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Nada más que libros – El extranjero (Albert Camus)

17 junio, 2021 - Literatura
Nada más que libros – El extranjero (Albert Camus)

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“Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.”

Comienzo de ‘El extranjero’, Albert Camus.

 


 

CARTEL NMQL - El extranjero-cuadro

Albert Camus, novelista, dramaturgo y ensayista francés, nació en Mondovi (Argelia) en 1.913 en el seno de una familia modesta de emigrantes franceses, su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente y disciplinado, empezó estudios de filosofía en la Universidad de Argel, que no pudo concluir debido a que enfermó de tuberculosis. Formó entonces una compañía de teatro de aficionados que representaba obras clásicas ante un auditorio integrado, en su mayoría, por trabajadores. Posteriormente ejerció como periodista durante un corto periodo de tiempo en un diario de la capital argelina, mientras viajaba intensamente por Europa. En 1.939 publicó “Bodas”, conjunto de artículos que incluyen numerosas reflexiones inspiradas en sus lecturas y sus viajes. En 1.940 marchó a París, donde pronto encontró trabajo como redactor en Paris-Soir. Albert Camus comenzó a ser conocido en 1.942, cuando se publicaron su novela “El extranjero”, ambientada en Argelia, y el ensayo “El mito de Sísifo”, obras que se complementan y que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo. Tal influjo se materializa en una visión del destino humano como absurdo, y su mejor exponente quizá sea el protagonista del extranjero de su novela, incapaz de participar en las pasiones de los hombres y que vive incuso su propia desgracia desde una indiferencia absoluta, la misma, según Camus, que marca la naturaleza y el mundo. Sin embargo, durante la II Guerra Mundial, Albert Camus se implicó en los acontecimientos del momento: militó en la Resistencia y fue uno de los fundadores del periódico clandestino “Combat”, y de 1.945 a 1.947, su director y editorialista. Sus primeras obras de teatro, “El malentendido” y “Calígula”, prolongan esta linea de pensamiento que tanto debe al existencialismo, mientras los problemas que había planteado la guerra el inspiraron “Cartas a un amigo alemán”. Su novela “La peste” de 1.947, supone un cierto cambio en su pensamiento: la idea de la solidaridad y la capacidad de resistencia humana frente a la tragedia de vivir se impone a la noción del absurdo. “La peste” es a la vez una obra realista y alegórica, una reconstrucción mítica de los sentimientos del hombre europeo de la posguerra, de sus terrores más agobiantes. El autor precisó su nueva perspectiva en otros escritos, como el ensayo “El hombre en rebeldía” de 1.951 y en relatos breves como “La caída” y “El exilio y el reino”, obras en que orientó su moral de la rebeldía hacia un ideal que salvara los más altos valores morales y espirituales, cuya necesidad le parece tanto más evidente cuanto mayor es su convicción de lo absurdo del mundo. Si la concepción del mundo lo emparenta con el existencialismo de Jean – Paul Sartre y su definición del hombre como , las relaciones entre ambos estuvieron marcadas por una agria polémica. Mientras Sartre lo acusaba de independencia de criterio, de esterilidad y de ineficacia, Camus tachaba de inmoral la vinculación política de aquel con el comunismo. De gran interés es también su serie de crónicas periodísticas “Actuelles”. Asimismo tradujo al francés “La devoción de la cruz” de Calderón de la Barca, y “El caballero de Olmedo” de Lope de Vega. En 1.963 se publicaron, con el título de “Cuadernos”, sus notas de diario escritas entra 1.935 y 1.942. Galardonado en 1.957 con el Premio Nobel de Literatura, Albert Camus falleció en Villeblerin, Francia, en un accidente de automóvil el 4 de Enero de 1.960, a los 46 años.

A pocos años de distancia, Jean-Paul Sartre y Albert Camus, los dos pensadores que, en la inmediata posguerra, iban a encarnar el existencialismo, publican primero una novela y luego un ensayo filosófico, en los que concentran lo esencial de sus respectivas filosofías. Sartre publica “La nausea” en 1.938 y “El ser y la nada” en 1.943. Camus escribe “El extranjero” y “El mito de Sísifo” en 1.942. En ambos casos la novela plantea unos problemas que el ensayo trata de resolver. Por haber ofendido a los dioses, Sísifo había sido condenado a empujar una pesada piedra hasta la cumbre de una montaña; una vez arriba, la piedra volvía a bajar y Sísifo debía volver a empujarla hasta el fin de los tiempos. El viejo mito simboliza, pues, el trabajo absurdo y, más aún, la monotonía de los días que el hombre debe asumir hasta que la muerte lo remedie. Por ello el ensayo de Camus empieza proclamando que el único problema filosófico serio es el del suicidio, entendido como el único acto que el hombre puede realizar para cambiar el curso de su existencia.

