
«Cava sentía frío. Los baños estaban al fondo de las cuadras, separados de ella por una delgada puerta de madera, y no tenían ventanas. En años anteriores, el invierno sólo llegaba al dormitorio de los cadetes, colándose por los vidrios rotos y las rendijas; pero este año era inofensivo y casi ningún rincón del colegio se libraba del viento, que, en las noches, conseguía penetrar hasta en los baños, disipar la hediondez acumulada durante el día y destruir su tibia. Pero Cava había nacido y vivido en la sierra, estaba acostumbrado al invierno: era el miedo lo que erizaba su piel.” Fragmento de La ciudad y los perros»

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936, en el seno de una familia acomodada. Sus padres se separaron cuando tenía un año y pasó su primera infancia junto a su familia materna. Cuando tenía diez años sus padres se reconciliaron y comenzaron a vivir juntos en Miraflores, un vecindario de clase alta de Lima. Su padre, de carácter autoritario, veía con disgusto el amor por la lectura que le habían inculcado a su madre y su abuela, y lo que creía su falta de virilidad. Así que decidió internarlo en el Colegio Militar Leoncio Prado cuando Mario tenía catorce años. Allí se evadía de la ruda disciplina militar leyendo a Víctor Hugo o Alejandro Dumas. Esos años constituirían el fundamento de “La ciudad y los perros” publicada en 1962.
Una vez graduado, comenzó a trabajar como aprendiz de periodista en el diario limeño La Crónica, al tiempo que inicia sus estudios de Derecho y Literatura en la Universidad. Por aquel entonces el país se encontraba bajo la dictadura militar de Odría. Vargas Llosa perteneció a varios grupos estudiantiles opositores al régimen. La degradación social del perú durante ese período sería el tema de una de sus obras más importantes: “Conversación en La Catedral” de 1969. A los diecinueve años, para escándalo y repudio de su familia, se casó con Julia Urquidi, hermana de su tía política, diez años mayor que él y divorciada. Esto lo llevó a desempeñar diversos oficios para sostener a su familia, hasta el punto de llegar a tener siete trabajos simultáneamente, desde asistente de bibliotecario a periodista radiofónico. Esa etapa de su vida quedó plasmada en “La tía Julia y el escribidor” de 1977. Al mismo tiempo comenzó a publicar sus primeros relatos.
En 1958 el autor recibió una beca para completar sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid. Antes de partir hacia Europa, realizó con unos amigos un viaje por la Amazonía peruana que le provocó un gran impacto, como demostrarían las sucesivas novelas que ambientarían en esa zona: “La casa verde” (1966), “Pantaleón y las visitadoras” de 1973 y “El hablador” (1987). Ya en 1960, al terminar su beca, Vargas Llosa y su esposa se trasladaron a París, donde trató de ganarse la vida como periodista al tiempo que avanzaba en su carrera literaria. En 1964 se divorció para casarse posteriormente con su prima, y sobrina de su primera mujer, Patricia Llosa, con la que tendría tres hijos. En esa época leyó “Madame Bovary” de Gustave Flaubert, una obra que consideraría desde entonces como modelo de máxima perfección literaria. Por entonces el escritor terminaría “La ciudad y los perros”, que se publicó por la editorial española Seix Barral.
Esta novela obtuvo un éxito inmediato y Vargas Llosa se convirtió en uno de los principales nombres del llamado <<Boom de la literatura hispanoamericana>>, junto a otros autores como Julio Cortázar, Juan Rulfo o Gabriel García Márquez. En los años setenta, Vargas Llosa evolucionó de la izquierda al liberalismo, lo que lo enfrentaría y distanciarían de varios de sus compañeros de generación, como el propio García Márquez. Ya en 1990, decidió presentarse a las elecciones como candidato a la Presidencia de Perú. Sin embargo, a pesar de que partido como favorito, perdió las elecciones ante Alberto Fujimori, quién, una vez en el poder instauró un régimen dictatorial y represivo. Vargas Llosa narraría su desafortunada experiencia política en su libro de memorias “El pez en el agua” de 1993.
Tras las elecciones, el autor se sentó en Madrid y adquirió la nacionalidad española. Además de los libros ya citados, escribió una vasta obra, traducida a más de treinta idiomas, que incluye piezas teatrales, ensayos, relatos y, sobre todas las novelas entre otras: “La guerra del fin del mundo”, “Lituma en los Andes”, ·Los cuadernos de don Rigoberto”, “La fiesta del chivo”, Travesuras de la niña mala”, “El sueño del celta” o “Tiempos recios”. Asímismo, desde 1994 se convirtió en miembro de la Real Academia Española y ese mismo año se le concedió el premio más importante de las letras españolas, el “Cervantes”. En 2010 la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura por su << cartografía de las estructuras del poder e imágenes aceradas de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo>>. En el año 2023 fue nombrado miembro de la Academia Francesa, siendo el primer autor que no ha escrito su obra en lengua francesa. Mario Vargas Llosa falleció en Lima en abril de 2025.
