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Buñuel y el sonido. Cap. 1

17 febrero, 2017 - Cine, Radio reportajes
Buñuel y el sonido. Cap. 1

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“Una de las grandes melancolías de mi final de vida
es no poder oír la música” (Luis Buñuel)

 

 

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Instrumentación

Violines
Señoritas cursis de la orquesta, insufribles y pedantes. Sierras del sonido.

Violas
Violines que llegaron ya a la menopausia. Estas solteronas conservan aún bien su voz de media tinta.

Violoncellos
Rumores de mar y de selva. Serenidad. Ojos profundos. Tienen la persuasión y la grandeza de los discursos de Jesús en el desierto.

Contrabajos
Diplodocus de los instrumentos. El día que se decidan a dar su gran berrido, ahuyentarán a los espectadores despavoridos: ahora les vemos oscilar y gruñir satisfechos por las cosquillas que les hacen contrabajistas en la barriga.

Flautín
Hormiguero del sonido.

Flauta
La flauta es el instrumento más nostálgico. ¡Ella que en manos de Pan fue la voz emocionada de la pradera y del bosque, verse ahora en manos de un buen señor gordo o calvo!… Pero aun así, continúa siendo la Princesa de los instrumentos.

Clarinete
Es una flauta hipertrofiada. Algunas veces, el pobre, suena bien.

Oboe
Balido hecho madera. Sus ondas, profundos misterios líricos. El oboe fue hermano gemelo de Verlaine.

Corno inglés
Es el oboe ya madro, con experiencia. Ha viajado. Su exquisito temperamento se ha tornado más grave, más genial. Así como el oboe tiene quince años, el corno tiene treinta.

Contrafagot
Es el fagot del terreno terciario.

Arpas
Balcones dorados por donde unas señoritas endomingadas asoman sus bustos.

Xilófono
Juegos de niños. Agua de madera. Princesas tejiendo en el jardín rayos de luna.

Trompeta con sordina
Clown de la orquesta. Contorsión, pirueta. Muecas.

Cornos
Ascensión a una cumbre. Salida del sol. Anunciación. ¡Oh! El día que se desenrrollen como un «espantasuegras».

Trombones
Temperamento un poco alemán. Voz profética. Sochantres de vieja catedral con hiedras y veleta mohosa.

Tuba
Dragón legendario. Su vozarrón subterráneo hace temblar de espanto a los demás instrumentos, que se preguntan cuándo llegará el príncipe de bruñida armadura que los libere.

Platillos
Luz hecha añicos.

Triángulo
Tranvía de plata por la orquesta.

Tambor
Truenecillo de bambalina. «Algo» amenazador.

Bombo
Obcecación. Grosería. Bom. Bom. Bom.

Timbal
Odres de aceitunas sonoras.

 

ESCUCHAR EL POEMA:

Hemos querido comenzar nuestro reportaje con la frase de un Buñuel que ya ve el final de su vida, casi privado del sentido del oído para, a continuación, fijarnos en “Instrumentación” , su primer poema conocido, escrito a los 17 años. Entre ambas media toda una vida, la de uno de los más grandes creadores que ha dado el Séptimo Arte, y ambas ponen de manifiesto su interés por la música, por el sonido en general. Un interés que, por su genuina forma de expresarlo en este poema, ya apunta las maneras surrealistas que impregnaran toda su obra.

 

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Vamos a tratar el asunto de los sonidos en la filmografía de Buñuel en tres capítulos. En el primero nos centraremos en lo que se puede llamar propiamente las bandas sonoras originales compuestas para sus películas. En los otros dos abordaremos sendos aspectos esenciales en el sonido buñuelesco: la música –clásica y popular- utilizada por el propio Buñuel como fondo de determinadas escenas de sus filmes y, por otro lado, los recurrentes sonidos –no provenientes de la música- de que se vale nuestro autor para crear una determinada atmósfera.

Cartel Gran Casino-1

Conocida es la renuencia de Luis Buñuel a la inclusión en sus películas de lo que hoy llamamos una banda sonora original, esto es, una música compuesta ex profeso para realzar determinados momentos de la acción. En algún momento de sus memorias (Mi último suspiro) habla de ello como de algo postizo y esencialmente deshonesto pues, en muchísimos filmes, no es más que un truco para ocultar la falta de sustancia de la trama o la trivialidad de los personajes.Cartel Los olvidados-1

 

De hecho, cuando por exigencias de producción –sobre todo en su etapa mexicana- se vio obligado a introducir música creada para la película, Buñuel trató siempre de circunscribirla a los títulos de crédito iniciales o finales, evitando la mayoría de las veces de modo escrupuloso su utilización en el transcurso de la cinta, fiel a su idea de que la música –la poesía- había de surgir, si surgía, del interior de su heterogénea galería de personajes ( novicias, curas, policías, reprimidos, cínicos, vitalistas, perversos, malvados, inocentes…), de los numerosos animales que componen su bestiario ( burros, gallos, gallinas, arañas, mariposas, hormigas, escorpiones, perros…), del mundo de sus objetos preferidos (armarios, cajitas, cruces, cuerdas, pianos, pistolas, ataúdes…) o de los distintos espacios en que se desarrollan sus historias (claustros, mansiones burguesas, descampados suburbiales, iglesias, ranchos, chabolas, desiertos, habitaciones de hoteles modestos, caminos…).

 

La composición de estas bandas sonoras –en el sentido de que hablamos- corrió a cargo de músicos contratados por la productora de Óscar Dacingers: Manuel Esperón (Gran Casino, El gran calavera), Luis Hernández Bretón (Él, La ilusión viaja en tranvía) y otros entre los que destacan cuatro nombres:

 

-Raúl Lavista, que fue el que más veces colaboró con Buñuel. Compuso siete bandas sonoras para él. Destacan las de Simón del desierto y la de El ángel exterminador, en esta última adapta temas de Beethoven, Chopin y Scarlatti.el 1953perroandaluz
-Rodolfo Halffter, exiliado como Buñuel y viejo conocido suyo de la época de la Residencia de Estudiantes: a él dedicó el de Calanda un curioso texto –“Instrumentación”- escrito en los años veinte en donde el sonido que provoca cada instrumento de una orquesta es descrito con brillantes metáforas muy próximas a las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Dirigió la música compuesta por otro viejo amigo, Gustavo Pittaluga, para Los Olvidados. Es destacable, desde un punto de vista musical, el fortísimo contraste entre el lirismo delirante de la escena onírica de Pedro con su madre y la honda y oscura expresividad naturalista en la escena del crimen de Jaibo o en el mismo final en el estercolero.
-Gustavo Pittaluga, ya mencionado arriba, también exiliado, que se encargó de la selección de música clásica (Haendel, Beethoven, Mozart) para Viridiana.
-Pero quizá sea la música de Jorge Pérez Herrera para Ensayo de un crimen la que de modo más exacto se ajusta a la trama del filme, subrayando en todo momento su carácter bufo, especialmente en el scherzo del final, cuando Archibaldo arroja el bastón –no deja de ser una maliciosa alusión chaplinesca-, dando a entender que sus instintos homicidas han sido milagrosamente superados.

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