Muy buenas tardes amigos. Hoy nuestro deambular por el proceloso mundo de la música nos llevará, nuevamente, a Argentina. Una país que ha dado al mundo innumerables muestras de su capacidad artística en todos sus géneros, literatura, cine, teatro, pintura, en fin todas sus expresiones. Y por supuesto, en la música.
El artista que nos visita hoy está considerado como uno de los músicos más importantes del siglo XX y uno de los compositores de tango, según dejó escrito el crítico estadounidense Stephen Holden, más importantes en todo el mundo.
Astor Piazzolla, éste es el hombre, revolucionó el tango tradicional llevándolo a una nueva dimensión que denominaron nuevo tanto o tango de vanguardia, incorporando en su música elementos del jazz y de la música clásica. Bandoneonista virtuoso, gustaba de interpretar sus propias composiciones en directo, acompañado por diversas formaciones.
Hoy escucharemos algunos de su más sonados éxitos empezando por este Jeanne y Paul, cara A de un sencillo que Piazzolla lanzó en 1973.
Piazzolla nació en Mar del Plata en 1921, de padres argentinos pero de abuelos italianos. Al poco tiempo, en 1924, la familia se traslada a Nueva York y fue allí donde vivió gran parte de su niñez el futuro maestro.
Aquejado de esa nostalgia endémica argentina, el joven Piazzolla se hizo con un bandoneón de segunda mano y, puesto que en la gran manzana era muy difícil encontrar un maestro de este instrumento, se las apañó para, de forma autodidacta, iniciarse en la interpretación.
Cuando la familia volvió a Mar del Plata por un breve espacio de tiempo, pudo por fin recibir algunas clase que le permitieron perfeccionar su técnica y demostrar a propios y extraños que el joven tenía talento. Tenía entonces 11 años.
La familia volvió a Nueva York y, un día, desde su ventana, escuchó que alguien, al piano, estaba interpretando a Johann Sebastian Bach. Se trataba de un húngaro con el que intimó. Con él charlaban de jazz, de la amistad, de la necesidad de estudiar seis y hasta ocho horas diarias para lograr la perfección y así, de esta forma, se enamoró de la música.
Con este hombre hizo los primeros estudios de música y descubrió el mundo clásico.
Vamos a escuchar El Penúltimo, otro de sus éxitos.
Piazzolla conoció a Carlos Gardel en Manhattan en 1934. Su padre le encargó llevarle a Gardel un regalo de admirador y se cayeron bien. El joven Piazzolla acompañó a Gardel por todo Nueva York sirviéndole de guía y de intérprete. Gardel, encantado con el muchacho, le invitó a participar en la película que estaba rodando en esos días, El día que me quieras. Su papel fue el de un joven vendedor de periódicos. En los descansos, Piazzolla le enseñó a Gardel como tocaba el bandoneón y éste le dijo: “Vas a ser algo grande, pibe, te lo digo yo. Pero el tango lo tocás como un gallego”, a lo que Piazzolla le dijo: “el tango todavía no lo entiendo” y Gardel le respondió: “Cuando lo entiendas, no lo podrás dejar”.
Gardel invitó a Piazzolla a unirse a su gira por América, pero su padre decidió que era aún muy joven y, por esta razón, su lugar fue ocupado por el boxeador argentino José Corpas Moreno. Esta tremenda desilusión resultó ser una gran suerte porque, fue en esta gira en la que Gardel y toda su banda perdieron la vida en un accidente aéreo. En una carta imaginaria a Gardel, Piazzolla bromeaba sobre este episodio: “Charlie, ¡me salvé!, si hubiera subido a ese avión en vez de tocar el bandoneón estaría ahora tocando el arpa”.
Durante la Segunda Guerra Mundial Argentina era relativamente neutral y allí se desplazaron numerosos músicos Kleiber, Copland y Falla, entre otros. También lo hizo el pianista Arthur Rubinstein en Julio de 1940. Cuando Piazzolla se enteró de ello fue inmediatamente a visitarle y le llevó un esbozo de un concierto para piano. El pianista tocó una parte y le preguntó si quería estudiar seriamente. Ante el entusiasmo del joven Piazzolla, Rubinstein pidió personalmente Alberto Ginastera, famoso compositor argentino, que fuera su tutor. Lo fue entre los años 1939 y 1945. Su preparación se estaba completando.
Pero a pesar de su excelente formación clásica, el tango seguía bullendo en las tripas de Piazzolla y todas las tardes pasaba por el Germinal, histórico café de Buenos Aires, para escuchar a su ídolo Troilo, un badoneonista famoso en la época, al que, según sus palabras, miraba como si fuese Dios.