Siendo uno de los más exitosos escritores de la generación del llamado Boom literario latinoamericano, Vargas Llosa es también uno de los más tradicionales. Sus obras intentan examinar y expandir los temas básicos de la ficción del continente: el uso y el abuso del poder, la mentalidad paramilitar de las clases gobernantes, el tratamiento genocida de indios y minorías disidentes…Todos estos temas ya estaban en la novela del siglo XIX y fueron llevados a su culminación en lo que se dió en llamar la novela de la tierra. Un vasto fresco del Perú del siglo XX resulta así reflejado en la obra de este joven narrador que no tiene miedo al melodrama ni a la prédica política. Incluso en sus libros que no ocurren en Perú, como “La guerra del fin del mundo” de 1981, sobre la rebelión de un grupo de miserables del Brasil de finales del XIX, se vincula temática y estilísticamente con una de sus obras maestras, “La casa verde” de 1966.
«La ciudad y los perros” comienza cuando uno de los alumnos pupilos del quinto año del Colegio Militar Leoncio Prado, el serrano Cava, roba por la noche un examen de química. Dicha acción se produce guiada por el Jaguar, líder del Círculo, un grupo de cuatro estudiantes que negocia vendiendo respuestas de solicitudes, licores y cigarrillos a los compañeros del colegio. Entre ellos se encuentra Alberto, que escribe novelitas eróticas y cartas a cambio de dinero, y Arana, a quién apodan el Esclavo. El Esclavo suele ser víctima de violentas bromas por parte de sus colegas, a excepción de Alberto, a quien considera su único amigo.
Cuando los jefes de colegio descubren el robo del examen, recluyen como castigo a los alumnos que servían la vigilancia la noche del suceso hasta que se descubre al responsable. Entre estos se encuentra el Esclavo, quién le pide a Alberto que cuando salga de permiso vaya a la casa de Teresa, la chica de la que está enamorada y con quién iba a salir, para avisarle que no podrá acudir a la cita. Alberto lo hace, pero al compartir la tarde con la muchacha, se enamora de ella y empieza a tener una relación que nunca confiesa al Esclavo. Asimismo, Teresa ocupa un lugar importante para otro personaje que narra su infancia junto a la chica y que se mantiene en el anonimato durante gran parte de la obra, hasta que al final se revela como el Jaguar.
Una tarde el Esclavo ya no soporta la reclusión y decide denunciar ante las autoridades del colegio que fue Cava el que robó el examen. Su objetivo, al hacerlo, es poder visitar a Teresa, pero al llegar a su casa su padre se lo prohíbe. Ese mismo día Cava es castigado: lo expulsan de la institución, no sin antes despojarle de las insignias delante de todos sus compañeros. Al siguiente sábado, la sección entera realiza un ejercicio militar, y durante la misma el Esclavo es alcanzado por una bala y, después de pasar unos días inconsciente en la enfermería, falla. El colegio intenta deshacerse del problema alegando que el disparo fue consecuencia de un error del propio cadete, pero Alberto sospecha que quién le disparó fue el propio Jaguar, en venganza por la expulsión de Cava.
Alberto recurre al Teniente Gamboa, le cuenta su teoría y acaba incluyendo también en su acusación los negocios ilícitos que tiene lugar en toda la sección. Gamboa eleva el caso a sus superiores, quienes le exigen que calle el asunto por que sería perjudicial para la imagen de la institución. Sin embargo el teniente decide continuar con la investigación. Entonces el coronel, máximo responsable del centro, acaba extorsionando a Alberto, amenazándolo con expulsarlo y contarle a sus padres lo de las novelitas eróticas, si no retira la acusación. Alberto se retracta y tiene una pelea con el Jaguar. En un dialogo posterior Alberto de da cuenta de que el Jaguar no sabía que el Esclavo había delatado a Cava. Cuando ambos regresan a su sección, todos sus compañeros culpan al Jaguar por denunciar los trapicheos y lo acusan de traidor.
En el epílogo de la novela se relata lo que sucede meses después, cuando los alumnos terminan su formación. El teniente Gamboa es trasladado a la alejada región de la Puna como castigo por desafiar a la autoridad. Antes de irse, el Jaguar le confiesa haber asesinado al Esclavo. Gamboa, agotado, decide olvidar el caso y le aconseja al muchacho hacer lo mismo. Alberto, por su parte, vuelve a su barrio, se reencuentra con sus amigos y deja de salir con Teresa, quien le recuerda demasiado su sentimiento de culpa en relación con el Esclavo. Se empareja entonces con Marcela, una chica de su mismo círculo social. El Jaguar se reencuentra con Teresa y termina casándose con ella.
El ciclo novelesco iniciado con “La ciudad y los perros” ha seguido una línea creativa fluida, coherente y muy abundante. Mario Vargas Llosa produjo, sin duda alguna, una prolífica producción de ficción de primeraísima línea.