“El extranjero” fue publicado pocos meses antes de que lo fuera “El mito de Sísifo”, y constituye la ilustración de la filosofía del absurdo. La vida de Meursault, el protagonista, se nos presenta como mediocre y tediosa; ni la muerte de su madre, ni el amor de su amante, María, ni sus amistades son capaces de romper el cerco de la monotonía cotidiana. La frase , que se repite constantemente, ilustra la idea de que la conciencia de Meursault no es más que una concatenación de gestos elementales desprovistos de sentido; parece que en la vida del protagonista no hay amor ni ilusión por nadie ni por nada. Camina sin meta, a ciegas, en un universo opaco que aboca a la pasividad. Pero en el transcurso de un día de playa, Meursault dispara y mata a un árabe desconocido, sin motivo aparente. A partir de ese momento la novela cambia de tono: mientras al principio Camus había ido amontonando desapasionadamente las causas y los efectos de la extrañeza de Meursault, ahora, al tener que someter su comportamiento al juicio de los hombres, sus planteamientos se vuelven más polémicos.

Meursault comparece ante unos jueces que son hombres de principios; y, como no se interrogan jamás sobre el valor de los mismos, no pueden sino tramar la muerte del extraño que ignora los valores convencionales, que desconoce el amor filial y que, por lo tanto, es anormal de necesidad. El abogado del acusado, el juez instructor y, naturalmente, el fiscal, se rigen por los mismos principios y hablan el mismo idioma. Y de ahí que sus relaciones con el acusado sean un diálogo de sordos: si llegaran a comprenderlo, su propia vida carecería de sentido. Camus sigue aquí las huellas de Kafka en “El proceso”: enfrenta los principios con la realidad, el fariseo con el publicano, el hombre alienado (y seguro de sí mismo) con el hombre al desnudo, con toda su miseria. La razón es de quién tiene razones para vivir: Meursault es condenado a muerte. Después de enfrentarse con sus semejantes, ahora tiene que enfrentarse con el fin último de la existencia. Por su cabeza pasa primero la insensata esperanza de poder escapar de la dinámica implacable que lo va a guillotinar. Luego, al capellán de la prisión que le ha traído la esperanza del más allá, opone una sarta de injurias que debe entenderse como el principio de una necesaria rebelión pues . Es el momento culminante de su trayectoria: rechaza radicalmente el destino en el momento preciso en que se impone a él. A partir de entonces, Meursault será lúcido, podrá revivir toda su existencia y saborear el momento presente.

Así el personaje de la novela recorre las tres etapas que estructuran “el mito de Sísifo”; es presa de la rutina cotidiana, luego conquista su libertad rechazando el principio de autoridad de los dioses tutelares y, frente a la muerte, elige no el suicidio sino la rebelión: su única recompensa consiste en poder disfrutar el presente. Aunque sea una paradoja, Camus concluye: hay que imaginar a Sísifo feliz; y a Meursault, mientras sube al cadalso.

El impacto de “El extranjero” en un público que había vivido en carne propia la violencia y el absurdo de la guerra, se explica precisamente por su condición especular; cada cual vio en el sino de Meursault una parcela de su propia experiencia cuando la bota nazi se enseñoreaba por las tierras de Francia y, sobre todo, por las calles y monumentos de París, orgullo y talón de Aquiles de los franceses. Pero no sólo conmovió dentro de su país. El ánimo de un mundo había sido pisoteado y con él se solidarizó la humanidad entera. La teoría del absurdo, que no es una teoría sino una de las líneas centrales de la condición humana, volvía al primer plano de la sensibilidad y dejaba testimonio de su horror a través de una pequeña obra maestra que le valió a su autor el reconocimiento y el homenaje de todos los seres decididos a apostar por la dignidad.

 

ENLACES TRANSMEDIA:

Leer PDF completo de «El extranjero» – AQUÍ

Leer PDF completo de «El mito de Sísifo’ – AQUÍ

Leer PDF completo de «Calígula» – AQUÍ

Ver película completa «El extranjero» – (1967-Luchino Visconti)

 

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