Hola, hola, yo soy Antonio Giménez y esto es… NADA MÁS QUE MÚSICA
Que tal amigos? Ya estamos de vuelta. Una temporada más que empezamos con la misma ilusión que el primer día, fieles a nuestro único objetivo: compartir con todos vosotros la música que más nos gusta. “Nada más que música”.
Discos, grupos, cantantes, orquestas, historias, todo esto desfilará por el programa a lo largo de la temporada, nuestra octava temporada, ¡quien lo diría!.
Pero vamos al grano. Empezamos esta andadura con un músico de primera fila, un hombre introvertido, muy poco dado a compromisos sociales pero tremendamente comprometido con lo social. Una leyenda urbana nos cuenta que llegó a cambiar la idea que tenía para su epitafio de “lo hizo lo mejor que pudo con el material que tenía” por el de “Lárgate”.
Cierto o no, lo que si sabemos es que Artie Shaw nació el 23 de mayo de 1910 en Nueva York. Debido a su origen judío, no lo tuvo fácil en su infancia. De hecho sufrió en sus carnes el antisemitismo de principios del siglo XX. Este ambiente le empujó a refugiarse en los libros y en la música. Su primer instrumento fue el saxo tenor, más tarde el alto para, por fin, decidirse por el clarinete. Con 16 años, y con ese clarinete bajo el brazo, se escapó de casa y se fue de gira con una banda.
Vamos con la música. Vamos a escuchar a la orquesta de Artie Shaw, con su titular a la cabeza, en una versión del éxito de Cole Porter “Night and Day”.
Al volver a casa después de su aventura con la banda y siendo ya un músico consolidado y reconvertido en músico de sesión, su reputación le hizo ser reclamado por diversas orquestas con las que colaboró como instrumentista hasta que, en 1926, se enroló en la del El violinista Austin Wylie donde pudo, ya por fin, ejercer de director musical y arreglista, aspectos que le forjaron una reputación de músico a tener en cuenta.
Su rival más importante en esa época era Benny Goodman. El swing de Goodman era salvaje, algo así como un tratamiento terapéutico para tratar, a ritmo de jazz, las devastadoras consecuencias de la Gran Depresión. El de Artie era distinto, algo que no se había visto antes. Con la inclusión de las cuerdas en su orquesta, estaba fusionando la música clásica con el jazz.
En aquellos años, y prácticamente ahora también, la composición de una orquesta de jazz era la clásica: cuatro trompetas, cuatro trombones, saxos y la sección rítmica, piano, bajo, guitarra y batería. Artie fue más lejos introduciendo violines, violas y chelos, consiguiendo que éstos no se vieran apagados por los vientos. El resultado fue algo que podíamos denominar “Swing sinfónico”, un estilo que encajaba como un guante con su vocalista de entonces, Byllie Holiday. Desafortunadamente, esta colaboración es difícil poco debido a la hostilidad del público hacia la artista por el color de su piel. Una lástima.
Seguimos con la música, “In concentrate on you”, otra famosa composición de Cole Porte.
El swing era cada vez más comercial. Visto el camino más productivo económicamente, las orquestas se mimetizaron. No había diferencias. Ya no se improvisaba, solo se leía. Las empresas solo tenían ojos para las taquillas. Únicamente Artie se reinventaba a cada momento. Esto le proporcionó trajo y… dólares.
Pero, pese a haber comenzado desde cero, el dinero no le hacía perder el juicio. Sabía perfectamente lo que era pasar aprietos porque nadie le había regalado nada. Así que, ahora que estaba en la cresta de la ola, creyó llegado el momento de dejarlo todo y empezar de nuevo, como había hecho con sus matrimonios. Por cierto, se casó ocho veces, eso es afición.
A todo esto, en 1953, denunciado por los espías del senador McCarthy, el Comité de Actividades Antiamericanas le acusó de asistir a una reunión, a la que también participó Ronald Reagan pero en el bando contrario, en la que Shaw defendió, en su opinión. , los estándares democráticos de la constitución soviética. Ante lo que, a buen seguro, se le venía encima, decidió poner tierra por medio y se exilió a España.
Más música, I’m yours, una canción de Harburg y Green, colaboradores asiduos de Shaw
La verdad es que no se si eligió bien el destino de su exilio porque salió huyendo del senador McCarthy y se dio de bruces con el general Franco. El caso es que se instaló en la Costa Brava, en Begur concretamente, y allí estuvo, acompañado por la actriz Evelyn Heyes a la que había conocido en París, durante seis años, seguramente los más felices de su vida.
A comienzos de los 60 volvieron a los Estados Unidos y se instalaron en Connecticut. En el 73 Shaw regresó a California y se dedicó a escribir ya dar clases en diferentes universidades.
Murió el 30 de diciembre de 2004 en Los Ángeles, California.
