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Marisa Peña, poeta de la Memoria

21 octubre, 2016 - Entrevistas, Memoria Histórica, Poesía
Marisa Peña, poeta de la Memoria

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Marisa de la Peña nace en Madrid en 1969. Licenciada en Filología Hispánica por la especialidad de literatura en la Universidad Complutense de Madrid, ejerce como profesora de lengua española en el IES María Zambrano y es miembro de diferentes asociaciones que luchan por la recuperación de la dignidad y la Memoria Histórica de los perseguidos y silenciados durante la dictadura. Colabora en la revista digital Tiempos modernos y es la autora de dos blogs Enredando palabras y Los papeles de Claudia.

Nací en un año impar, en primavera, en los últimos estertores del franquismo.

Tuve una buena infancia, aunque siempre habitaba en la tristeza. Crecí entre libros, mimos de mi abuela y solícitos cuidados paternales.
Pero no fui feliz.
No pude protegerme de la lluvia, ni del primer zarpazo de un amor de domingo, ni del oscuro perfume que deja la inocencia abandonada.
Descubrí el egoísmo, la mentira, la oquedad en el fondo de un abrazo, la falsa risa resonando al fondo, y el profundo dolor de un paso en falso.
No supe renunciar a la ternura, ni huir a tiempo de las tempestades, ni soportar callada la injusticia…
Y conocí el sabor del primer beso, la profunda verdad de una caricia la entrega sin reservas a la vida y el “adiós para siempre” necesario.
He amado, he conocido, he fracasado, bailé con la alegría y con la pena un baile de frenéticas piruetas. Y he probado los tragos más amargos junto con el dulzor de una sonrisa.
Y desde aquí contemplo lo que queda todavía por vivir, por llorar, y por llevar a cuestas.


Ropa tendida al viento. Mª Luisa de la Peña, 2009 ISBN 978-84-611-6636-7

Marisa Peña, docente y poeta de la Memoria

Marisa Peña, docente y poeta de la Memoria

Soy lo que soy por lo que me legaron. Mi abuela fue miliciana de cultura, perteneció a Mujeres libres, se puso el mundo por montera, y luchó por el sueño republicano hasta su último aliento. Se pasó la juventud ayudando a la resistencia clandestina, su casa fue piso franco de la CNT en el exilio, y visitar penales franquistas para poder ver a mi abuelo fue su rutina durante quince años. Perdió un hijo que llevaba en las entrañas y tuvo que parir ya muerto, tras una de las muchas detenciones y registros que la policía franquista hizo en su casa. Nunca olvidó, nunca calló.

En los tiempos del silencio a mí me lo contó todo con pelos y señales: nombres, fechas, personas implicadas. Mis nanas de cuna fueron “A las barricadas”, “Ay Carmela” y “Puente de los franceses”. En mi casa nunca se tuvo más miedo del estrictamente necesario. La política y la memoria histórica eran temas omnipresentes.

Franco era el dictador, dio un golpe de Estado, generó una guerra civil y nos condenó a cuarenta años de fascismo a la española. Con seis años asistí, sin saberlo, al encuentro histórico de varias mujeres del 36 pertenecientes a Mujeres libres que volvieron del exilio y tomaron café y bollos en casa de la dirigente anarquista Suceso Portales.

Vi cómo mi abuela lloraba con el regreso de Federica Montseny, de Lola Iturbe, de la Pasionaria, de Alberti. Pero ella no se fiaba de aquella monarquía, de aquella libertad vigilada. “Son de la cáscara amarga” me decía algunas veces cuando alguien hablaba de política y soltaba alguna incongruencia “progresista”. Los calaba rápido, yo también.

Mi padre fue, y es, siempre más racional, menos soñador, más pragmático. La anécdota que mejor lo define es lo que le contestó a una dependienta de una frutería que atendía a una señora mientras él esperaba turno. La clienta se interesaba por unos tomates y le reiteraba a la dependienta que los quería “muy rojos y bien duros” a lo que mi padre, no dudó en apuntar  “de esos, señora, ya quedamos pocos”.


De “Crónica Popular” Entrevista a Marisa Peña por Enriqueta de la Cruz, 2013


Escucha sus palabras en nuestro programa Nº 0 Octubre 2016

sientelo

3 pensamientos sobre “Marisa Peña, poeta de la Memoria

Lamberto Ortiz Torrero

Marisa, hace tiempo, cuando visitava una fosa comun, pude ver en el cementerio de Paterna el poema . No sabía de quien podía ser. Hoy se que es tuyo y me gustaría
ponerlo en un libro que estoy escribiendo sobre la vida del dibujante Bluff, fusilado en 1940 por Franco.
Naturalmente que pondría el nombre de la autora.
Te felicito por esa facilidad de narrar que tienes tan emocionantes.

Respuesta
    José María López Alcoitia

    Muchas gracias por tu carta. Pasamos una copia de tu comentario a Marisa. Saludos desde Siéntelo con Oído.

    Respuesta
Berta

Qué ilusión me ha hecho leer este artículo, mi bisabuela también fue miliciana, la llamaban “la tuerta” porque perdió un ojo por un perdigón, llevaba siempre el cristal de ese lado de las gafas con un parche de cuero negro y decía que la causa bien valía un ojo de la cara. Mi abuela conservaba algunas fotos y cartas de la guerra, pero se echaron a perder al reventar una tubería del vecino que daba justo a la pared del escritorio. Si alguien conserva alguna foto, me gustaría tener una copia.

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