“Y Aziz seguía sentado a sus pies hasta que una voz lo llamaba a su casa para sermonearlo sobre la suciedad de Tai y ponerlo en guardia sobre los devastadores ejércitos de gérmenes que su madre imaginaba saltando de aquel viejo cuerpo hospitalario al amplio pijama almidonado y blanco de su hijo. Pero el volvía siempre a la orilla del rio para escudriñar la niebla en busca del cuerpo encorvado de aquel réprobo andrajoso que gobernaba su mágica embarcación a través de las aguas encantadas de la mañana”…
‘Hijos de la medianoche’ – Salman Rushdie
Salman Rushdie nació en Bombay en 1.947; sus padres musulmanes de procedencia cachemir, se trasladaron a Karachi (Pakistán) poco después de la partición de India. Rushdie fue educado en India y Reino Unido, asistió a la Universidad de Cambridge y luego trabajó como redactor publicitario. “Hijos de la medianoche” le reportó fama mundial y obtuvo el Premio Booker en 1.981, año de su publicación, y convirtió al autor en figura principal de la diáspora india. La aparición de “Los versos satánicos” en 1.988 produjo una gran controversia cuando el ayatolá Jomeini de Irán dictó una fetua (decreto religioso) llamando al asesinato de Rushdie por blasfemia. El escritor se ocultó entonces en Reino Unido. En el año 2.000 se estableció en Nueva York, y ha seguido escribiendo sobre cuestiones sociales y religiosas.
En “Hijos de la medianoche”, Rushdie sitúa parte de la novela en la vasta y descontrolada ciudad de Bombay, en el pasado joya colonial británica y ahora en un momento crucial de su historia. Los hechos tienen lugar sobre el trasfondo de unos cambios políticos colosales, con la retirada de la autoridad británica de India después de dos siglos de dominación Al principio de la novela, el protagonista, Saleem Sinai, a punto de cumplir treinta y un años, está convencido de que se está muriendo. La obra es, en la superficie la historia de la vida de Saleem, así como la de sus padres y abuelos, narrada por el propio Saleem a su pareja, Padma; pero es también la historia de la creación de la India moderna.La novela se abre así “nací en la ciudad de Bombay el 15 de Agosto de 1.947. Al dar la medianoche para ser exactos. En el momento mismo en que la India alcanzaba su independencia, yo entré dando tumbos por el mundo”. Luego pasa a explicar, a través de alusiones que el lector aún no puede entender completamente, la premisa de la novela: “yo había quedado misteriosamente maniatado a la Historia, y mi destino indisolublemente encadenado al de mi país”. A medida que se desarrolla la narración, no tardará en quedar claro que cada acontecimiento político parece ser impulsado por algún suceso de la vida de Saleem.
La llegada al mundo de Saleem en el instante mismo de la independencia india es ampliamente celebrado por los medios del país. El primer ministro, Nehru, le envía una carta felicitándolo por la feliz casualidad del momento de su nacimiento y lo identifica con la nueva nación: un papel que Saleem asume, viéndose a sí mismo como un personaje histórico importante. Su vida parece estrechamente ligada al destino de la recién nacida India; las matanzas que siguen inmediatamente a la partición y los encarnizados conflictos de los años siguientes tienen un reflejo simultáneo en la violencia dentro de la familia. La narración por Saleem de su historia familiar, y de los sucesos históricos en India y Pakistán, representan su intento de entender todos los elementos que hacen de él quién es.
Saleem, con diez años, descubre que tiene poderes telepáticos y este don le permite descubrir que hay en total 1.001 “hijos de la medianoche”, nacidos en la hora posterior a la medianoche del Día de la Independencia de India. Todos ellos tienen poderes maravillosos, más intensos cuanto más cerca nacieron del momento exacto del evento. Para cuando Saleem descubre su existencia 420 de ellos han muerto, y solo quedan 581. El protagonista hace amistad con otra hija de la medianoche, Parvati, que puede hacer magia; otro de los hijos de la medianoche, Shiva, que es a la vez homólogo y némesis de Saleem, que tiene una fuerza descomunal y un don para la guerra. Estos dos personajes llevan nombres de dioses hindúes, lo cual ilustra el fundamento religioso de India como entidad cultural y añade una capa alegórica a la novela. Usando su poder telepático, Saleem organiza una reunión nocturna de los hijos de la medianoche. El número de hijos 581, es el mismo que el de los miembros de la cámara baja del Parlamento indio, lo que dota de un simbolismo político a su encuentro. Esta reunión es un modelo de pluralismo exitoso, que refleja la forma en que el nuevo gobierno indio pretende reunir los diversos elementos de su vasto país. Rushdie sugiere que los problemas surgen cuando tal diversidad es suprimida. El relato se despliega a través del subcontinente indio, y Rushdie emplea la narración de la historia de sus personajes para contar la historia de India, Pakistán y Cachemira. En 1.962 las tensiones fronterizas entre China e India estallaron en una guerra; fue breve, pero India fue derrotada y, en la novela, “la moral pública se vacia”. En la vida de Saleem a medida que el conflicto con China se intensifica, su nariz se tapona cada vez más, hasta que, el día que el ejercito chino detiene su avance, se somete a una operación para drenarla. Con su nariz finalmente despejada, Saleem comprueba que ha perdido sus poderes. En compensación y, por primera vez en su vida, tiene sentido del olfato, y este será en sí mismo otro superpoder, ya que puede detectar, no solo los olores, sino también emociones y mentiras:”el perfume embriagador pero rápidamente disipado del amor nuevo, y también la acritud profunda y de mayor duración del odio”.
La novela es un caleidoscopio de los recuerdos de Saleem y, aún así, la distinción entre verdad y falsedad nunca es clara, incluso teniendo en cuenta los elementos mágicos que forman parte del tapiz del libro. Algunos personajes son abiertamente embusteros y, en alguna ocasión, Saleem admite haber adornado algunas cosas para transmitir una verdad que pueda parecer confusa. Al principio de la narración, Saleem confiesa que, al nacer, fue cambiado por otro bebé nacido al mismo tiempo. Este bebé era Shiva, y los padres reales de él, lejos de ser los ricos musulmanes que lo criaron, eran un colono británico y una pobre mujer hindú que murió en el parto. Así, paradójicamente, el destino que él está cumpliendo es el de otro niño; pero puesto que ha crecido siendo Saleem Sinai, considera que eso es lo que es, esa es su verdad.
Ni siquiera los hechos históricos se pueden considerar incontestables. Saleem observa que registró una fecha errónea para la muerte de Matahma Gandhi y, sin embargo, se conforma con el error: “en mi India, Gandhi seguirá muriendo en un momento erróneo”. En esta novela, la verdad es maleable, subjetiva y relativa. El final de la novela retorna al presente, cuando Saleem termina de contar su historia a Padma. A persar de su propia profecía de que su cuerpo explotará, acepta casarse con ella en su trigésimo primer cumpleaños, que es también el Día de la Independencia de India. Hasta el final su historia está entrelazada con la de su país. Para el lector, “Hijos de la medianoche” es un viaje complejo y fascinante, una misteriosa excursión a través de una red de callejuelas hasta el corazón de la India moderna. El tiempo se acelera y se ralentiza, o deja de ser lineal. El destino es invocado con frecuencia, se predice el futuro, y las profecías y se espera que se cumplan. Lo extraño y lo mágico son habituales y reales. Al tejer juntos todos esos elementos propios del realismo mágico, Rushdie creó un denso y vibrante tapiz lleno de violencia y maravilla que relata la historia de los primeros años de la India independiente.