“No escojas sólo una parte
tómame como me doy,
entero y tal como soy,
no vayas a equivocarte….”
de la canción “sinceramente tuyo” Joan Manuel Serrat, 1983.
Margarita Rivière Martí, nació en Barcelona en 1944 y falleció en esa misma ciudad en 2015. Fue periodista y escritora, autora de miles de artículos periodísticos y entrevistas y una treintena de libros. Destacó por su carácter progresista y feminista en los años de la Transición y fue una de las primeras mujeres que ejerció el periodismo en España. Sus primeros trabajos periodísticos fueron en el mundo de la moda como corresponsal en España de la revista “Marie Claire”. Posteriormente fue jefa de sección de Cultura en el “Diario de Barcelona” hasta 1978 y jefa de la misma sección en “El Periódico de Catalunya” hasta 1984. De 1988 a 1992 fue directora de la agencia EFE en Cataluña. El primer libro que publicó, en el año 1977, junto al ginecólogo Santiago Dexeus, fue el primer manual de anticonceptivos que hubo en España, cuando aún el Código Penal prohibía divulgar los anticonceptivos, aunque si consumirlos y venderlos. Margarita Rivière tuvo una larga trayectoria profesional, donde entrevistó a numerosas personalidades y sus artículos se publicaron en “El País”, “El Periódico” y “La Vanguardia”.
Margarita Rivière publicó esta obra en el año 1998, editada por el Grupo Santillana de Ediciones y Ediciones El País. Puede parecer que se haya quedado muy anticuada ( Serrat a seguido y sigue dando guerra desde entonces), pero es una obra muy documentada, seria y rigurosa y que explica, de una manera amena y bien ejecutada la trayectoria vital y artística del gran Joan Manuel Serrat. Voy a leer parte de la introducción de este libro, pues en ella se define con claridad la intención y el modo en este fue escrito: << Este libro no es sólo para esos miles de fans que ya creen saberlo todo, o casi todo, sobre Joan Manuel. Tampoco pretende ser una biografía del artista, aunque su experiencia como ser humano y como creador está en la base de estas páginas. Este es un libro que toma la música y la palabra del cantautor como testimonio de una época, y de una historia oculta, íntima y compartida, de nuestros sentimientos ante lo sucedido en todos estos años. Este es un libro sobre el legado de Serrat como testigo fiel, incómodo, sincero y lúcido, de las cosas que han sucedido a la gente de esta época. Este libro trata de la fuerza de esta gente y de cómo ha respondido a los retos planteados. Serrat ha estado presente, ha participado en esta aventura y lo explica con sus canciones; él es un trovador de ahora mismo, un cronista del latir de su época……
Si miramos detenidamente a este medio siglo veremos que, probablemente, la música popular, en general, ha sido mucho mejor que cualquier otra cosa. Si ponemos la lupa a los acontecimientos de los hombres y rebuscamos entre los cientos de miles de músicas y canciones llegaremos a la conclusión de que algunas de ellas ha hecho de lo ocurrido un retrato tan ajustado que da escalofríos. Las canciones de Serrat son un verdadero hilo conductor del desarrollo de nuestra peripecia colectiva y también un relato de los sentimientos que nos han movido>>. Y es que este libro habla de nosotros, de lo que podríamos llamar la << generación Serrat>>, pero también de los hijos y hasta los nietos de esa generación, a través de las canciones que nos han retratado. Es decir, un retrato de nuestra diversidad, de nuestra perplejidad, de nuestra pasión,de nuestro desconcierto, de nuestro escepticismo, de nuestros descubrimientos, de nuestros asombros, de nuestros paisajes y, en fin, de esa epopeya íntima que es la vida, la vida individual que no existiría sin su encaje en la vida colectiva. “ La vida es cosa de valientes”, canta Serrat en “Aixó s´está ensorrant” (Esto se está hundiendo). Pues eso, el valor de vivir, es el resumen de esa aventura a lo largo del tiempo: años que van de la adolescencia a la madurez y que reflejan milagrosamente y mejor que nada unas canciones; ese es el valor de la obra serratiana: una definición ajustada de la historia íntima, llena de luchas entre el sentimiento y el cerebro, de la historia profunda de unos seres humanos, asombrados y extasiados ante la amplitud infinita de la realidad que nos tocó vivir>>.
