Menu

Nada más que libros – Los Miserables (Victor Hugo)

22 diciembre, 2022 - Literatura
Nada más que libros – Los Miserables (Victor Hugo)

Sharing is caring!

“Las ciudades, como las selvas, tienen sus antros donde se oculta todo lo que aquéllas tienen de más malo y más temible. Solamente que en las ciudades, lo que se oculta así es feroz, inmundo y pequeño, es decir: feo; en las selvas lo que se oculta es feroz, salvaje y grande, es decir: hermoso. Madrigueras por madrigueras, las de las bestias son preferibles a las de los hombres. Las cavernas valen más que las zahurdas. Lo que Marius veía era una zahurda.

Fragmento de ‘Los Miserables’


CARTEL NMQL-Victor Hugo-cuadro

El poeta, dramaturgo y novelista, entre otras cosas, Victor Hugo, nació en Besançon en el año 1802 y es considerado el máximo exponente del Romanticismo en Francia ( y en el resto del mundo , según muchos). Su infancia transcurrió en su ciudad natal, salvo los años 1811 y 1812, donde residió con su familia en Madrid, donde su padre había sido nombrado comandante general. De temprana vocación literaria, ya en 1816, con catorce años, escribió en su cuaderno escolar: << quiero ser Chateaubriand o nada >>. En el año 1819 destacó en los Juegos Florales de Tolouse y fundó la revista “Le Conservateur littéraire”, junto con sus hermanos Abel y Eugéne, pero su verdadera introducción en el mundo literario se produjo en 1822, con su primera obra poética “Odas y poesías diversas”. En el prefacio de su drama “Cromwell” de 1827, rechazó las reglas del teatro neoclásico, proclamó el principio de la <<libertad en el arte>> y definió su tiempo a partir del conflicto entre la tendencia espiritual y el apresamiento en lo carnal del hombre; considerado el manifiesto fundacional del teatro romántico, el texto situó a Víctor Hugo como cabeza del movimiento, y su casa se convirtió en la sede del cenáculo romántico.

Desde esa nueva posición como jefe de filas del Romanticismo, y secundado por figuras como Alphonse de Lamartine, Alfred de Musset, Charles Nodier o Alfred de Vigny, el virtuosismo poético de Victor Hugo se puso de manifiesto en “Las Orientales” de 1829, que satisfizo el gusto de sus contemporáneos por el exotismo oriental. La censura de su drama en cinco actos “Marion Delorme” retrasó su aparición en la escena teatral hasta el estreno de “Hernani” en 1830, obra maestra que triunfó en la Comédie Française. La representación de este drama constituyó un auténtico escándalo, pero significó también la victoria de la joven guardia romántica sobre el viejo clasicismo y marcó un hito en la literatura por su ruptura con las rígidas normas de la tragedia francesa. A partir de 1830 el autor inició una fase de singular fecundidad literaria, en la cual destacaron, además de distintos libros de poesía, su primera gran novela, “Nuestra Señora de París”, y el drama “Ruy Blas”. En 1841 ingresó en la Academia Francesa, pero, desanimado por el rotundo fracaso de “Los burgraves”, abandonó el teatro en 1843. La muerte de su hija Léopoldine, acaecida mientras él estaba de viaje, sumada al desengaño por la traición de su esposa con su amigo Sainte-Beuve, lo sumieron en una honda crisis.

A partir de entonces, Victor Hugo se entregó a una actividad política cada vez más intensa, y en 1845 fue nombrado par de Francia. Pese a presentarse a las elecciones de 1848 en apoyo de la candidatura de Napoleón III Bonaparte, sus discursos sobre la miseria, los asuntos de Roma y la ley Falloux (sobre la reforma de la educación) anticiparon su ruptura con el Partido Conservador. El 17 de julio de 1851 denunció las ambiciones dictatoriales de Napoleón III y, tras el golpe de estado, huyó a Bélgica. Si bien es cierto que no publicó ninguna obra entre 1843 y 1851, en esos años concibió la novela “Los miserables” y compuso numerosos poemas que aparecieron posteriormente. En 1852 el escritor se instaló, con su familia, en Jersey (Reino Unido), de donde pasó cuatro años después a Guernesey. Allí permaneció, en su propiedad de Hauteville-House, hasta 1870. Republicano convencido, denunció sin tregua los vicios del régimen conservador de su país y en 1859 rechazó la amnistía que le ofreció Napoleón III. De ese exilio de veinte años nacieron “Los castigos”, brillante sarta de poesías satíricas; la trilogía de “El fin de Satán”, “Dios” y “La leyenda de los siglos”, ejemplo de poesía filosófica en la que traza el camino de la humanidad hacia la verdad y el bien, desde la época bíblica hasta su tiempo; y su novela “Los miserables” la gran obra en la que denuncia la situación de las clases más humildes.

