Fue un 14 de abril cuando se proclamó la II República en España. Desde su nacimiento en 1931 hasta el 1 de abril de 1939, fecha en la que se dio por finalizada nuestra terrible Guerra Civil.
Queremos y debemos hacer memoria, Memoria Histórica de lo que supuso aquel 14 de abril. Significó tantas cosas:
La elaboración de la primera Constitución en el mundo, la de 1931, que reconoció como derecho propio el conjunto de normativas internacionales que se habían desarrollado en la sociedad internacional, convirtiendo a la Segunda República Española en un país pionero en cuestión de derechos humanos.
La conquista encabezada por Clara Campoamor del derecho al voto para las mujeres españolas, lo que permitió la celebración el 19 de noviembre de 1933 de las primeras elecciones generales con sufragio universal, antes que países como Francia o Italia.
El nombramiento de Victoria Kent como directora general de Prisiones, lo que supuso un enorme avance iniciando el acceso de las mujeres a responsabilidades institucionales. Pocos años después tendríamos la primera ministra de un gobierno de Europa occidental, Federica Montseny, que ocupó la cartera de Sanidad y Asistencia Social.
La construcción de un verdadero Estado laico, donde la religión católica deje de ser una administración paralela, financiada con dinero público, y poner límites al poder de la jerarquía de la iglesia católica que amparada por el Estado determinaba los contenidos educativos y suponía un freno a los avances sociales.
La esperanza para una ciudadanía desposeída, condenada hasta entonces a la semi esclavitud de los terratenientes. La posibilidad de alfabetizar a los niños y a las niñas, de prosperar colectivamente, de terminar con la miseria secular
La existencia de miles de maestros y maestras, de centros de enseñanza sin adoctrinamientos, con una instrucción pública inspirada por la Institución Libre de Enseñanza, en la comprensión de que sólo existe el progreso colectivo como progreso educativo.
También deberá suponer que en el relato colectivo del regreso de la democracia estén quienes la defendieron, quienes la respetaron, quienes conservaron la memoria del primer periodo democrático de nuestra historia, el de la segunda República, quienes tras luchar contra el fascismo español fueron deportados a los campos nazis, quienes descansan cunetas o en tumbas lejos de su tierra, como los valientes brigadistas que dieron su vida lejos de sus países defendiendo nuestra República, quienes enseñaron a leer y a escribir en las cárceles de la dictadura, quienes lucharon y se organizaron en los barrios, en los pueblos, en las universidades, quienes fueron torturados, perseguidos, fichados o censurados.
Todo eso, como mínimo, significa el 14 de abril.
Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruinosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
-Miguel Hernández-
(Canta: Joan Manuel Serrat)
Redoble fúnebre a los escombros de Durango
-César Vallejo-
(Voces: Trafulla Teatro)
Padre polvo que subes de España,
Dios te salve, libere y corone,
padre polvo que asciendes del alma.
Padre polvo que subes del fuego,
Dios te salve, te calce y dé un trono,
padre polvo que estás en los cielos.
Padre polvo, biznieto del humo,
Dios te salve y ascienda a infinito,
padre polvo, biznieto del humo.
Padre polvo en que acaban los justos,
Dios te salve y devuelva a la tierra,
padre polvo en que acaban los justos.
Padre polvo que creces en palmas;
Dios te salve y revista de pecho,
padre polvo, terror de la nada.
Padre polvo, compuesto de hierro,
Dios te salve y te dé forma de hombre,
padre polvo que marchas ardiendo.
Padre polvo, sandalia del paria,
Dios te salve y jamás te desate,
padre polvo, sandalia del paria.
Padre polvo que avientan los bárbaros,
Dios te salve y te ciña de dioses,
padre polvo que escoltan los átomos.
Padre polvo, sudario del pueblo,
Dios te salve del mal para siempre,
padre polvo español, padre nuestro.
Padre polvo que vas al futuro,
Dios te salve, te guíe y te dé alas,
padre polvo que vas al futuro.
