Como lo prometido es deuda, volvemos hoy con la segunda parte de la banda sonora de esta excelente película o documental, como queráis, que firma Fernando Trueba y que se llama ‘Calle 54’.
Bebo Valdés grabó su primera descarga de jazz cubano en 1952, Cachao lo hizo cuatro años más tarde. Ambos son una leyenda, no solo en el entorno del Latin Jazz, en el mundo entero. Se conocían desde la infancia pero, por esas cosas de la vida, nunca habían grabado juntos. Y, con gran acierto, eligieron para histórica ocasión una canción eterna, “Lagrimas Negras”.
Lo que hacen estos hombres es imposible de transcribirlo en un pentagrama porque el sentimiento, el feling, no se enseña en el conservatorio. A ambos les tocó vivir el destierro forzado y el ostracismo durante varios años. Cachao se vinculó a músicos en Nueva York, y vivió entre esta ciudad y Las Vegas, hasta que recaló en Miami, donde apenas tocaba en pequeños eventos sociales. De Chucho es bien sabido que partió a Europa y se estableció en Suecia, donde se enamoró y para subsistir tocaba en hoteles y restaurantes de Estocolmo.
Ambos tuvieron la suerte de que fueron rescatados del olvido. A Cachao, Andy García. A Bebo, Paquito D’Rivera. Cuando eso sucedió, por fortuna para los amantes de la música, el enérgico caudal de la genialidad de ambos resurgió en unos cuantos proyectos, pero especialmente en este de Fernando Trueba, quien los reunió en lo que es el único documento de fácil acceso hoy día, como fue la interpretación de Lágrimas negras, cada uno desde su instrumento y con la complicidad de la sabiduría.
Padre e hijo, Bebo y Chucho Valdés. No han tenido una relación fácil. Apenas se veían desde la revolución cubana. Bebo emprendió el camino del exilio en 1960 y tuvieron que pasar 18 años para que padre e hijo se reencontraran. Tampoco fue fácil esta primer encuentro, más bien bastante tenso, hizo falta tiempo para limar asperezas. Antes de esta grabación hacia cinco años que no se veían pero no hubieran estado más próximos si hubieran convivido bajo el mismo techo. Fernando Trueba, gracias amigo, les convenció para que “conversaran” a dos pianos utilizando “La comparsa”, de Lecuona, como puente.
Veréis que, desde la primera nota, Chucho está en función de su padre, a su servicio. El alumno rinde homenaje al maestro.
Unos meses después, Chano Domínguez comentó: “Tantos grandes pianos reunidos en esta sesión… pero ninguno como Bebo”.
Esto es “La comparsa”.
Volvemos a encontrar en la sesión a Eliane Elías, la pianista brasileña. Y en este caso, fuera de cámara. Ya no se rueda, solo se disfruta de la música, que continúa con vida propia.
De forma más o menos improvisada, Eliane nos obsequia una romántica versión de su hermosa balada “Eso fue todo”. Un dialogo entre amantes (piano y contrabajo) que no llegaron a más. Las escobillas de Takeishi hacer las veces de un corifeo griego, testigo de un amor que nunca fue.
Jerry González conoció a Chano Domínguez apenas una semanas antes de iniciarse el rodaje. El encuentro se produjo en el club Bailey’s del Miami Film Festival. Como unas almas gemelas, y de la noche a la mañana, se hacen inseparables. Para celebrarlo, nos dejaron una dulce versión del famoso bolero “Cómo fue” que es puro swing y sentimiento.
Cuando parece que todo ha acabado y los músicos se van dispersando, vemos que todavía quedan unos supervivientes en pie de guerra. Así que, en un abrir y cerrar de ojos, se monta un delicioso “Boulevard francés”, el famoso estándar de Bud Powell capaz de alegrar al más amargado. Y como de jolgorio va la cosa, enseguida aparece Paquito con su saxo alto. Por arte de magia, el boulevard francés se traslada al malecón de la Habana.
Y como de una película se trata, finalmente llegan los créditos. A petición de Trueba, Jerry despide la sesión con el riff de los Apache, solo que los músicos que nombra protagonizan buena parte de la historia del jazz latino durante su medio siglo de existencia.
Y fin.
Todos los que participaron en Calle 54, técnicos, músicos, invitados, fueron conscientes de haber vivido una experiencia única e irrepetible. Nosotros lo hemos podido constatar a través de los discos. Esta música es el testimonio de la pasión de unos locos de jazz latino.
Nos veremos en el manicomio.
Hasta la semana que viene amigos, y, como no …
¡¡¡Buenas Vibraciones!!!