El libro de Margarita Rivière está hecho explicando esta historia colectiva que va desde los orígenes de los años cincuenta y el despertar de la conciencia de vivir de los años sesenta, nuestra etapa adolescente hecha de sueños y deseos expresada magníficamente en “Ara que tinc vint anys”, hasta la madurez del ahora mismo. La madurez que pretende entender este presente, el hoy, en el que nos damos cuenta de que “Nadie es perfecto” y en que percibimos que nos rodean las “Sombras de la China”, verdadero homenaje a la inquietante complejidad de lo que nos rodea. Entre el despertar y el entender, todo un tiempo de aprendizaje, de vivir, abriendo bien los ojos para contemplar a “Cada loco con su tema” y darse cuenta de que “El sur también existe”. Lo personal y lo colectivo se cruzan y entrecruzan hasta componer una verdadera unidad. Para desentrañarla la autora ha trabajado el texto como si existieran tres círculos concéntricos: el más amplio del <<mundo>>, nuestro mundo, que ha pasado en los últimos cincuenta años del pasado siglo, de creer en el progreso a plantearse el fin de la historia, de la guerra fría al pensamiento único, del prometedor horizonte del consumo al de ser un planeta amenazado por la cultura del exceso y el exceso de desigualdades. Por ello, y para situarnos en este paisaje, la autora incluye datos sobre las circunstancias políticas, sociales y culturales globales y sus sucesivos cambios. Porque todos ellos, de una u otra forma, están reflejados en esta historia de todos que Serrat nos ha contado en sus canciones.
Un segundo círculo concéntrico, inserto en el anterior, estaría en las circunstancias que rodea lo estrictamente hispano, y más concretamente la realidad española en la que se desarrolla esta historia. Y es que desde los años cincuenta hasta este momento, finales de siglo, han sucedido muchas cosas decisivas. Los españoles hemos pasado de la dictadura a la democracia. Pero venir de la oscuridad política ha marcado decisivamente nuestra realidad y nuestras vidas: se esperaba tanto de la democracia; se esperaban esos milagros con que sueñan todos los jóvenes. Nos hicimos mayores en el descubrimiento de que no había milagros y así resultó que casi nada fue lo que nos creímos que iba a ser. Serrat ha retratado todo esto con la magia de la delicadeza, la ironía y el amor a la vida. Y por último, el tercer círculo es el de esa intimidad de la historia compartida de los sentimientos, frente a lo que el mundo nos trae y nosotros recogemos y transformamos. Este último círculo, según la autora, es el más subterráneo, misterioso y etéreo, pero Serrat ha dibujado con precisión lo más incomprensible de la vida. Porqué eso es lo que hacen los artistas: en esos sentimientos misteriosos estamos todos y cada uno de nosotros.
Pero hay más, nos dice Margarita Rivière, ya que el mundo serratiano es muy rico. No es sólo una historia común que empezó hace décadas, sino un paisaje, unos tipos, unas chicas y unos chicos, y una manera de relacionarnos los unos con los otros. La autora ha trabajado con las casi 245 canciones compuestas por Joan Manuel Serrat entre 1965 y 1998 y son un verdadero álbum de cromos de todo lo que merece la pena recordar de esa etapa. Para navegar por estas canciones, más de la mitad en castellano y el resto en catalán (sin contar las de su homenaje a la <<nova canço>> catalana de su álbum “D´un temps d´un pais”, en el que musicaba e interpretaba a una generación brillante de cantautores catalanes), la autora ha tenido que organizarlas por grupos de afinidades temáticas, que suman en total, diez apartados: Chicas, Memoria, Tipos humanos, Paisaje, Amor, Política y compromiso, Viaje, Muerte, Vida y un brevísimo capítulo de canciones inclasificables. Además el lector encontrará al final del libro la clasificación completa a modo de guía de esta amplísima obra que, pese a su notoriedad popular, resulta en buena parte algo aún por descubrir, como es el caso de muchas de sus canciones de compromiso o sus muy interesantes canciones englobadas en el apartado <<Vida>>. Estas, pese al carácter indudablemente autobiográfico de casi toda la obra de Serrat, lo son en un grado muy específico, hasta el punto en que son verdaderas canciones de la experiencia, ya que resumen el aprendizaje vital del artista, aunque lo más probable es que no haya sido esa su intención al escribirlas: simplemente le salían del alma.
El recorrido por estos grupos de canciones es, casi, una declaración de principios. Están las Chicas a las que Serrat canta: ellas esconden, a la vez, una historia sentimental de toda una generación y su evolución. Y es que no es lo mismo “Penélope” que “La mujer que yo quiero”, o el retrato de una cita clandestina en “La hora del timbre”. Serrat ha mirado y amado a las mujeres, por eso ha podido ponerse también, y no pocas veces, en su lugar. También está el itinerario de la Memoria, ese territorio que Serrat ha utilizado como homenaje a la ternura y lo sensible que permanece a lo largo del tiempo: recuerdos, olores, imágenes de la niñez y la adolescencia que marcan definitivamente una vida. En la trayectoria serratiana la memoria ocupa un lugar importante y aparece desde el principio hasta el final en todos sus trabajos. Serrat encarna, también, al hombre que recuerda y que tiene presente lo aprendido en el pasado. Y siguiendo con esa clasificación que hace Margarita Riviére, las canciones sobre Tipos humanos, variadísimos, son todo un muestrario de agudeza en la observación de la pluralidad de los individuos y un despliegue de amor hacia los más desvalidos. Serrat ha retratado como nadie el desamparo humano y, al mismo tiempo, ha descrito implacablemente la prepotencia y la estupidez del poder. En sus Paisajes, la sensibilidad de Serrat ha construido un territorio emotivo, común entre latinos, mediterráneos , hispanos, que es un verdadero mensaje cultural para el mundo. En ese mensaje está, desde el principio, como corresponde a alguien de su generación, una específica sensibilidad, que hoy llamaríamos ecologista, sobre la naturaleza.