“Vuelo sin escalas”, una composición del propio Shaw.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Shaw se alistó en la Marina de los Estados Unidos y, después de formar una orquesta, estuvo 18 meses tocando para los combatientes en zona de guerra, a veces, hasta cuatro conciertos al día.
Cuando regresó a los EEUU estaba agotado física y mentalmente, tanto, que se sometió al psicoanálisis y éste fue el comienzo de su retiro como músico.
Y es que, no todo en la vida de Shaw fue pasión y romanticismo. A causa de su carácter introvertido se distanciaba de sus colegas que no compartían su desprecio por las bondades del éxito. Este distanciamiento hizo que se refugiara en actividades más intelectuales. Fue un lector empedernido, estaba ávido de conocimientos, de cultura e interesado también en la política. Al contrario que sus colegas del mundo del espectáculo, no soportó ni entendió nunca el interés desmesurado de la prensa por su vida privada, por sus bodas, aunque en este aspecto debería haber visto que alguna de sus esposas también tenían empujado para la prensa. Por ejemplo Lana Turner o la mismísima Ava Gardner.
Artie Shaw había tenido, desde muy jovencito, el objetivo de llegar a lo más alto, de conseguir el reconocimiento y la fama. Una vez conseguido, el objetivo perdió su valor.
La melodía que le abrió las puertas a esa fama fue la famosa “Begin the beguine”, otra melodía de Cole Porter que Shaw llevó a lo más alto.
Para comprender mejor la técnica y el personalísimo estilo de Artie Shaw debemos fijarnos en algunas de sus grabaciones. My Blue Heaven, Copenhagen y Sweet Lorraine, todas ellas registradas el 23 de diciembre de 1936, son tres muy buenas referencias.
En My blue Heaven podemos apreciar como, el todavía joven músico, empieza a asumir el protagonismo como solista, una característica que, en el futuro, será marca de la casa. Se nota también en esta interpretación una clara influencia de los clarinetistas de Nueva Orleans que nos hace recordar a Sidney Bechet. Este fue otro de los muchos intentos de Shaw por distanciarse del ídolo del momento, el tímbricamente austero Benny Goodman.
My blue Heaven fue escrita por Walter Donaldson en 1927. Pronto se convirtió en un gran éxito cuando la publicó el cantante Gene Austin, acompañado por la Victor Orchestra.
Esta es la versión de Artie Shaw.
El otro ejemplo del que hablábamos lo encontramos en Copenhague, un estándar de jazz compuesto en 1924 por el director de orquesta Charlie Davis que se grabó por primera vez ese mismo año por la orquesta Wolverine.
En la versión grabada por Artie Shaw, y por contraposición a la anterior, esta canción está dominada por un aluvión de solistas: Tony Pastor al saxo tenor, Lee Castle a la trompeta y Buddy Morrow al trombón. En la grabación queda de manifiesto que las cuerdas, estando presentes, no interfieren en absoluto en el tempo de swing.
Vamos a verlo, bueno, a oirlo. Copenhague.
El último de los ejemplos que quería enseñaros es Sweet Loraine, un pequeño concierto de clarinete y cuerdas en el que no aparecen los instrumentos de viento. La canción fue escrita por Cliff Burwell y publicada en 1928.
Curiosamente éste fue el primer éxito del King Cole Trío.
La versión de Artie Shaw que, como ya hemos dicho, se desprende de todos los instrumentos de metal, es un intento de aproximación de la música clásica con el jazz.
El resultado es este. Dulce Lorena.
Otra faceta importante del legado de Artie Shaw fueron sus vocalistas. Siempre supo rodearse de las mejores voces y bastará citar a dos de ellas: Peg LaCentra y Billie Holiday.
Peg LaCentra, contralto, nacida en Boston, fue famosa por su trabajo como locutora en la radio y como vocalista en la orquesta de Artie Shaw, aunque, curiosamente, también lo hizo en la de Benny Goodman.
Con Shaw comenzó a cantar en 1936. Ambos habían trabajado juntos anteriormente cuando él todavía era instrumentista de orquesta en el Cream Show. Juntos actuaron durante un tiempo en el Teatro Paramount y en el Hotel Lexington y grabaron para Brunswick Records durante un año. Una de esas grabaciones, de 1937, es este It’s the Natural Thing to Do.
Billie Holiday, sin duda la mejor cantante de jazz de todos los tiempos, fue contratada por la orquesta de Artie Shaw el mes de mazo de 1938. Shaw había conseguido firmar un contrato con la RCA. Así que, sin tiempo que perder, el día 24 de ese mismo mes de marzo se realizó una sesión histórica que incluyó el único registro de Billie Holiday con la big band.
Sí, es este. Cualquier momento.
Nos vamos. Os reitero mi bienvenida a esta nueva temporada que espero os resulte tan entretenida como lo es para mí. Os dejo en compañía del genial clarinetista Artie Shaw y su no menos genial versión del estándar Lady be good.
Ciao.