De vuelta a París en 1870, tras la caída de Napoleón III, Victor Hugo fue aclamado públicamente y elegido diputado de la Asamblea Nacional Francesa. Fue derrotado en los comicios siguientes, pero en 1876 obtuvo el escaño de senador de París, posición desde la que defendió la amnistía de los partidarios de la Comuna. Sin embargo, desengañado de la política, regresó a Hauteville-House. Mientras tanto el ritmo de su producción literaria disminuía, pero su prestigio se acrecentaba sin cesar: un banquete conmemoró el quincuagésimo aniversario de “Hernani”; en 1881, su cumpleaños fue celebrado oficialmente y los senadores, en la tribuna, se levantaron sin excepción en su honor. A su muerte, el 22 de mayo de 1885, a los 83 años de edad, el gobierno francés decretó un día de luto nacional y sus restos fueron trasladados al Panteón de París. Considerado como uno de los mayores poetas franceses, su influencia posterior sobre Baudelaire, Rimbaud e incluso Mallarmé y los surrealistas es innegable.

Líder de la escuela romántica, <<eco sonoro>> de un siglo al que abarca, no sólo con su vida (1802-1885) sino también con la magnitud de su obra, Victor Hugo termina desde el exilio una novela cuya gestación venía de muchos años atrás y cuyo título se queda en “Los miserables”. Consigue con esta obra un objetivo de juventud, una novela que fuese a la vez drama y epopeya, que uniese a Walter Scott y a Homero. Para tal obra llevaba ya Hugo doce años documentándose cuando en 1845 comienza su redacción, que se prolongaría hasta 1862 por la interrupción de los acontecimientos de 1848 (oleada revolucionaria que acabó con la Europa de la Restauración, o sea del predominio del absolutismo en el continente) en los que el escritor, cumpliendo con su misión, participa. En efecto, el autor, siguiendo su lema <<el arte por el progreso>>, es un escritor comprometido, pudiendo observarse una evolución en su pensamiento a lo largo de las diferentes etapas de su vida.

“Los miserables” ocupan un lugar privilegiado en la historia de la literatura francesa y universal además de en la producción novelística de su autor. Se trata de una obra de madurez que viene a resumir las tendencias de sus novelas anteriores. Novela negra, novela histórica y, también novela filosófica. En “El último día de un condenado” de 1829 se manifestaba ya Victor Hugo en defensa de la abolición de la pena de muerte y de la monarquía autoritaria. Esta obra, por los demás, refleja un momento importante de la evolución política y social de su pensamiento, reemplazando entonces Hugo el ideal monárquico por el liberalismo humanitario. Por ese su afán de documentación acababa de asistir a varias ejecuciones, había visitado los penales de Brest y Toulon y se familiarizó con la psicología del recluso condenado a muerte leyendo las “Memorias” de Vidocq, el famoso detective y escritor, creador de los sistemas de seguridad pública modernos. Concibe entonces al que será el personaje central de “Los miserables”, Jean Valjean.
Producto de la observación tanto como de la imaginación, la obra alcanza un gran éxito desde el momento de su publicación en 1862, pese a no estar totalmente en la línea de la literatura del momento, el realismo literario, dedicado a sus estudios psicológicos y sociales. Flaubert, Zola y los Goncourt muestran sus reservas ante una obra que rebosaba fantasía, colorido e imaginación. El novelista-poeta evoca en su obra el medio real, pone en escena clases sociales, tipos humanos, encuentra la lengua y el espíritu de su condición, pero siempre con el fin de dar crédito a una historia romántica. “Los miserables” supone la síntesis de la novela social y popular de esos años de mediados de siglo, constituyendo una epopeya humanitaria en la que importan más los valores espirituales que las realidades materiales. Es la <<epopeya de la conciencia humana pasando del mal al bien, de la sombra a la luz….de la nada a Dios>>.
Por tanto, “Los miserables” se puede considerar como la novela romántica por excelencia en la que se alían lo romancesco y lo simbólico, lo concreto y lo abstracto y constituye, pues, una obra original que realiza la función de tres elementos separados hasta entonces en la novelística anterior: lo lírico, lo épico y lo filosófico. En ella Victor Hugo integró su visión poética con su genio dramático y le confirió, además, un tono reflexivo desde el que dio expresión a sus ideas sociales y políticas. Por que el autor de “Los miserables” jamás abdicó de los ideales de 1848, y siempre se mostró partidario de una república universal. Para él esta forma de gobierno era como la prefiguración que la armonía general que la Humanidad, liberada de las injusticias sociales, debía alcanzar algún día. Así, con sus dos obras “El último día de un condenado” y “Claude Gueux”, Victor Hugo demuestra su inclinación por el progreso social y por el apostolado de la fraternidad humana, que le llevarían a la realización de “Los miserables.

