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El vientre de los espejos es el título de un poemario escrito por Fernando Alcaine, cuyos poemas nunca fueron publicados en papel pero que vamos a ir dando a conocer, uno a uno, en nuestro programa.

 

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(4) [EL ÁRBOL Y LA MÚSICA]

 

A los cinco años
ya sabía yo todo lo que importa.
Era algo parecido a una palabra
si pudiera sonar como una nube en el cielo azul,
o la suave alegría de unos ojos
tan parecida al sol cuando amanece.

Recuerdo que después le dediqué
dieciocho años al olvido.
Con paciencia de lluvia
fui cayendo
sobre la tierra numerable,
donde habita la rosa de los vientos
y las palomas arden de blancura,
pero también
donde se hunden y tensan las raíces
y viven sus gusanos.
Investido de sombras tutelares
estiré subterráneo mis nervios,
desesperada mano
buscando el mineral al que agarrarse
desesperadamente…

Allí en lo más profundo
recordé las palabras aire y luz
y por ellas trepé veintisiete años,
angustia horrorosa del enterrado vivo.
Con disciplina y suerte
pude alcanzar lo que respira el aire
y lo que ve la luz.
Alzando tronco y estirando ramas
me reconocí
árbol junto al río.

Los anillos del tiempo
me han dado fortaleza
y alegría de pájaros cuando amanece
y también lluvia,
y viento que desliza nubes,
y estrellas como lágrimas.
Aquí estoy,
treinta y seis años después,
irremediablemente atrapado por la vida,
vigilando los signos de la noche,
mecido por la música incesante
de la naturaleza,
hermosa sinfonía de la nada.

 

VOZ: Carlos Sangüesa

MÚSICA: Loreena MacKennitt, The Dark Night of the Soul