La victoria de Guernica
-Paul Éluard-
(Voz: Manuel Alcaine)
1
Bello mundo de tugurios
De la mina y de los campos
2
Rostros buenos para el fuego rostros buenos para el frío
Para las repulsas nocturnas para las injurias para los golpes
3
Rostros que sirven para todo
He aquí el vacío que os contempla
Vuestra muerte va a servir de ejemplo
4
La muerte corazón volcado
5
Os han hecho pagar el pan
El cielo la tierra el agua el sueño
Y la miseria
De vuestra vida
6
Ellos decían desear el buen entendimiento
Racionaban a los fuertes juzgaban a los locos
Daban limosna partían en dos una moneda
Saludaban a los cadáveres
Se abrumaban de cortesía
7
Perseveran exageran no son de nuestro mundo
Las mujeres los niños tienen el mismo tesoro
De las hojas verdes de primavera y de leche pura
y de permanencia
En sus ojos puros
9
Las mujeres los niños tienen el mismo tesoro
En los ojos
Los hombres lo defienden como pueden
10
Las mujeres los niños tienen las mismas rojas rojas
En los ojos
Su sangre muestra cada uno
11
El miedo y el coraje de vivir y morir
La muerte tan difícil y tan fácil
12
Hombres para los que fue cantado este tesoro
Hombres para los que fue malvendido el tesoro
13
Hombres reales para quienes la desesperación
Alimenta el fuego devorador de la esperanza
Abramos juntos el último capullo del futuro
14
Parias la muerte la tierra y la fealdad
De nuestros enemigos tienen el color
Monótono de nuestra noche
Con razón los venceremos.
PAZ, PIEDAD, PERDÓN
-Manuel Azaña –
(fragmento de su discurso del 18/7/1938, fundido voz de Fernando Alcaine)
(…)
Muchas veces (…) alcé la voz (…) para recordar a todos(…) que el
Estado republicano sostiene la guerra porque se la hacen; que
nuestros fines de estado eran restaurar en España la paz y un
régimen liberal para todos los españoles; que nosotros no
soportaremos ningún despotismo ni de un hombre, ni de un
grupo, ni de un partido, ni de una clase;(…) que en la guerra no se
ventila una cuestión de amor propio; que el triunfo de la
República no podría ser el triunfo de un caudillo, de un partido,
sino el triunfo de la nación entera, restaurada en su soberanía y en
su libertad. Sin amor propio, porque en una guerra civil -yo lo
digo desde lo más profundo de mi corazón- no se triunfa
personalmente sobre un compatriota.
(…) También(…) me levanté para decir que no es aceptable una
política cuyo propósito sea el exterminio del adversario,
exterminio ilícito y, además, imposible, y que si el odio y el miedo
han tomado tanta parte en la incubación de este desastre, habría
que disipar el miedo y habría que sobresanar el odio, porque por
mucho que se maten los españoles unos contra otros, todavía
quedarían bastantes que tendrían necesidad de resignarse -si este
es el vocablo- a seguir viviendo juntos, si ha de continuar viviendo
la nación.
(…)
Nunca ha sabido nadie ni ha podido predecir nadie lo que se
funda con una guerra ¡nunca! Las guerras, sean o no exteriores y,
sobre todo, las guerras civiles, se promueven o se desencadenan
con estos o los otros programas, con estos o los otros propósitos,
hasta donde llega la agudeza, el ingenio o el talento de las
personas; pero jamás en ninguna guerra se ha podido descubrir
desde el primer día cuales van a ser sus profundas repercusiones
en el orden social y en el orden político y en la vida moral de los
interesados en la guerra. Conste que la guerra no consiste solo en
las operaciones militares, en los movimientos de los ejércitos, en
las batallas. No; eso es el signo y la demostración de otra cosa
mucho más profunda y más vasta y más grande; eso es el signo de
dos corrientes de orden moral, de dos oleadas de sentimiento, de
dos estados de ánimo que chocan, que se encrespan, que luchan el
uno contra el otro, y de los cuales se obtiene una resultante que
nadie ha podido nunca calcular. Nadie, nunca. El porvenir de
España en el orden político, y en el orden moral, es un profundo
misterio.
