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Nada más que música – Jacques Brel

4 diciembre, 2024 - Música
Nada más que música – Jacques Brel

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Hola, hola, yo soy Antonio Giménez y esto es… NADA MÁS QUE MÚSICA

En la década de los sesenta, la canción francesa pasaba por uno de sus momentos más brillantes. Eran canciones de un gran lirismo y gozaban de unas interpretaciones soberbias por parte de los intérpretes, y todo ello sin renunciar a su proyección popular y, por lo tanto, al éxito. Esta edad de oro de la canción francesa se nutría de gente como Geroges Brassens, Léo Ferré, Serge Gainsbourg, Charles Trenet o Jacques Brel. De éste último hablaremos hoy: Jacques Brel

CARTEL NMQM-brel-CUADRO

 

Jacques Brel fue un cantautor belga, de habla francesa. También hizo cine pero siempre le recordaremos por la poesía que contienen todas sus canciones y por la sinceridad y la entrega con la que las cantaba.
Aunque buena parte de su vida artística la pasó en Francia, sus primeros pasos en la canción los dio en Bélgica. En 1952, ya casado y con dos hijas, tenía entonces 23 años, empezó a componer sus primeras canciones que ya daban muestra de gran lirismo en sus letras y que interpretaba por diversos garitos de Bruselas. Todo esto con la oposición frontal de su familia. Pero bueno, a pesar de todo, nuestro héroe siguió empeñado en su objetivo y, sin encomendarse a nadie, él solo, se marchó a París para seguir componiendo y allí pasó el tiempo cantando por cabarets y music-halls de la capital francesa. El hombre también tuvo que dar clases de guitarra para ganarse la vida.
Poco a poco las cosas fueron mejorando y ya pudo reunirse con su mujer y sus hijas. En 1956 grabó la canción Quand on n’a que l’amour, una canción que le valió su primer gran éxito.

No se a vosotros pero, a mí, no me interesa tanto la vida de Jacques Brel como sus canciones. Y hay algunas que no podemos dejar de escuchar.
Le Moribond es uno de los grandes clásicos de Jacques Brel. Nos cuenta la historia de un hombre que, en su lecho de muerte, se despide del mundo y de sus amigos. A su alrededor están su esposa, el párroco y dos amigos, Émile y Antoine.
A Emile le dice que le quería, que recuerda sus juergas juntos, sus mujeres y también los malos ratos que, en ocasiones, pasaron juntos. Voy a morir, le dice, pero muero en primavera y como se que eres bueno, te pido que cuides de mi mujer, salid, bailad y reíd . El párroco también le caía bien, aunque no coincidían en casi nada. Como sabe que era el confidente de su mujer le pide que cuide de ella, “salid, bailad y reíd”. A su amigo Antoine le dice que a él no le quería, “me fastidia morirme hoy y que tú estés tan vivo, me jode morirme en primavera, ya se que tú eras el amante de mi mujer, por eso espero que la cuides, salid, bailar y reíd”. Por último, a su mujer le dice que la amaba, “pero que mi tren sale antes que el tuyo, cada uno toma el tren que puede. Cuida de mi alma, sal, baila y ríe”.
Genial.

“La Valse a mille temps” es una canción de 1959. La característica principal de este clásico es el crescendo, una progresión dramática que se aprecia claramente en la letra y en la puesta en escena del autor.
Empieza tiernamente con las primeras notas del vals Sobre las olas, apoyadas en un clásico ¾ característico de esta música. La canción empieza en este tempo para, poco a poco, ir acelerando hasta llegar a un torbellino enloquecedor protagonizado por la voz de Brel y por un precioso acordeón.
“Tres tiempos, veinte tiempos, cien tiempos,… mil tiempos. La canción termina abruptamente.
Otra genialidad de Brel.

En 1967 Brel grabó, incluida en su álbum Brel 1967, una preciosa canción en la que evocaba la historia de dos viejos amantes que, a fuerza de ternura y complicidad van reemplazando la primera pasión amorosa. Esta canción es un retrato lleno de ternura de dos personas que, al final de sus vidas, se siguen amando, comprendiendo y perdonando las debilidades del otro.
La canción de los viejos amantes.

