“María Rosario, con el rostro intensamente pálido, tendía sus manos temblorosas hacia la niña, que estaba sobre el alféizar, circundada por el último resplandor de la tarde, como un arcángel en una vidriera antigua. El recuerdo de aquel momento aún pone en mis mejillas su frío de muerte. Ante nuestros ojos espantados se abrió la ventana, con ese silencio de las cosas inexorables que están determinadas en lo invisible y han de suceder por un destino fatal y cruel. La figura de la niña, inmóvil sobre el alféizar, se destacó un momento en el azul del cielo donde palidecían las estrellas, y cayó al jardín, cuando llegaban a tocarla los brazos de la hermana.¡Fue Satanás! ¡Fue Satanás!».
Fragmento de la “Sonata de Primavera”.
Ramón José Simón Valle y Peña, nació en el seno de una familia hidalga el 28 de Octubre de 1.866, en Villanueva de Arosa (Pontevedra). Fue el segundo hijo del segundo matrimonio de Ramón del Valle Bermúdez con Dolores de la Peña y Montenegro, ambos herederos de diversas propiedades que fueron viniendo a menos a causa del despilfarro de su padre. Cursó sus estudios de bachillerato en el Instituto de Santiago de Compostela y, posteriormente inició la carrera de Derecho en la universidad de la misma ciudad con evidente apatía, y comenzó a participar en tertulias literarias, muy populares en esos tiempos. Abandonó los estudios de Derecho y en 1.877, exento del servicio militar, se inscribió en la Escuela de Artes y Oficios, dentro de los cursos de dibujo. En esa época publicó sus primeros escritos en la revista “Café con gotas” de Santiago y a raíz de la visita de José Zorrilla a la Universidad de Santiago queda al descubierto su vocación literaria… solo era cuestión de tiempo. En 1.890 muere su padre y queda libre de obligaciones familiares. Tras cinco años de estudios inconclusos, regresó a Pontevedra antes de deslazarse a Madrid, donde permaneció dos años, con un breve paso por Italia. En la capital se va haciendo conocido entre las tertulias de los numerosos cafés de la Puerta del Sol gracias a su arrolladora personalidad e ingenio. Participa con algunos periódicos, en los cuales firma por primera vez como Ramón del Valle-Inclán, apellido de uno de sus ancestros paternos. En 1.892, debido a sus problemas financieros, viaja a Méjico, donde trabaja como traductor de italiano y francés en diversos periódicos, y nueve meses después zarpó rumbo a Cuba. Durante la primavera de 1.893, histriónico, barbado y melenudo Valle-Inclán regresó a Pontevedra, y en 1.894 publica su primer libro “Féminas (seis historias amorosas)”. A estas alturas, el joven Ramón ya ha asumido por completo su profesión como escritor. Desde entonces toda su vida gira en torno a la literatura y las artes.
En 1.895 se instala en Madrid y trabaja como funcionario en el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, y se hizo un nombre en las tertulias. Su carácter explosivo lo llevó a tener acaloradas discusiones con personalidades como Pío Baroja o Miguel de Unamuno. En 1.897 publica su segundo libro, “Epitalamio” que resulto un completo fracaso editorial, y trabajó como actor en diversas obras teatrales. Ya en 1.899 las dificultades económicas eran patentes y para sobrevivir necesitó apoyarse en sus amistades más cercanas, siendo Rubén Darío uno de los que más le ayudó. En verano de ese año, en el Café de la Montaña, resultó herido en la cabeza y en el brazo tras una discusión con el escritor Manuel Bueno. La lesión en el brazo devino en una gangrena y le fue amputada su extremidad izquierda. En 1.902 publica la “Sonata de Otoño” en el semanario . En años sucesivos publica, previo adelantos en folletines de prensa, las tres sonatas restantes de las memorias del Marqués de Bradomín. En esa época ya fue reconocido como un representante destacado del Modernismo español. En 1.907 se casó con la actriz Josefa Blanco, con la que tuvo seis hijos, e iniciaron una colaboración artística de éxito, con las obras de él y la interpretación de ella, que les llevó a una gira de seis meses por sudamérica. Durante el año 1.916, durante y debido a su posición pro aliada, Valle- Inclán fue invitado por el gobierno francés a visitar varios frentes y ejerció como corresponsal de guerra para “El imparcial”. En 1.919 publica su libro de poesía “La pipa de kif y la tragicomedia de la aldea”, y en 1.920 publica en trece folletos “Divinas palabras” y “Luces de Bohemia” sus primeros en la revista “España”; “Los cuernos de Don Juan Frijolera” aparecieron en “La Pluma” en 1.921.