Un día falló en el grupo del Germinal uno de los músicos y Troilo le invitó a sumarse al espectáculo. Debutó en diciembre de 1939. La suerte estaba de su lado porque, una indisposición del arreglista de la orquesta le permitió ocupar su puesto, cosa que hizo con notable éxito.
Cavalcata, Astor Piazzolla
Cuando abandonó la formación de Troilo, Piazzolla colaboró en numerosas formaciones como instrumentista, compositor y arreglador, pero su peculiar visión de la música y del tango en particular le acarrearon malas críticas. Él mismo contaba siempre una anécdota de cuando tocando en un café el tango “Copas, amigos y besos”: “El tango era tan largo, tan complejo que las coperas del cabaret nos cargaron y salieron a bailar a la pista en puntas de pie, como si fuera música clásica. Todavía me resuenan las risas”. El arreglo no había funcionado y tubo que abandonar el grupo porque, a sus componentes, tampoco les gustaban las “audacias”.
Lo cierto es que, en aquella época, los años 50, no estaba muy bien considerado como compositor y arreglista. Componía y arreglaba por encargo y hacía música para películas, al tiempo que intentaba ganarse un sitio en la música clásica.
Sobre esta situación temporal del artista, incomprendido por la vieja guardia tanguera, su amigo Lalo Schifrin, otro famoso compositor, contaba:
“Estábamos comiendo y él me dijo que estaba triste e indignado con los tangueros que no lo reconocían (en su mérito) y siguió insistiendo con el tema. Y le dije: Ástor, no te debe importar lo que digan ellos. Que si lo que haces es tango o no es tango. No es tu problema: lo que vos estás haciendo es Piazzolla”. Remembrance, puro Piazzolla
Tras su estancia en París, Piazzolla formó el Octeto de Buenos Aires con la declarada intención de “encender la mecha de un escándalo nacional y romper con todos los esquemas musicales que regían en la Argentina”.
Así que, con estas sanas intenciones, empleó todos los conocimientos adquiridos en su etapa europea, había tocado con Gerry Mulligan entre otros, en componer utilizando fraseos típicos del jazz, además de barnizar sus composiciones con un poquito de swing. Y como elemento discordante incluyó la guitarra eléctrica dentro de su octeto, un instrumento no muy usual en ese momento y mucho menos en el tango. Según el guitarrista Horacio Malvicino, miembro del octeto, en un primer momento Piazzolla tenía en mente usar un vibráfono pero no había instrumentistas en Argentina por lo que se decantó por la guitarra eléctrica.
El grupo no tenía director, sino que se proponía hacer el tango “tal y como se sintiera en cada momento”. No tenía cantante ni actuaba en bailes.
Bien, como resumen de la aceptación de la crítica diremos que se le consideró como “el asesino del tango”.
Bueno, cosas de puristas. Habíamos comentado hace un momento su participación en el mundo del cine. Vamos a escuchar una muestra de esa participación. Suite Punta del Este, tema central de la película “12 monos”
En 1959, estando de gira recibió la noticia de la muerte de su padre, Vicente Piazzolla, apodado “Nonino”, victima de un accidente de bicicleta. Esta noticia, sumada al fracaso de la gira, a los problemas económicos y a la nostalgia que le producía estar lejos de su país, llevó a Piazzolla a la depresión.
En octubre de ese año, al volver a Nueva York donde residía temporalmente con su familia compuso “Adiós Nonino” en homenaje a su padre.
Daniel Piazzolla, hijo de Astor, contaba: “Papá nos pidió que lo dejáramos solo unas horas. Primero hubo un silencia absoluto, Al rato oímos que tocaba el bandoneón. Era una melodía muy triste, terriblemente triste. Estaba componiendo “Adiós Nonino”.
En 1973 comenzaron los problemas de salud de Piazzolla. En ese año sufrió un infarto que le obligó a retirarse por un tiempo. Se instaló en Italia y allí siguió componiendo. Cuando la fama, los premios y las grabaciones llenaban ya su día a día y estaba subido en la cresta de la ola, sufrió un nuevo revés en forma de operación de corazón para, un par de años más tarde sufrir una trombosis cerebral de la que ya no se recuperó. Murió en 4 de julio de 1992 a los 71 años.
Un gran músico que nos dejó un gran legado. Vamos a despedirnos de él y del programa de hoy con la que es su obra más famosa: Libertango, una obra que compuso en 1974. En esta ocasión, es un directo que su octeto grabó en la TV Suiza en 1977.
Señoras, Señores, hasta pronto. No nos olviden. Volvemos en quince días.