(…)
Es un profundo misterio, en este país de las sorpresas y de las
reacciones inesperadas, lo que podrá resultar el día de mañana en
que los españoles, en paz, se pongan a considerar lo que han
hecho durante la guerra. Yo creo que si de esta acumulación de
males ha de salir el mayor bien posible, será con ese espíritu [de
confraternidad], y desventurado el que no lo entienda así. No
tengo el optimismo de un pangloss ni voy a aplicar a este drama
español la simplísima doctrina del adagio, de que «no hay mal que
por bien no venga». No es verdad, no es verdad. Pero es obligación
moral, sobre todos los que padecen la guerra, cuando se acabe
como nosotros queremos que se acabe, de sacar de la lección y de
la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la
antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras
generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que le hierve
la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse
con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción,
que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos
hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando
magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados
en la tierra materna ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos
envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de
una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus
hijos: Paz, Piedad y Perdón.
La batalla del corazón
-Fernando Alcaine-
En medio de los bombardeos, de las ráfagas de las ametralladoras,
en medio del polvo de la ruina y de los gritos de la desesperación,
en medio del miedo,
hacinado susurrante en sótanos,
o desgranado múltiple en rumor por los andenes, ante las vías muertas del
metro,
en medio de la delación y del frío crimen,
de la saña ideológica,
de las mantas andrajosas, las maletas desventradas, los espejos destrozados,
en medio del caos
hacemos tú y yo el amor,
recordamos la belleza que [desveló y desvela] el mundo.
Noche de luna
-Luis Cernuda-
(Voz: Carlos Sangüesa)
Vida tras vida, fueron
Olvidando los hombres
Aquella diosa virgen
Que misteriosamente, desde el cielo,
Con amor apacible
Asiste a sus vigilias
En el silencio dulce de las noches.
Ella ha sido quien viera a los abuelos
Remotos, cuando abordan
En sus pintados barcos,
y ágiles y desnudos se apoderan
Con un trémulo imperio de esta tierra,
Así como el amante
Arrebata y penetra el cuerpo amado.
Sus trabajos vio luego, sus cohabitaciones,
y otros seres menudos,
Inhábiles, gritando entre los brazos
De los dominadores, y sus mujeres lánguidas
Sonreír débilmente a la raza naciente.
Miró sus largas guerras
Con pueblos enemigos
y el azote sagrado
De luchas fratricidas;
Contempló esclavitudes y triunfos,
Prostituciones, crímenes,
Prosperidad, traiciones,
El sordo griterío,
Todo el horror humano que salva la hermosura,
y con ella la calma,
La paz donde brota la historia.
También miró al arado
Con el siervo pasando
Sobre el antiguo campo de batalla,
Fertilizado por tanto cuerpo joven;
y en ese mismo suelo ha visto correr luego
Al orgulloso dueño sobre caballos recios,
Mientras la hierba, ortiga y cardo
Brotaban por las vastas propiedades.
Cuánta sangre ha corrido
Ante el destino intacto de la diosa
Cuánto semen viril
Vio surgir entre espasmos
De cuerpos hoy deshechos
En el viento y el polvo,
Cuyos átomos yerran en leves nubes grises,
Velando el embeleso de vasta descendencia
Su tranquilo semblante compasivo.
Cuántas claras ruinas,
Con jaramago apenas adornadas,
Como fuertes castillos un día las has visto;
Piedras más elocuentes que los siglos,
Antes holladas por el paso leve
De esbeltas cazadoras, un neblí sobre el puño,
Oblicua la mirada soñolienta
Entre un aburrimiento y un amor clandestino.
Sombras, sombras efímeras,
En tanto ella, adolescente
Como en los prados de la edad de oro,
Vierte, azulada urna,
Su embeleso letal
Sobre nuevos cuerpos oscuros
Que la primavera enfebrece
Con agudos perfumes vegetales.
Allá tras de las torres, su reflejo
Delata la presencia del mar,
Mientras los hombres solitarios duermen
Inermes en su lecho y confiados.
Los enemigos yacen confundidos.
Algo inmenso reposa, aunque la muerte aceche.
y el mágico reflejo entre los árboles
Permite al soñador abandonarse al canto,
Al placer y al reposo,
A lo que siendo efímero se sueña como eterno.
Mas una noche, al contemplar la antigua
Morada de los hombres, sólo ha de ver allá
Ese reflejo de su dulce fulgor,
Mudo y vacío entonces,
Estéril tal su hermosura virginal;
Sin que ningunos ojos humanos
Hasta ella se alcen a través de las lágrimas,
Definitivamente frente a frente
El silencio de un mundo que ha sido
y la pura belleza tranquila de la nada.