“Llegué a olvidar realmente que era mi rostro el que veía en el espejo. Volvía el espejo del revés al terminar el ensayo, y cuando más tarde, en el transcurso del día, miraba al pasar frente a un espejo me asustaba: había un sujeto desconocido en mi cuarto de baño, encima del lavabo, un sujeto que yo no sabía si era cómico o serio, un espectro lívido y narigudo, y corría, tan aprisa como podía, en busca de Marie, para verme en su cara. Desde que se marchó, ya no he podido hacer ejercicios faciales; tengo miedo de volverme loco.”
OPINIONES DE UN PAYASO, de Heinrich Böll.
La novela, titulada “Opiniones de un payaso”, fue publicada en 1.963, y es, en términos generales, la historia de un desencanto. Su autor, Heinrich Böll, nació en Colonia el 21 de Diciembre de 1.917. En el verano de 1.939 comenzó a servir en el ejército alemán hasta el final de la guerra, en 1.945. Durante unos meses fue prisionero en un campo estadounidense en Francia, pero en ese mismo año volvió a Colonia, donde estudió lengua y literatura alemana, al tiempo que trabajaba como ebanista. En 1.947 comenzó a publicar en prensa y a escribir dramas radiofónicos para, desde el 51, dedicarse únicamente a la escritura y la traducción.
Junto a Günter Grass, Siegfried Lenz y Uwe Johnson, Heinrich Böll es considerado uno de los mejores narradores alemanes de la postguerra. En sus relatos expresó el desasosiego de una sociedad marcada por la incomprensión y fanatizada por el peso de las ideologías y el moralismo.
Hans Schnier, nuestro protagonista, está acabado: es un payaso de 27 años arruinado profesional, física, económica y emocionalmente, que nos cuenta en primera persona los motivos de su decadencia, que podríamos resumir en uno: su incapacidad para aceptar las reglas del juego que impone la doble moral política y religiosa de su entorno. La depresión Hans está provocada por el abandono de su amada, Marie, que lo deja para casarse con un católico. La novela empieza con el retorno de Hans a Bonn, su ciudad natal. Ha pasado vario años fuera de allí, ganándose la vida como payaso, lo que le ha valido un nombre dentro del panorama artístico alemán. Sin embargo, desde que Marie lo abandonó, ha perdido la ruta que posiblemente le llevaría a su consolidación como artista. La bebida, la soledad y la incomprensión han llevado a Hans a convertirse en un hombre ensimismado, que retorna una y otra vez a su pasado en busca de la respuesta para curar el desequilibrio que ahora experimenta. Pero él conoce la respuesta; es Marie, su primer y único amor.
En el relato, Hans nos habla de su monogamia, de su capacidad surrealista de percibir olores a través del teléfono, y sobre todo, del rencor contra su familia.
Su padre es un magnate de la industria que nunca se ocupó de sus hijos y su madre una mujer de estricta moral, dedicada a sus quehaceres filantrópicos, que nunca dio a sus hijos muestras de cariño ni amparo.
Un acontecimiento que tuvo lugar durante la guerra, cuando Hans, su hermano Leo y su hermana Henriette eran unos chiquillos, fue el desencadenante del profundo odio que Hans sentía por sus padres. Henriette fue enviada a alistarse en una organización juvenil nazi; murió y nunca se supo ni donde estaba enterrada. Hans, que sentía un profundo amor por su hermana, no supo, ni quiso, perdonar nunca a los que consideraba culpables de la muerte de su querida hermana.
Hans Schnier, el payaso protagonista de la novela, hace un recuento de su vida, de sus conflictos familiares y de sus sentimientos. Además el relato constituye una crítica feroz de la sociedad en la que vive; la guerra, el nazismo y el riguroso círculo católico que siempre censuró sus actos y su forma de ver el mundo. El autor recurre a un individuo que se revela como un antihéroe; no forma parte de la mayoría de alemanes que buscan el restablecimiento económico; renuncia a cualquier modo de vida fuera del que le procura Marie; se sabe imposibilitado ante el mundo para comunicarse, según las normas establecidas, con su familia y demás personas de su entorno, y reduce su vida y su carrera a una maraña de cuestiones artísticas.
La figura dibujada por Heinrich Bóll es, ante todo, irónica. Si en la tradición el payaso es el hombre que nos hacer reír con sus ocurrencias, en esta novela, sirve para enunciar una realidad especialmente triste.
La religión católica, Böll era católico profundo y militante, fue duramente criticada en casi toda la obra del autor; mejor dicho, la institución eclesiástica, por su hipocresía y su alineamiento con el poder establecido; era así mismo un firme defensor de las minorías y de los valores humanos. Su escritura está marcada por su experiencia como soldado y por la reconstrucción de Alemania tras la guerra. Además denuncia a toda una sociedad cómplice del nazismo, que a raíz de su caída, se oculta vergonzosamente tras aparatosas manifestaciones de civismo democrático.
En fin, amigos, espero haberos interesado por la obra y que ese interés os haga leerla. Os aseguro que para mí fue toda una revelación, por su calidad y por la inmensa capacidad que posee de emocionar.