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Nada más que libros – Entre visillos (Carmen Martín Gaite)

20 junio, 2024 - Literatura
Nada más que libros – Entre visillos (Carmen Martín Gaite)

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“Siempre aquella cosa en la garganta, como un latido apresurado que entorpecía las primeras palabras. Siempre desde pequeña, y cada vez más agudizado. Sentía a sus espaldas las luces de las velas, los cánticos, los rezos, los ojos guiñados de los santos, mezclarse, menearse en un jarabe espeso y giratorio que se aplastaba contra ella inmovilizándola de cara a la madera, aturdiéndola con su hervor confuso.”
-Fragmento de ‘Entre visillos’-

CARTEL NMQL-Carmen Martín Gaite-cuadro

 

Carmen Martín Gaite nació en Salamanca el 8 de diciembre de 1925. Se licenció en Filosofía y Letras en la universidad de esa ciudad, donde conoció a Ignacio Aldecoa y a Agustín Garcia Calvo. En esa Universidad tuvo además su primer contacto con el teatro participando como actriz en varias obras. Se trasladó a Madrid en 1950 y se doctoró en la Universidad de la capital con la tesis “Usos amorosos del XVIII en España”. Ignacio Aldecoa la introdujo en su círculo literario, donde conoció a Josefina Rodríguez, Alfonso Sastre, Juan Benet, Jesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio, con quién se casó en 1954. De esta manera se incluyó en la que sería conocida como la “Generación del 55” o “Generación de la Posguerra”.

Martín Gaite escribió su primer cuento ,“Un día de libertad”, en 1953, pero comienza su carrera literaria con “El balneario” , obteniendo en 1955 el prestigioso Premio Café Gijón. Tres años después presenta la que sería su obra señera, “Entre visillos”, al Premio Nadal, ganándolo. Ya en los sesenta escribe “Las ataduras” o “Ritmo lento” además de ensayos y poesía. “Retahilas” otra de sus novelas de más éxito se publica en 1974 durante esa misma década debemos su primera recopilación de relatos, “Cuentos completos”. Hay que destacar también su faceta periodística, en Diario 16 y El país. La autora cultivó también la crítica literaria y la traducción, destacando en autores como Flaubert, Rilke y Emily Brönte y colaboró en lo guiones de las series para Televisión Española “Santa Teresa de Jesús” y “Celia”, basada en los cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún. En el año 2000 se le diagnostica un cáncer que, mes y medio después, acabará con su vida el 23 de Julio, en una clínica de Madrid.

“Entre visillos” resulta un cuadro con una mirada objetiva de la sociedad española de la década de los cincuenta del pasado siglo, en una innombrada capital de provincias que se supone Salamanca, pero que podía ser cualquier otra. Son situaciones de medianía, de insatisfacción, de monotonía, de las limitaciones de un ambiente falto de perspectivas que va estrechando la vida desde temprana edad. Pablo, joven profesor, recuerda su experiencia en primera persona, excepto en dos capítulos, que son los diarios de Natalia que informan al lector. La primera parte abarca temporalmente desde las ferias de septiembre hasta comienzos de curso y plasma la vida provinciana y la inquietud de las jóvenes solteras por casarse.

La segunda parte se extiende hasta navidades y da entrada a la historia de los personajes cuya condición moral viene insinuada por leves detalles. Pablo Klein llega a la ciudad para dar clases de alemán en el instituto, invitado por el director, pero a su llegada éste ha muerto. Intima con su familia y con una de las hijas del fallecido, Elvira, que parece más abierta que las demás. Aquellas mentalidades sorprenden a Pablo. Durante los pocos meses que permanece allí entra en contacto con la vida de la ciudad y mantiene, también, honestas relaciones con una joven que trabaja en un cabaret. A veces tiene ocasión de hablar con una destacada alumna suya, Natalia, más las conversaciones se mantienen a distancia. Ella, de dieciséis años, pertenece a una familia acomodada y vive un poco al margen de las demás.
Natalia no esta obsesionada por buscar pareja y se siente algo más libre, pero su futuro esta comprometido por las limitaciones que el ambiente impone. Julia, la hermana de Natalia, tiene un novio en Madrid, Miguel, que apenas puede ir a visitarla y ella tampoco puede ir a Madrid para no romper las normas sociales al uso. Las disputas entre ambos son banales. Otros asuntos de la cotidianeidad completan el ambiente de la burguesía provinciana: autoridad paterna, paseos por la plaza Mayor, cotilléos de las jovencitas, bailes, desgana, paso inútil del tiempo……La juventud de dicha burguesía se reúne en el casino y los jóvenes, que tienen pocas cosas que hacer, se unen en torno a Yoni, el pintor rico. Mientras, las muchachas concentran sus inquietudes en lograr un matrimonio provechoso. Natalia despedirá simbólicamente a Pablo en la estación, con la esperanza en su regreso, aunque presiente que no volverá. En el mismo tren viaja el novio de su hermana.

En la novela la acumulación de anécdotas insignificantes y de accidentadas situaciones, viene rodeada de símbolos que inciden sobre las carencias. Entre ellos alcanza especial significado el de los visillos de las ventanas de las casas, y es que así están los personajes, entre neblinas frente al exterior y sentados alrededor de una mesa camilla. Eso hacen también en la calle, observarse los unos a los otros. Así la acción se desarrolla sin tramas destacables, sin situaciones extraordinarias. Destaca la rutina, las limitaciones de una sociedad intransigente e hipócrita, pendiente de los prejuicios, obsesionada por las apariencias. Las fiestas marcan el ritmo, la tibieza de los días. El forastero Pablo Klein parece el único personaje capaz de descubrir la medianía de aquellas vidas. “Entre visillos” se narra desde la objetividad, desde fuera, no hay interpretación, lo significativo no está en lo que pasa, sino más bien en cómo pasa y por qué, y Carmen Martín Gaite es tan discreta y circunspecta que llega a dar a su relato una apariencia, por supuesto engañosa, de superficialidad insustancial.

Un eminente estudioso de la literatura española de la época, Sanz Villanueva, escribe: <<Se trata de un libro de planteamientos y recursos modestos, que produce una aplastante sensación de sencillez, tanto por su estructura formal como por su temática y por la deliberada ausencia de elementos imaginativos. A través de los personajes y de sus diálogos y charlas baladíes, temas de conversación sobados y opacos, podemos reconstruir el orbe mental de esas gentes, su incomprensión e inmovilismo, su absentismo social>>. En la presentación de la ciudad anónima, de la ciudad donde transcurre la obra, algunos críticos han visto su parecido con la provinciana ciudad de Vetusta en “La Regenta”, donde también se presenta primero el marco y después se desarrolla la vida de los personajes.

 

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