Asimismo, como señala la autora de este libro, las canciones de Amor de Serrat son otros tantos poemas sobre el delirio y el desgarro de ese sentimiento misterioso que puede ofrecer tanto placer como dolor. En los textos sobre el amor se encierra una compleja panorámica de la evolución de las complejas relaciones de la pareja en nuestra época, con sus altos y bajos, sus claroscuros, sus excesos y sus temores ocultos. También hay un Serrat que canta a la Política y el Compromiso de una forma nada convencional, a su manera, que es directa, sencilla y que cualquiera puede entender a la primera, lo que le hizo ser un verdadero vanguardista, a veces incomprendido, en el terreno de la denuncia de atropellos de todo tipo. Esas canciones encierran, en ellas mismas, los más importantes problemas de nuestra época. Y, en fin, hay un bloque de canciones que entienden la vida como un Viaje a lo largo del cual todos nos encontramos con la muerte. En estos textos de viaje de la vida se expresa la experiencia serratiana más profunda y personal.
Así la autora de este libro ha utilizado todos estos referentes de una u otra forma en este libro, como descripción básica del sentir colectivo de esos cincuenta años, pero la obra está muy lejos de pretender ser un análisis de la riquísima creación serratiana, cosa que queda por hacer todavía, entre otras razones porque Joan Manuel ha seguido produciendo y peleando por expresar lo que percibe en nuestro mundo. También Margarita Riviére ha hablado con Serrat, aunque menos de lo que hubiera querido, según confiesa, pero lo suficiente para tener claves sobre su propia actitud ante lo que ha sido y lo que ha movido su trabajo. “Nunca he intentado ser trascendente”, le insistió el autor, en una de sus conversaciones. Su personalidad abierta, una verdadera esponja que capta lo que le rodea, es la clave de todo. Un amigo de Serrat le comenta que <<Serrat es como un caballo de pura raza que percibe el más mínimo movimiento y reacciona al instante con una capacidad doble: de adaptación y de distancia>>. Otro amigo, señala la autora, describió esa sensibilidad serratiana a flor de piel como camaleónica en el sentido de situarse en el lugar del otro, de lo otro, para percibirlo con mayor intensidad, como si fuera un Zelig>>. La escritora y periodista observa durante un tiempo sobre esta capacidad y concluye que no se adapta al otro para defenderse a sí mismo, como Zelig, sino por afecto, para aproximarse a los demás y, digamos, vivir con ellos.
Y es que Serrat, como hombre del pueblo, ha sido fiel a sus orígenes, pero gracias a esa especial sensibilidad, que es la propia de los verdaderos artistas, jamás se ha dejado llevar por el sectarismo y da la impresión que ha valorado, ante todo, a las personas por su cualidad de seres humanos. Por todo ello, dice la autora, su obra es realmente interclasista, universal, compleja y precursora, de lo que hoy algunos cursis han dado en llamar <<transversalidad>>, es decir, esa capacidad de entendimiento humano por encima de las circunstancias políticas, culturales y sociales que nos rodean. El territorio de Serrat es un lugar del que sólo están excluidos los intolerantes, los zafios y los incapaces de valorar las debilidades y los esfuerzos humanos. Y es que Serrat, aunque él dice que ha tenido mucha suerte, se ha esforzado con denuedo en la búsqueda por entenderse a sí mismo a través de los demás y del mundo en el que vive. Serrat es un verdadero hijo del siglo, por eso ha podido retratarlo con tanta precisión.
Para finalizar, transcribo las palabras de Margarita Rivière, después de agradecer a Serrat su ayuda para la elaboración de su libro: << He procurado no sacar más conclusiones que las imprescindibles para seguir el hilo de los acontecimientos y prefiero que, en cualquier caso, el lector saque las suyas con el material que aquí se aporta. Al trabajar esta etapa de nuestra historia me he encontrado con que todo lo que nos ha pasado es apasionante, mucho más que una buena novela y, en cierto sentido, he procurado que el libro pudiera leerse así, como una historia vivida a la manera clásica: con planteamiento, nudo y desenlace. La gran diferencia con una novela es que aquí la realidad ha mandado sobre la fantasía y que, en cualquier caso, no hay desenlace posible ya que lo estamos construyendo ahora mismo. Esta es pues, también, la historia de una generación, de su herencia y de cómo nos hemos preparado para lo que va a suceder…..mañana.>>