Nuestro invitado de hoy protagonizó con su grupo la música española de los años 80. Su evolución musical y personal le llevó a abandonar una fama consolidada, su participación en el negocio de la música e incluso, su propio nombre. Santiago Auserón pasó a llamarse Juan Perro.
El Sr. Juan Perro, zaragozano, Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y Premio Nacional de las Músicas Actuales acaba de grabar un nuevo disco: Cantos de ultramar. Un trabajo en el que combina sonidos de ambos lados del Atlántico.
Las canciones de este disco ya habían sido grabadas, solo con guitarra y voz, en su álbum anterior “El Viaje”. En esta ocasión se hace con formato de sexteto con músicos de jazz. Junto a Juan Perro encontramos Joan Vinyals a la guitarra, desgraciadamente fallecido no hace mucho, Isaac Coll, al bajo, Pere Foved a la bateria, Gabriel Amargant, saxo tenor y clarinete, David Pastor con la trompeta y el fliscornio.
Todos ellos han conseguido un trabajo limpio, con la electricidad justa, tranquila pero con un punto que te hace sentir que estás ante una obra redonda.
Antes hemos escuchado Agua de limón, ahora vamos a escuchar otro corte del disco: Ambar. Dedicada a la cerveza con sabor cubano.
La familia Auserón, debido al trabajo del cabeza de familia, topógrafo, deambuló por varias ciudades españolas y a Santiago le tocó nacer en Zaragoza. Su padre trabajaba entonces para los militares de la base aérea norteamericana. Posteriormente pasó a trabajar como responsable del entretenimiento de los soldados de la base, lo que hizo que sus hijos estuvieran en estrecho contacto con la música que llegaba de los EEUU: Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Nat King Cole, Louis Armstron y, por supuesto el rock and roll.
Tras pasar por la universidad, fundó el grupo Radio Futura que, de 1979 a 1992 lideró el mercado musical y lo que dió en llamarse la movida madrileña. A este grupo se le sigue considerando como uno de los mejores grupos de rock español de todos los tiempos.
Buscando nuevos retos en su carrera, inició su andadura profesional en solitario. Y así nació Juan Perro.
Vamos a escuchar un corte de este nuevo disco, creo que es el que mas matices jazzeros tiene: Luz de mis huesos.
Juan Perro se dio a conocer en 1993 en la gira de Kiko Veneno y Juan Perro vienen dando el cante. A partir de este momento las grabaciones se sucedieron: Raíces al viento en el 95, Huella sonora en el 97, Mr. Hambre en el 2000, Cantares de vela en 2002, rodeado siempre de grandes músicos de rock, jazz, flamenco y son. Se codea y colabora con Compay Segundo, Kiko Veneno, Raimundo Amador, La Barbería del Sur, Malevaje, Pau Riba, Carlos Cano y tantos otros.
Entre sus muchos trabajos y colaboraciones destacan los conciertos que dio entre 2005 y 2007 junto a la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics de Barcelona con el espectáculo Canciones de Santiago Auserón, que, además, obtuvo el premio Max de las Artes Escénicas.
Volvemos al disco: Arenas del Duero.
Hemos citado antes a Compay Segundo y su estrecha relación con Auserón. Él mismo lo cuenta en una entrevista reciente: “Lo más importante para Compay era la música, por encima de todo. Tenía 86 u 87 años cuando le conocí. Era deslumbrante. Producía un sonido con luces de todo un siglo, lo aprendió de pequeño. Me lo mostraba con su guitarrita. Una como esa [señala una guitarra colgada en el salón de su casa]. Fue una de las dos primeras que trajo a España. Me dijo: «Te la regalo». Y cuando ya la tenía en mis brazos añadió: «Ahora tú me regalas 200 dólares». Era la conciencia musical del siglo XX. Sonaba con absoluta dignidad. Eso no es fácil. “
Compay Segundo, genio y figura.
Seguimos con Cantos de ultramar. Escuchamos ahora De un país perdido.