El propio Valle-Inclán definió que su principal motivación al crear el esperpento fue >. Probablemente, su delicado estado de salud tuvo mucha influencia en la esencia de esta creación literaria, pues necesitó una intervención quirúrgica para extraerle un tumor en la vejiga y será un padecimiento que lo acompañará hasta su muerte. A principios del verano de 1.922 el autor viajó a Méjico, invitado por el presidente Alvaro Obregón, a razón de la celebración del centenario de independencia. Después permaneció dos semanas en La Habana y otras dos en Nueva York, con agendas cargadas de actividades culturales, antes de volver a tierras gallegas, en diciembre de 1.922. A partir del año siguiente recibió múltiples homenajes en diversos medios impresos de España y América Latina y comenzó a escribir dos de sus obras maestras: “Tirano Banderas” y las series de “Ruedo Ibérico”. En 1.928 firmó un contrato con la Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP) lo que le proporcionó cierta comodidad económica, al menos de forma temporal. Pero la CIAP quebró en 1.931 y Valle quedó prácticamente en la indigencia. Aceptó, entonces, trabajar como conservador general del Tesoro Artístico Nacional, con funciones muy limitadas. Para colmo de males a finales de ese año prosperó una demanda de divorcio interpuesta por Josefina Blanco, manteniendo él la custodia de tres de sus hijos. A principios de 1.933 tuvo que ser operado nuevamente en Madrid. Unos meses después comenzó a trabajar como director de la Academia de Bellas Artes en Roma. Ya en 1.935 sus problemas con la vejiga se agravaron. Decidió volver a Galicia e intentó volver a escribir, pero ya se encontraba muy debilitado. Ramón del Valle-Inclán falleció el cinco de enero de 1.936 dejando un enorme legado que lo hizo merecedor de los innumerables homenajes realizados hasta el presente.
“Sonatas” es un ciclo de cuatro novelas breves de ambiente modernista, subtituladas . “Sonata de Primavera” fue publicada, aún siendo la primera en orden narrativo, en 1.904; “Sonata de estío” en 1.903, “Sonata de otoño”, en 1.902 y “Sonata de invierno” en 1.905. La obra constituyen unas memorias amorosas evocadas por el anciano y nostálgico marqués de Bradomín y cada una de ellas se corresponde a un estado de ánimo, con la edad del protagonista, la estación del año y el marco geográfico. La “Sonata de primavera” está localizada en Italia y es la juventud y la arrogante lozanía. La “Sonata de estío” transcurre en Méjico, plenitud y fiebre derramada. La “Sonata de otoño ” refleja la añoranza y tristeza de Galicia. La “Sonata de invierno” transcurre en Navarra y es la senectud y ruina inevitables. Las cuatro narraciones se adaptan al ambiente en que se desarrollan y a la edad de las respectivas amadas, pero a la vez da forma cada una de ellas a las aventuras de un pequeño mundo con vida propia. El singular protagonista, un don Juan pero también un hombre frío, cínico y egoísta, se considera hijo espiritual de Casanova, y discípulo de Ovidio y su “Ars amandi”, y narra en primera persona más sus aventuras que sus conquistas, pues no son estas grandes éxitos según la tradición del .
En “Sonata de primavera” el marqués de Bradomín, Xavier, guardia noble de su Santidad, con veinte años, es designado para llevar el capelo cardenalicio al obispo de Betulia. Descubre a este agonizante en el suntuoso palacio de su hermana, la princesa Gaetani, en la ciudad de Ligura. Es la armoniosa Italia, artística y ajardinada, anterior a la unificación del país. Concibe allí, con morboso y sacrílego propósito, una pasión arrebatada por su primera víctima amorosa: María Rosario de veinte años, hija mayor de la princesa y dispuesta a profesar en un convento. Lo inapropiado de su deseo lo incrementa aún más. La prenovicia, en conflicto entre religiosidad mística y pasión amorosa, evita los acosos de un audaz seductor que goza mortificando sin piedad su candidez y que entra una noche por su ventana. La joven se desmaya al verlo y creerá luego que ha tenido un mal sueño. La princesa y el mayordomo, conscientes de lo que sucede, intentan deshacerse del inesperado galán. En un diálogo apasionado entre Bradomín y María Rosario, lance amoroso que presencia la hermana de cinco años, María Nieves, cae esta jovencísima e inocente criatura fortuitamente por la ventana y se mata. La tragedia está acuciada por el poder diabólico del marqués. Aunque la seducción de una joven ignorante de las malicias del mundo había de ser fácil para un hombre maduro y experimentado, la aventura amorosa, que no es sino el deseo de acometer una acción tan intrépida como irresponsable, no es consumada. La “Sonata de estío” relata como en su huida de un desengaño amoroso, Bradomín llega a Méjico y topa con la majestuosa figura y la plácida sonrisa de la Niña Chole, amoral protagonista unida incestuosamente a su padre, el general Bermúdez. En aquella naturaleza salvaje todo respira lujuria. Es la , dice el autor para justificarla, pero también exuberante y pintoresca en razas y comportamientos. La ambientación corresponde a mediados del siglo XIX. El amor de Bradomín se lanza desenfrenado hacia la lúbrica y bella joven. El marqués hace pasar a la Niña Chole por su mujer, pero su padre y amante la rapta. Vuelve a encontrarla danzando desnuda a orillas del lago Tixul, a la luz de las hogueras. Un desenlace reconciliador ha llevado previamente al lector por un rosario de situaciones que cuidan la libidinosidad de todas y cada una de de las anécdotas y su libertina exaltación.