Les Bourgeois, Los burgueses, es una canción que Brel grabó en directo en el Olimpia de París en 1961.
El texto va evolucionando en función de la edad de sus protagonistas y así, unos mismo hechos, van tomando un significado distinto al correr del tiempo.
Jojo, Pierre y él mismo solían provocar a los burgueses que salían del hotel Los tres faisanes cantándoles una canción y enseñándoles el culo.
“Los burgueses son como los cerdos / Cuanto más viejos se hacen, más estúpidos se vuelven, … »
En la última estrofa, los tres amigos, que ya se han convertido en burgueses, se quejan amargamente ante el comisario de policía porque, todas las noches, tres jóvenes gamberros, al salir del Hotel de los Tres Faisanes, les cantan canciones ofensivas y les enseñan el culo.
Francamente, muy burgués.

Por supuesto, no podía faltar la canción que más repercusión popular ha dado a Brel. No es otra que Ne me quitte pas, No me dejes, una canción realmente dramática en la que el cantante pide en una carta que no le dejen. Curiosamente, esta canción la compuso tras la ruptura con su amante Suzanne Gabriello aunque había sido él el que la había abandonado. Brel seguía casado y no quería abandonar a su mujer y a sus hijas. Éste siempre negó que la canción tuviera nada que ver con el asunto.
Pero bueno, también en esta ocasión, Brel nos ofrece una obra maestra. Según algunos estudiosos, probablemente la canción esté inspirada en algunas notas del compositor Franz Liszt, un poco también en la obra Domaine public, del poeta Robert Desnos y en el Diario de un escritor, de Dostoievski. Todo esto, lo sintetiza Brel a su manera en Ne me quitte pas.

En 1961 Brel compuso la canción Madeleine y la presentó al público a lo largo de los tres días que por esas fechas estuvo actuando en El Olympia de París. Hay cierta controversia acerca de quien era la tal Madeleine. Marie-Madeleine Lisón, una florista de Bruselas de la que Brel era cliente, estaba convencida de que ella era la inspiración que llevó a Brel a componer la canción. Había sido modelo en su juventud y en una serie de fotografías aparecía ella rodeada de lilas. Según ella, Brel se habría inspirado en esa foto, ya que estaba colgada en su tienda.
Otra teoría, seguramente más probable, nos cuenta que se refiere a Madeleine Zeffa Biver, hija de padre comunista y madre judía que había escapado de los nazis en el 44 y de un marido maltratador unos años más tarde. Esta mujer frecuentaba a poetas, músicos y artistas de Saint Germain des Pres mientras trabajaba de modelo. Fue así como conoció a Brel y de ahí la letra de la canción: “Esta noche estoy esperando a Madeleine, le traje lilas, se las traigo todas las semanas…”

Ya hemos contado que Brel cantaba con un desgarro que asustaba. Sus interpretaciones no se limitaban a desgranar una tras otra sus canciones sino que, en cada una, dejaba una representación vital inigualable. Su apasionamiento era contagioso y nunca dejaba indiferente a su público. Como habéis podido comprobar, una constante en sus música es el “crescendo”, una figra que proporciona a la melodía un componente trágico insuperable.
Nuevamente podremos comprobarlo en L’ivrogne, El borracho, una canción que evoca a un hombre que, después de haber sido abandonado por la mujer que ama, decide voluntariamente emborracharse para tratar de olvidar que no podrá olvidar e intentar, de esta absurda manera, ajustar cuentas con su infelicidad.

En 1966 decidió abandonar la canción. El 16 de mayo de 1967 dio su último recital en Roubaix, ciudad al norte de Francia, limítrofe con la frontera belga. Aunque ya no cantaba en público, se permitió una licencia actuando y rigiendo el musical El hombre de la Mancha, una figura que siempre había admirado

En 1973 lo abandonó todo definitivamente y se retiró a las islas Marquesas, en la Polinesia Francesa, un paraíso en el que se dedicó a navegar en su velero y a pilotar un bimotor que utilizaba como avión-taxi para ayudar a los habitantes de las islas.
Allí estuvo hasta que en 1977 volvió a París para grabar su último disco, Les Marquises, un trabajo que realizó en unas condiciones de salud lamentables. De Les Marquises, la canción que cierra el disco, solo pudo hacer una toma. Cuando terminó la grabación, con su enfermedad en un estado muy avanzado, regresó a la Polinesia. Volvió a Francia en 1978 para fallecer el 9 de octubre de ese año a causa del cáncer de pulmón que padecía.
Su memoria se mantiene intacta entre sus incondicionales. Así, en diciembre de 2005, el público de la RTBF (la radio-televisión pública francófona belga), mediante una votación popular le eligió como el belga más importante de todos los tiempos.
A modo de epitafio, nos despedimos del programa de hoy con ésta última canción, la que casi acabó con él, Les Marquises.

 

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