En esa misma entrevista que he citado antes, la que le hizo el periodista Fernando Navarro para el Pias Semanal, Auserón opina sobre el reguetón. A la pregunta del periodista sobre que opinión le merece el reguetón, una música que no solo ha llegado a España sino que ha conquistado el continente americano, Auserón responde, y transcribo literalmente:
“Antes vino la lambada y mucho antes, pongamos por caso, el sucusucu. Entre esos géneros y el reguetón hay pérdidas de melodía y de flexibilidad rítmica. Después del reguetón vendrá seguramente otra forma de sonoridad robotizada. ¿Cómo se explica esa decadencia de los géneros populares? Por la electrónica y por el acceso al consumo de mucha gente que vive en el límite de la miseria, a menudo expatriados que no tienen acceso a otra cultura. Desde el punto de vista musicológico, el reguetón es la célula mínima de la síncopa negra reiterada hasta el infinito, como si para ciertos usos no hiciera falta más música. El baile con gestualidad sexual explícita tiene en África carácter ritual y está extendido por todo el Caribe. Lo llaman perreo, pero oiga, ¡hay perros con más tumbao! De la pista de baile jamaicana, esa síncopa emigra a la discoteca latina. Los indígenas americanos no la practicaban. Una apropiación latina de la música negra se pone así de moda, en ambientes donde la violencia, el sexismo machista, la ostentación, el narco y las pistolas son considerados como valores supremos. Ahí adquiere prestigio provocador y los medios de comunicación la transforman en mercancía internacional. Todo eso recuerda el proceso de otras músicas negroamericanas, pero esta vez reducido a la mínima expresión. Es un fenómeno interesante, a la vez que amenazador, porque con él emergen las capas sociales olvidadas de América. Llevado a la música popular y comercial y la discoteca es basura sonora. Pero no olvidemos que nuestros abuelos decían lo mismo del rock. ¿Qué ocurrirá cuando intérpretes, productores y consumidores del género empiecen a necesitar otra cosa?.
Me alegro de que me haga esta pregunta. Bueno, esto lo he dicho yo.
Más Cantos de ultramar, en este caso El desterrado.
Juan Perro es una “rara avis” dentro del panorama musical español. Cuando el triunfo le venía de cara con su grupo, lo dejó todo para seguir su carrera en solitario con la que, sin renegar de su pasado, descubrir y profundizar músicas más allá de nuestras fronteras. No fue fácil, pero el cansancio había hecho mella en todos los componentes y se bajaron del carro. Pero esta actitud no es gratis. La TV y otros medios te dan la espalda si no entras en su formato. A pesar de todo, no parece que este riesgo le haya supuesto mayor problema a Juan Perro y, aunque gana menos dinero que con su mítica banda, la aventura le ha merecido la pena.
Preguntado sobre la posibilidad de una nueva etapa con Radio Futura siempre ha sido categórico. No. Dice: “Con la vuelta de Radio Futura destrozaríamos nuestras vidas, lo que quede de nuestras vidas. A estas alturas no merece la pena.”
Y todo esto a pesar de que varios promotores y organizadores de festivales, tanto españoles como Mexicanos, se lo han propuesto en numerosas ocasiones poniendo encima de la mesa unos cheques muy sustanciosos.
Seguimos con sus Cantos de ultramar. Esto es El viaje.
Para Juan Perro, visitar Cuba una y otra vez es como una religión que le permite ver el camino que le acercará, tarde o temprano, a músicas futuras pero dotadas de sólidos cimientos. La isla es un punto intermedio de ida y de vuelta en ese viaje interminable en busca su propio Shangri-la musical.
Llegó a La Habana en 1984 y la ciudad lo recibió con los brazos abiertos y un cóctel de músicas, pregones, rumba, ron y algarabía callejera. Visita el resto de país y descubre que las tradiciones siguen vivas, las importadas y las autóctonas. Santiago de Cuba le muestra que la trova y el son no fueron modas, sino más bien, latido constante de una cultura y nación que sabe de donde viene, y preserva sus valores para decidir a donde va.
Y, como no podría haber pasado de otra manera, se enamoró de la isla. Y en esto mucho tuvo que ver su amistad con el tresero Pancho Amat y el legendario Francisco Repilado “Compay Segundo”, y otros artistas cubanos que le ayudaron a sondear la vasta riqueza musical de la isla desde la que pudo fusionar las armonías del rock and roll y el blues con la cadencia del son.
Un ejemplo: A morir de amores.
El tiempo, cuatro años al menos, y el mimo invertidos en la creación de este disco se han traducido en una edición cuidadísima, culta y, consecuentemente, fabulosa.
Auserón conserva su voz admirablemente y siegue siendo tan moldeable como él quiera. Seguramente no volverá a llenar estadios como lo hacía en otro tiempo pero, también en eso, hemos ganado.
Un gran disco, un gran trabajo y un gran artista.
Nos vamos. Lo hacemos con otro corte de este estupendo Cantos de ultramar. El tema se llama Nada
Y como siempre… ¡Buenas vibraciones!