“Sonata de otoño” comienza cuando el marqués de Bradomín recibe una carta de un antiguo amor platónico, Concha, , que ha sido infeliz en su matrimonio, y se pone en camino para visitarla. Su mayordomo lo lleva hasta la casa, el melancólico y señorial palacio de Brandeso, donde sigue vivo el pasado glorioso. Es el paisaje de la lánguida y otoñal Galicia. Bradomín es recibido con honores y habla a todas horas con ella. Tiene la mujer treinta y un años y está gravemente enferma. A veces pasean por el jardín y recuerdan tiempos pasados. Al marqués le atrae la pálida figura de Concha, incluso aún mas que en su época de lozanía. Los recelos de la enferma no impiden que se entreguen a los ardores amorosos. Se anuncia la llegada de Isabel Bendaña, prima de Concha, con las hijas de ésta. El marqués sale del palacio para evitar la presencia directa con los hijos de Concha. El marqués se recoge en su habitación y durante la noche va Concha a visitarlo y la muerte la sorprende allí, desnuda en la cama del seductor: >. Sale el marqués en busca de Isabel, la prima de Concha, para ponerla en aviso, pero una vez en la habitación de la joven lo interpreta ésta como aventura nocturna y Bradomín silenciando la muerte, aprovecha el momento para la seducción. Vuelve después y transporta el cuerpo de la difunta por las estancias y pasillos del palacio hasta depositarla en su alcoba. A la mañana siguiente, cuando los hijos, como un juego, van a darle un susto a su madre, él, que debe fingir que ignora la tragedia, no se atreve a detenerlos y dice: >. En la “Sonata de invierno” el amor aún joven y ardiente del marqués se extingue lentamente como el espíritu combativo de la última guerra carlista en que está ambientada, en detrimento del preciosismo ornamental de las anteriores. Y revive desde el recuerdo el amor de la envejecida condesa María Antonieta y también vive apasionado por todo lo que de bárbaro y glorioso hay en la guerra, en cuyo ambiente es un personaje ilustre y respetado que goza de la confianza real porque ha luchado por la causa. En Estella, donde está la corte de Carlos VII, participa en una escaramuza. En un lance de batalla, al cruzar un rio cuando intentaba huir, es herido en el brazo izquierdo. Sufre impávido la la amputación (nótese aquí el cariz autobiográfico). La muchacha que lo cuida, Maximina, y de quién se enamora y es correspondido, y a quién besa, resulta ser su hija. La joven que se descubre enamorada de su propio padre, se suicida y Bradomín se despide del amor.
Las estaciones se acomodan a los ciclos de la pasión erótica. Para la “Sonata de primavera”, una jovencísima no iniciada que está a punto de tomar los hábitos; En la “Sonata de estío”, el ambiente tropical, exultante y mórbido destruye todos los principios éticos y barreras sociales en nombre del instinto y a favor de una criolla a cuya pasión y servicio se doblegan los detalles ambientales. Para la “Sonata de otoño”, la evocación idealizante del paisaje gallego en prosa tierna y cálida que sirva para arropar los últimos días de una tísica agonizante que no inspira en el marqués la esperada piedad, sino libidinoso deseo; y, por último, en “Sonata de invierno” la tierna pasión se ve sesgada por la relación incestuosa y luego castigada con una muerte, la de ella, de la que aún sale victorioso el propio marqués. Situaciones escabrosas todas, de los amores primaverales a los otoñales, hábilmente encubiertas por el autor con una fina capa de exquisiteces y con una excepcional capacidad para contarnos la perversión y la inmoralidad en el refinado ambiente del mundo que recrea, y llevarnos a través de la estética de las imágenes y de una sugerente ductilidad que tanto atrae y cautiva al lector hacia muy cuidados desenlaces. El protagonista mira sus perversas aventuras y las evoca desde la lejanía de la vejez. Es un personaje reflexivo y decadente que se recrea, con la grave consideración del paso del tiempo, en sus aventuras remotas, y se jacta de haber cometido toda clase de pecados. Valle-Inclán busca escandalizarnos mediante el enfrentamiento de los valores morales, mediante la fusión de lo religioso y la fascinación que siente el marqués por su transgresión, por lo irreverente y sacrílego, mediante el gusto aristocrático, gusto modernista por los interiores sugestivos, jardines de ensueño, ambientes refinados, lujo ornamental y bellísimo paisaje natural al servicio de la acción, del goce del amor en su más profunda intensidad. Y para que este goce no quede inmune en su áurea de voluptuosidad, la muerte acecha junto a él, la misma que aguarda al viejo marqués, pero también con macabra presencia de lances amorosos junto a funerales, lechos mortuorios, fallecimientos repentinos y masacre de un marino en las fauces de los tiburones mientras la criolla y libidinosa Niña Chole se complace en ella, y muerte y otros desastres en los escenarios de la guerra carlista.
“Las sonatas” son la obra de un autor que se inicia, y sin embargo pocas veces un joven escritor consigue acumular tantos elogios en los albores de su obra literaria como lo prueban las reediciones y los estudios que desde su aparición han suscitado.
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