La arquitectura de estas obras resulta muy compleja. El autor lleva simultáneamente las riendas de varias intrigas alternando narración, análisis y escenificación, influido por la novela dramática de Walter Scott. Influido también por esa preocupación, en este caso heredada por la novela negra, de mantener vivo el interés el lector, para lo cual no faltan esos golpes de teatro tan del gusto de la novela-folletín y del drama romántico; persecuciones, huidas y desapariciones fortuitas confieren a la obra, a nivel anecdótico, aspecto de novela policíaca o novela de aventuras. El autor hace progresar en la novela cinco intrigas: la historia de un santo (Bienvenu Myriel), la de un hombre (Jean Valjean), la de una mujer (Fantine), la de una muñeca (Cosette), y la de Marius, que recuerda en muchos aspectos al joven Victor Hugo. De las cinco partes de que consta la obra, la cuarta supone la confluencia de todas las intrigas. Capítulos de acción se alternan con capítulos de análisis, lo que proporciona a la obra la dimensión épica del mundo a la vez que del alma. Contrapunto a esa acción exterior son esos capítulos en los que el lector penetra en los conflictos internos de los personajes, como esa terrible lucha que sostiene Jean Valjean consigo mismo al ver a un inocente condenado en su lugar, o, también la evolución política de Marius.

La acción transcurre según una cronología coherente, que se reparte desigualmente a lo largo de las cinco partes: <<Fantine>> nos lleva desde 1815 hasta 1823; <<Cosette>> comienza con la descripción de la batalla de Waterloo en 1815, para dar un salto a 1823; <<Marius>> nos lleva desde 1827 a 1832 con vueltas al pasado de 1817. La acción está, pues, lejos de progresar según una línea temporal uniforme, condicionada por la presentación de intrigas simultáneas. La aparición del pasado en ese presente confiere a la novela la impresión de vida y realidad al tiempo que prefigura la técnica del <<flasback>> tan utilizada en la novela moderna. Y junto a la concreción temporal, la espacial. A través de una poesía sugestiva que da vida a los decorados, Hugo nos muestra Montfermeuil, Montreuil-sur-mer, Toulon, Waterloo y su querido París. El <<Jardin des Feullantines>> donde se esconden Jean Valjean y Cosette es aquel en el que el autor había pasado tantas horas de su infancia.

En “Los miserables” se traza un vastísimo fresco social. Desde curas, jueces, policías, ricos depravados y pobres sublimes hasta estudiantes famélicos, mujeres perdidas y fuera de la ley. Los bajos fondos de la ciudad habían sido pintados ya en novelas anteriores como “Los misterios de París” de Eugéne Sue o en “La Comedia Humana” de Balzac, que presenta ya el personaje del recluso a través de Vautrin. Mediante el Jean Valjean de “Los miserables” se planteará el conflicto entre conciencia y justicia social, encarnada esta última en Javert. Ambos forman parte de una serie de personajes antitéticos cuyo valor simbólico es evidente. Seres de crimen y de vicio como los Thénardier contrastan con los de caridad como Myriel, y viene a ilustrar esa idea maniquea y contrastada del mundo de la que ha hecho gala siempre Hugo. Si bien la novela constituye una terrible denuncia de los grandes problemas del siglo, también va a suponer un halo de esperanza con esas tres promesas que enuncia el antiguo convicto: <<el final de la prostitución de la mujer, el final de la esclavitud para el hombre y el final de la noche para el niño>>. Se trata, pues, de impedir la degradación física y espiritual de esos seres puros e inocentes como Fantine, uno de los personajes más tiernos y deliciosos de toda la obra.

Y es que Fantine que tiene el germen de muchos de los personajes de Zola, se hace prostituta obligada por las estructuras sociales. Su sacrificio por Cosette la redime, lo mismo que ocurre con Jean Valjean, personaje que encarna el mito de Satán-Cristo. Se trata de unas almas que luchan por desembarazarse del peso del pecado, por ascender a la luz y purificarse. “Los miserables” alcanzó un éxito extraordinario entre lectores de distintas capas sociales, que se identificaron con las denuncias de la injusticia social que la novela proponía. La popularidad de Victor Hugo fue a partir de entonces enorme, no unicamente en Francia, sino también en el extranjero, pues la novela fue pronto traducida a varios idiomas y tuvo gran resonancia. Los propósitos humanitarios de la obra no pueden ni deben esconder para un lector actual algunas deficiencias del texto, que la crítica especializada ha resaltado con la distancia que impone el tiempo. Así el ya aludido carácter antitético de los personajes hace que en ocasiones las psicologías se diluyan en aras de una personificación de sentimientos, como el caso de de la identificación de Javert con el deber por ejemplo, que resta verosimilitud a la novela. También las disgresiones, a las que el autor es enormemente aficionado, entorpecen el ritmo de la acción en muchas ocasiones y dan pesadez al texto con sus alardes de erudición que, por otro lado, son expresión del nivel ideológico del autor.
Todo ello no puede empañar, sin embargo, la admirable y compleja estructura de “Los miserables” ni la gran imaginación que la preside. Esta epopeya del pueblo de París, como ha sido llamada la novela, contiene páginas de una enorme grandeza en las que la narración se hace sencillamente magistral, como ocurre, por ejemplo, con la descripción de la batalla de Waterloo y con uno de los episodios más célebres de la obra: la fantástica huida por las cloacas de París. Junto a la novela social, encontramos en “Los miserables” el valor filosófico y moral al que el mismo autor se refiere en un comentario a su obra: <<el libro que se va a leer es un libro religioso>>. Novela <<apostólica>> y social al tiempo que poética, “Los miserables” prefigura en muchos aspectos la novelística de un Tolstoi y ocupa la cima indiscutible de la novela romántica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.