de la noche a la mañana pasó a ser la heroína del pueblo y todo ello a pesar de que ella se declaraba abiertamente “antifascista” y que había rechazado recoger de las manos del caudillo el lazo de Isabel la Católica que el régimen le había concedido por su victoria en el dichoso festival.
Para mayor escándalo nacional, su vida amorosa siempre fue bastante turbulenta. Su primer matrimonio se acabó el día en el que, al regresar tarde a casa porque se habían alargado los ensayos de la obra que preparaba en esos momentos, su marido le espetó que esas no eran horas, que hacía rato que tenía que estar en casa y haberle preparado la cena. “O Brecht o yo”, le dijo. Según cuentan, Massiel ni contestó y allí acabó la historia. Desgraciadamente su dos siguientes maridos fallecieron pronto pero, eso sí, de muerte natural. Massiel está retirada de los escenarios desde 2012. Ese año estaba trabajando en el musical Follies y empezó a sentir unos preocupantes síntomas de lo que desgraciadamente sería un grave diagnóstico de degeneración macular, una enfermedad que le ha disminuido en gran medida la visión de un ojo aunque parece ser que últimamente ha mejorado bastante tras una operación. Bueno, ¡genial!.
Vamos a escucharle nuevamente interpretar otra de las canciones de ese montaje teatral de Bertolt Brecht que tanto gustaba a su primer marido, en este caso “La canción de la mujer del soldado”.

Hay una anécdota en la vida de Massiel que deja claro su carácter y personalidad. José María Iñigo preparaba un nuevo programa para TVE, “La gente quiere saber”. Era un formato de entrevistas en la que, el entrevistado, sentado en centro de una rueda de entrevistadores, contestaba, si quería, a todas las preguntas que le hacían, impertinentes o no. Para la grabación del programa piloto invitaron a Massiel. Las cosas fueron más o menos así:

• Pregunta: ¿Que piensa Ud. del divorcio, lo encuentra conveniente?
• Respuesta: ¿Cómo conveniente? ¡Es necesario! ¿A quién hay que pedírselo? El divorcio, ¡que venga ya!».
• P: ¿Cree Ud. necesario tener un marido para que la mujer se sienta realizada?
• R: Hija mía, qué tristeza me da la pregunta. Anda que si fuera así, ¿qué iba a ser de mí?
• P: ¿Que opina Ud. de la libertad sexual? ¿Y del control de la natalidad?
• R: A lo primero le diré que la libertad sexual es saludable y que la recomiendo encarecidamente. A lo segundo que estoy a favor del control de natalidad y el uso de la píldora pagada, eso si, por la seguridad social.

Bueno, no hace falta decir que el programa no se emitió y que estuvo 35 años censurado en los archivos de TVE, la mejor y la única televisión de aquellos años.
Nos despediremos de Massiel con uno de sus grandes éxitos. Aute compuso Rosas en el mar como homenaje a la Revolución Cubana que en aquellas fechas cosechaba adhesiones sin cuento entre los jóvenes izquierdistas de toda Europa. La canción, tras una primera estrofa amorosa, una introducción que despista un poco, pasa inmediatamente a tratar sobre un tema único: la libertad, derecho de la humanidad, y sobre todo sobre la ausencia de ésta.

Os dejo con Rosas en el mar, nos vemos dentro de quince días. Gracias por vuestra atención.

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